Parejas disparejas

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Paseo montada en mi bicicleta, absorbiendo cada rayo solar. Me he puesto mi vestido blanco de gasa y mis merceditas blancas. Respiro el aire fresco de la mañana, paseando entre viñas, es lo más típico aquí en la Toscana. He viajado durante días recorriendo Italia, vi el carnaval de Venecia, me impresione con la Capilla Sixtina en el Vaticano, adoré al David de Miguel Ángelo en Florencia, y poco a poco he disfrutado de un viaje de encuentro conmigo misma.

A lo lejos veo a un joven, de piel bronceada, vestido con pantalón de lino de color café con leche y camisa de lino blanca, atuendo muy típico veraniego. Va acompañado de un perro, un pastor alemán, tiene el pelo moreno y un cuerpo bien definido. Me paro a una corta distancia de él y le saludo, pero no me responde, estoy segura de que me ve, pero por alguna razón no saluda. Quizás por mi desvergonzada actitud de saludar sin conocer o simplemente es un mal educado. Peladeo de nuevo, un tanto molesta por su comportamiento.

El día de ayer lo pase enfurruñada por lo de ese chico, espero volver a verlo, y así es, su perro por alguna razón corre hacia la carretera, veo venir un coche así que acelero, me bajo de la bicicleta y lo agarro del collar, tiro de él hasta llegar al arcén, donde su dueño llega despacio pero sin pausa. Es sorpréndete como es posible que no haya hecho nada para evitarlo, o haya corrido a rescatar a su perro, me enfurece que se comporte de esta manera.

¾Gracias

Es lo único que se le ocurre decir.

¾¿Cómo es posible que no hayas salido en su busca? Si no hubiera pasado por aquí en este momento no quiero ni pensar que hubiera ocurrido.

Parece que me mira pero hay algo extraño en este joven, observo con atención y no sé decir que es.

¾Lo siento muchísimo. ¾Sonríe como si se burlara de mí.

Al fijarme más detenidamente observo que sus ojos no son normales.

¾¿Eres ciego? ¾pregunto con la boca abierta, mi cara de nota incredulidad, pero no porque no le crea sino por mi estupidez. Me avergüenzo enormemente de las cosas que había pensado de él.

¾No deberías de preocuparte o sentirte mal, es algo a lo que estoy acostumbrado ¾dice con una sonrisa.

¾No estoy preocupada ¾muerdo mi labio inferior al pronunciar las palabras.

¾Que no pueda verte no significa que no pueda oír el tono de tu voz, escuchar tu respiración y darme cuenta que estas nerviosas ¾se ríe estrepitosamente. ¾Soy Marco ¾alarga su mano hacia mí para estrechármela.

¾Soy Sara ¾le correspondo al saludo.

¾¿Y cómo eres Sara? Ya sabes que no puedo verte y decirlo por mi mismo ¾se ríe de nuevo y me quedo fascinada con su risa.

¾Pues soy pelirroja, con ojos verdes y no sabría que más decirte ¾me río de nuevo pero es una risa nerviosa, ya que no estoy acostumbrada a esta situación.

¾¿Me dejas tocarte la cara? ¾es la única manera para verme, a su manera. Así que acepto.

Sus manos son suaves, y huele a uva y a otros olores que no sabría describir. Pero es un olor dulce y agradable.

¾Me gusta como frunces el ceño ¾susurra divertido.

¾¿Cómo lo haces?

¾Ven, dame tus manos ¾me dejo llevar por él.

Coloca mis manos sobre su rostro, y me pide que cierre los ojos, recorremos su cara con mis manos tocando cada pedazo de piel, siento como electricidad en mis dedos. Una sensación tan agradable que recorre mi cuerpo entero, desde los cabellos de la cabeza a la punta de los pies. Me dejo llevar, sentir, como nunca antes lo había hecho.

Me pone nerviosa que pueda saber y detectar tantas cosas de mí sin ni siquiera verme, pero me gusta, estoy totalmente entregada a saber más, conocerle más. Ha cautivado mi ser de una forma que nadie ha sabido.

Aunque me gustaría que me dijera lo bonita que estoy cuando me arreglo para él, eso es algo superficial al fin y al cabo, lo importante es lo que me hace sentir dentro de mi corazón, el cual palpita por él cada día con más fuerza.

El Rincón de mis HistoriasWhere stories live. Discover now