2.2

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Sólo unos días habían pasado desde el inconveniente en la celebración del compromiso de YoungWon. YoungJae había estado encerrado en su taller desde la noche en que llegó a su hogar de nuevo. Apenas y sí había salido para comer algo, hasta que JunHong decidió que tenía suficiente de que su amigo estuviera encerrado entre botes de pintura, lienzos y demás cosas artísticas, y lo obligó dormir en su cama al menos por un rato.

—Te dije que estabas cansado —Le reprochó el menor de ambos, observando como un recién levantado YoungJae caminaba como zombie hacia la cocina.

—Y yo te dije que estaba bien, pero ambos sabemos que esos comentarios importan una mierda.

El menor sonrió y dejó que el castaño terminara de analizar la pulcra estancia. Todo gracias al trabajo duro de su amigo menor. Su único amigo.

—Buen trabajo, niño. 

Así es como YoungJae le agradecía a su mejor amigo haber mantenido limpio su no tan pequeño hogar mientras él mismo se hundía en su miseria. Era algo que agradecía, a decir verdad, porque estaba seguro que podría darle un ataque de pánico si encontraba todo lleno de polvo y suciedad.

—Quiero pollo al horno, gracias.

Y así es como JunHong, cobraba sus favores al mayor de ambos.

YoungJae le gruñó desde la profundidad de su garganta, pero asintió porque al fin y al cabo, era lo que menos podía hacer.

JunHong era un arquitecto bastante joven, brillante, con un futuro prometedor. Pero su pasado no era igual. El menor solía ser un niño depresivo, que se autolesionaba constantemente y con un historial de intentos de suicidio demasiado amplio para ser saludable.

Fue gracias a Rose que YoungJae y JunHong se conocieron, al experimentar una terapia grupal en donde juntó a ambos jóvenes; e increíblemente, su táctica funcionó, porque ambos se volvieron prácticamente inseparables. 

Ahora, muchos años después, ellos seguían tan unidos como el primer día, pese a que JunHong superara su depresión y siguiera adelante, arrastrando a YoungJae con él todo el tiempo, siendo su apoyo y la única familia verdadera que tenía después de la muerte del señor Yoo. 

YoungJae no está seguro que hubiera sido de él, de no tener a JunHong cerca.


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—¿Cómo lo llevas? —Preguntó por quinta o sexta vez YongGuk, dejando la taza de té sobre el escritorio de su jefe.

—Basta, Bang, te dije que estoy bien —Se exasperó el CEO, dándole un trago largo a su taza como si fuera agua, y que efectivamente quemó su garganta, pero él era un hombre y no iba a admitir que su garganta acaba de convertirse en el décimo círculo del infierno—. Lo que haya pasado o no en la fiesta de compromiso de Yoo YoungWon no es asunto mío; te lo dije, son problemas familiares en los que yo no tengo voz ni voto, ni siquiera es algo que yo debí presenciar en el momento.

—No creo que YoungJae pensara lo mismo... —Murmuró el secretario, frustrado con la actitud indiferente de su jefe.

Aunque igual no podía culparlo, los Jung eran conocidos abiertamente por su testarudez.

—¿Dijiste algo?

—Nada en absoluto.

YongGuk se despidió con una reverencia, informándole que su abogado -que, irónicamente, era el hermano gemelo de su secretario- había revisado previamente algunos contratos y que sólo necesitaba su firma para hacer todo legal.

Sucio [DaeJae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora