Prólogo

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Goryeo

—El príncipe heredero se encuentra en muy mal estado su majestad. Aún no ha logrado recuperar la conciencia.

—No me importa lo que tengas que hacer, él tiene que despertar —dice un hombre de unos cincuenta años a su súbdito mientras observa con preocupación al joven príncipe.

Ese evento había sido causa de conmoción en todo el palacio, el niño de 12 años de edad, se encontraba practicando con su espada cuando accidentalmente una flecha lo golpeó en la espalda muy cerca al corazón. Aún no habían hallado al culpable, sin embargo el rey sabía que esto no había sido un accidente, alguien quería acabar con el joven príncipe heredero. Pero eso no era lo peor, el rey observaba con impotencia como la vida del joven se escurría. Llamo a todos los sabios de la nación, pero a pesar de ello, ninguno de ellos le daba esperanzas de vida al chico. Con el corazón destrozado por la pena recurrió a su última opción. No quería hacerlo a menos de que fuera totalmente necesario, está era una situación de vida o muerte. Llamo a su hijo mayor, un joven de 20 años, fruto de una noche de aventura con una mujer de la cual no supo nada hasta el día que trajo al pequeño niño al palacio dejándolo al cuidado de su padre. El muchacho creció lleno de resentimiento hacia su madre convirtiéndose en un hombre cruel y despiadado, capaz de cometer atrocidades con tal de complacer a su padre quien solo lo ve como un objeto. Su relación con el joven príncipe heredero no era muy buena, siempre lleno de egoísmo y envidia por el trato que él recibe de su padre le hacía la vida imposible, sin embargo el joven príncipe veía en él un ejemplo a seguir.

—Hyun... —dice el rey a su primogénito—. El príncipe heredero se encuentra muy mal. Es necesario que traigas a aquel médico del que todo el mundo habla. No quería llegar a esos extremos pero el futuro de la nación depende de esto.

Desde hacia un par de años, el rey había escuchado que entre sus súbditos se encontraba un médico que podía curar cualquier enfermedad, sin embargo, el rey era un poco incrédulo con los supuestos poderes de aquel hombre, ya que había sido él, el hombre que no pudo salvar a su esposa de la muerte, pero esta situación requería una medida extrema. Él no podía permitir que su hijo, el futuro rey de Goryeo falleciera. Luego de la muerte de la reina, el rey solo había podido encontrar consuelo en su pequeño hijo, y aunque su hermano mayor también había sido un consuelo, el rey solo podía ver cómo futuro sucesor al joven príncipe y era por ello que intentaba no mostrar cualquier tipo de afecto a su hijo mayor, causando que su hijo mayor fuera apodado como "La muerte". Desde muy pequeño, puso a su primogénito al cuidado del general de la nación, quien lo instruyó en todas las artes de la guerra y así era que mientras el joven príncipe se preparaba leyendo y estudiando, su hermano salía a luchar en todas las batallas.

—Entiendo padre, haré lo que ordena.

El primogénito sale rápidamente a cumplir las órdenes de su padre. Él era conocedor de que su padre tenía preferencia hacia su hermano menor, y aunque él no quisiera admitirlo, su hermano también era querido por toda la gente del palacio, si él llegara a fallecer, el futuro de la nación sería un misterio.

Luego de tres días de viaje en caballo, el primogénito regresa acompañado de un hombre de avanzada edad. Inmediatamente son llevados a los aposentos donde el joven príncipe aún seguía inconsciente.

—¡Fuera todos! —ordena el rey.

Todos los sirvientes salen de la habitación, en donde solo quedan los dos príncipes, el rey y aquel médico.

El príncipe sin rostro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora