La puerta se abrió de golpe y di un paso hacia atrás. Me calmé rápidamente y vi que Bridgit había abierto la puerta. Detrás de ella estaban Ryan, Logan, Arya y un hombre alto y rapado que debía ser su padre; parecía joven para tener tantos hijos. Me miró con expresión seria y después, él y Ryan, mantuvieron una mirada fría y seria entre sí.Miré a Bridgit mientras me preguntaba una y otra vez cómo habría averiguado que estaba allí. Ryan se dio la vuelta y subió por unas largas escaleras que había a su espalda. Aquel hombre debió percatarse de la huida de Ryan y subió tras él. Logan apartó a Bridgit de la puerta y la cerró de un solo tirón. Estábamos los dos solos frente a su puerta y, en sus grandes y oscuros ojos, pude ver su preocupación.
- ¿Has escuchado mucho los gritos?
- No -mentí-, iba a llamar a la puerta justo cuando tu hermana me ha abierto de repente.
- Mejor -Parecía aliviado-. Quería empezar hoy el trabajo, pero creo que es mejor que te vayas, Allison.
- Empezaremos otro día, no te preocupes.
...
Cuando llegué a casa, me cambié y pasé la tarde estudiando. Ya por la noche, bajé a la cocina y me preparé un sándwich de pollo. Cuando terminé de cenar, subí a mi habitación y aproveché que no había nadie en casa para encender el equipo de música y poner uno de mis discos preferidos. Subí el volumen tan alto como pude y me tumbé en la cama. No quería quedarme dormida, pero me relajaba demasiado todo aquello: La música alta, nadie en casa que me molestara y la cálida temperatura que hacía en mi habitación. Pero ya era demasiado tarde. Todo el cansancio se había apoderado de mi cuerpo, obligándome a cerrar los ojos y a caer en un sueño profundo; un sueño del que no tardaría en despertar.
Un bosque lleno de árboles frondosos y tierra húmeda por la lluvia que caía me rodeaba. Comencé a correr sin motivo aparente. Cada vez iba más deprisa y, aunque yo quería frenar, no paré de correr hasta que no llegué a una deteriorada y abandonada cabaña. Me acerqué y abrí la puerta despacio, intentando hacer caso omiso de aquel molesto chirrido que hizo al abrirse. Por dentro parecía aún peor que por fuera. Una única y pequeña sala vacía, en la que se podía apreciar la porquería acumulada por años de abandono, era todo lo que tenía aquella vieja cabaña. Me acerqué a una ventana que había frente a mí e intenté mirar a través de la capa de mugre que la cubría. La sala, que antes la inundaba el sonido de la lluvia cayendo sobre el tejado, se quedó en un completo y aterrador silencio hasta que el escandaloso ruido de una explosión lo sustituyó. Los cristales que antes formaban las ventanas, ahora estaban hechos añicos y volando por el aire, acompañados de todo el polvo que se había levantado del suelo. Me tiré al suelo, apoyando mi espalda contra la pared y la cabeza sobre las rodillas y tapé mis oídos fuertemente con las manos.
Cuando todo se calmó, aparté las manos de los oídos. Tenía la vista borrosa y un pitido en los oídos me impedía oír nada. Miré hacia un lado y después hacia otro, pero la cabeza me daba demasiadas vueltas como para conseguir distinguir nada. Aquel odioso pitido no tardó mucho en irse, pero mis ojos seguían empeñados en no dejarme ver. Escuché unos pasos que provenían de fuera y vi una gran masa negra, que parecía la forma de una persona, entrar poco a poco en la cabaña. No conseguía ver qué o quién estaba en la puerta, delante mí.
- ¡No debías entrar! -No paraba de gritarme- ¡Debías quedarte fuera, como siempre! Olvídalo todo, olvida este sueño. Es lo mejor que puedes hacer -Su voz se hacía más familiar con cada palabra que decía.
- ¿Quién eres? -Grité con todas mis fuerzas, impotente por mi falta de visión- ¡Por qué no debo recordar esto! -Mi voz se iba volviendo más y más ronca con cada grito que daba- ¡Respóndeme!