Me desperté por el odioso ruido que hacia la alarma que, como siempre, apagué a ciegas. Mientras me desperezaba, conseguí llegar a la mesa de mi escritorio y coger el diario para escribir:
"El bosque, la cabaña, el instituto y la punzada de dolor. Hoy nada ha cambiado. Cada vez me aburro más de este sueño"
Aunque las cosas no hubieran cambiado mucho desde el primer día que soñé aquello, todas y cada una de las mañanas me despertaba deseando que hubiera cambiado algo. Pero sabía que por mucho que lo deseara, las cosas no cambiarían. Guardé el diario en el segundo cajón de mi mesa y fui a prepararme para ir al instituto. Una vez terminada, cogí las llaves del coche y de casa, me colgué la mochila sobre los hombros y me metí en el coche. Era un BMW Z4 Cabrio azul eléctrico que me regalaró mi padre cuando cumplí los 16. Pasé por casa de Cara para recogerla.
- Hola, Alli. Date prisa o llegaremos tarde -Dijo mientras me mostraba una gran sonrisa- . ¿Alguna vez te he dicho que odio los lunes?
- ¿Cuántas veces te tengo que decir que no me gusta que me llamen "Alli"?
- Y entonces, ¿Cómo quieres que te llame?
- Pues prefiero que me llames Alisson, que para algo es mi nombre.
- Está bien "Alisson", arranca y conduce o llegaremos tarde al instituto -Dijo mientras miraba por la ventanilla entretenida, revolviendo un mechón de pelo entre sus dedos.
Cara era mi mejor amiga desde que la conocí el primer día de instituto. Se sentaba atrás del todo en clase y no se preocupaba lo más mínimo por saber lo que explicaban los profesores. Era la típica chica que se preocupaba más por su imagen que por sus notas. Nunca verías su largo pelo rubio descolocado, o tampoco la verías vestida con un conjunto que no la quedara a la perfección. Además Cara sabía todos y cada uno de los secretos de todas las personas de Greenwood. Si tenías un cotilleo y se lo contabas, lo más seguro sería que ya lo supiera ella. Al principio me daba un poco de miedo que lo supiera todo, pero me acabé acostumbrando.
-Maldito pueblo, ¿Nunca dejará de llover?
Vivíamos en Greenwood, un pueblo al que el sol parecía esquivar. Casi siempre solía estar nublado, si es que no estaba lloviendo. A mí, al contrario que Cara, me encantaba ese tipo de clima e incluso podría decir que me gustaba Greenwood. Lo que no me gustaba era la gente que lo habitaba. Todo el mundo sabía lo que pasaba y era casi imposible guardar un secreto, ya que la gente lo sabría incluso antes de que lo supieras tú mismo. Había un par de cafeterías, un restaurante, dos pequeños comercios de alimentación, una ferretería y una gasolinera en la salida del pueblo. Si querías comprar ropa o algún tipo de artículo de moda, tenías que ir a la ciudad, que estaba a casi cuatro kilómetros de Greenwood, pero yo solo iba alguna vez al mes. Odiaba tener que ir de tiendas y aguantar largas colas para pagar.
El aparcamiento del instituto no era muy grande, pero a pesar de ello, casi siempre estaba vacío salvo cinco o seis coches (Entre los que se encontraba el mío). Entramos al instituto y fui a mi taquilla; necesitaba recoger mi libro de física y química. Al abrir la taquilla, sentí unos ojos clavados en mí, pero al girarme, no había nadie detrás. A veces me solía pasar, sentía que alguien me miraba, pero en realidad no había nadie. En alguna ocasión llegué a pensar que me estaba volviendo loca. Entré a clase y me senté al lado de Cara, al final de la clase. Física y química era aburrida para ella así que siempre solía hablarme de algo, y casi siempre era sobre algún nuevo cotilleo. Noté que me miraba con una sonrisa de oreja a oreja, lo que siempre solía significar “Nuevos cotilleos, Allison”.
- ¿Nuevos cotilleos, verdad?
- Sí. Nuevos cotilleos, Allison - Ahí estaba esa frase. Nos sonreímos y siguió hablando-. Alguien me a dicho que ayer llegó a Greenwood una nueva familia. Para ser algo más concreta, sé que son dos chicos y tres chicas, todos hermanos. Además está su padre, pero creo que no tienen madre.