Príncipes y Princesas de colores

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(Personalidad Naranja)

Está nevando, de nuevo, odio el frío, pero es lo normal en esta época del año. Dickinson, Dakota del Norte, es especialmente fría en navidad, no sé cómo pude acceder a venir a vivir aquí. Hasta hace poco vivíamos en Santa Bárbara, pero por razones de trabajo nos hemos tenido que mudar. Me gustaba vivir en California, tostarme al sol, oír a los pájaros piar, ir en patines por el boulevard, comer helados, escuchar música con mis amigas, y poder disfrutar de los chicos en bañador con esa piel tostada por el sol.

He tenido que cambiar mi vestuario, de las mini faldas, shorts, tops y sandalias, he tenido que pasar a los tejanos, abrigos, bufandas, guantes y botas altas.

En el nuevo instituto todo es gris, es apagado y descolorido. Me invade la tristeza paseando por esos pasillos largos y opacos. No hay brillo, no hay color. Los compañeros de clase son de tez blanca, haciendo que mi piel morena resalte entre todos ellos. Hasta ahora nunca me había molestado ser el centro de atención, pero una cosa es ser popular y otra muy diferente ser el bicho raro que no encaja. Además mi pelo rubio y ojos azules resaltan entre los cabellos morenos y ojos oscuros que abundan en el instituto, y en la ciudad.

Aún no ha sonado la campana, es un infierno de hielo vivir aquí, miro al cielo y está tapado, provocando tristeza, nostalgia y melancolía. Pienso en cómo eran mis recreos en River Said, el instituto privado al que iba, donde me codeaba con los más populares, era animadora del equipo de rugby, salía con el quarterback del equipo. Nunca pensé que le extrañaría tanto. Pero no porque le amara realmente, sino porque era alguien que me complementaba. Hacia salir mi risa tan espontáneamente, cosa que me hace falta ahora mismo.

Estoy sentada en un banco, situado en una esquina del patio, desde el cual se observa todo y cada uno de los diferentes grupos que están formados. Nunca pensé que me sentiría excluida de esta manera. Todos me ignoran pero me miran con curiosidad, como si fuera una especie nueva de animal que se ha infiltrado en su hábitat.

Busco en mi mochila mi libreta, es fácil encontrar cualquier cosa en ella, pues todo esta ordenado por tamaño. Me gusta sentarme lejos y escribir sobre aventuras y lugares a los que quiero ir.

Me he dado cuenta de que si quiero encajar debo dar el primer paso, no puedo sentarme aquí sola esperando que los demás se acerquen a mí, yo soy la nueva y debo integrarme.

El sol surge de entre las nubes, ilumina mi cara y me siento revitalizada. Es como si su calor me reviviera. Siento la fuerza y la energía suficiente como para dar un salto y plantarme ante ellos.

Vuelvo a dar un vistazo rápido, me coloco bien el jersey de lana, los pantalones largos y mi bufanda, y mientras me encamino hacia la mesa de los populares, los cuales van vestidos con ropas de colores vistosos, y abrigados no tanto como yo, pienso en todos los saludos posibles que puedo utilizar.

Me paro un par de veces antes de seguir adelante, pero el sol que me ilumina es tan cálido y tan fuerte que es fácil tomar la decisión.

Al final no fue mal, no me atraganté con mis palabras cosa que me preocupaba por los nervios. Todos fueron tan amables y cordiales, si que hicieron algunas bromas sobre mi color de piel, pero más por envidia que por tratarme como un bicho raro.

Puedo sonreír de nuevo. Además quieren ir el fin de semana al lago que hay en el pueblo vecino. Estoy radiante de satisfacción, a pesar de que se que no soy lo suficiente temeraria como para atreverme a bañarme en aguas tan heladas. Pero por lo menos vuelvo a tener amigos.

El Rincón de mis HistoriasWhere stories live. Discover now