Frío

4 0 0
                                    

Hace frío. La chica de mirada brillante y algo cansada sentía los huesos congelados, temblaba, sus dientes crujían y se golpeaban unos con otros involuntariamente.

¿Qué es este lugar? Se preguntó aun desorientada ¿Dónde estoy?

Le costó un momento a su visión acostumbrarse al gélido ambiente, pero cuando al fin lo hizo pudo observar, boquiabierta, el desolador panorama que la rodeaba...

Nunca había visto un desierto igual, era inmenso, y frio, y estaba cubierto en su totalidad por una vasta e infinita cantidad de nieve, la visibilidad era poca, pero eso ya era mejor que el tupido bosque negro del que acaba de salir, lo que hacía a aquel sendero tan hostil era el frio, que ya estaba empezando a menguar las fuerzas de la chica de mirada brillante y algo cansada. Nada tenía para cubrirse además del abrigo que llevaba consigo siempre, pero aquello no era ni mucho menos lo suficientemente grueso como para salvaguardarla en una situación así.

"¡Maldita bestia!" Dijo en voz alta la chica de mirada brillante y algo cansada. "Debí dejar que me despedazara, y así acabar de una vez con este sin sentido... es evidente que jamás encontraré mi verdad."

A todo eso, la chica de mirada brillante y algo cansada había olvidado un importante detalle. ¿Cómo había sobrevivido a semejante caída? Debía haber muerto sin duda alguna, en estos momentos no debía estar pensando en el asunto, debía estar despedazada en el suelo por tan grande caída.

Entonces volvió a su mente el efímero recuerdo de una luz, una esférica y brillante luz que se acercaba a ella rápidamente y la rozaba, la rozaba y ella perdía el conocimiento. De alguna forma ese halo de luz esférico la había transportado a aquel lugar.

Las preguntas eran demasiadas, y la chica de mirada brillante y algo cansada no estaba segura de querer escuchar sus respuestas, así que sin más esperas empezó el único camino coherente, hacia delante.

Caminó y caminó lo que parecieron horas, el frio empezó a causar fuertes temblores en el escuálido cuerpo de la chica de mirada brillante y algo cansada, que pronto pasó a tener una mirada más cansada que brillante.

El frio estaba invadiendo su ser muy violentamente y faltaba muy poco para que su cuerpo cayera inerte en la fría nieve y jamás volviera a levantarse.

La chica de mirada brillante y cansada no podía retroceder, en ocasiones entraba en su corazón el deseo de hacerlo pero el viento, que ahora soplaba aunque mortal y frio le susurraba al oído unos versos:

"No muere el que sigue adelante, sino el que se detiene"

"No muere el que ignora su espalda, más el que atrás se gira, perece"

"No muere el que sigue a su verdad, más el que la abandona, ya ha muerto"

Con esos versos, y con la convicción de que eran ciertos, continuó sin dudar más por aquel terrible camino.

Pasó mucho tiempo, días tal vez, ¿Quien cuenta el tiempo en aquel lugar?, la chica de mirada brillante y cansada no podía levantar los pies, los arrastraba lentamente y cada paso que daba le costaba más. Esta vez estaba totalmente segura de que moriría, calculaba que alcanzaría a dar unos cincuenta pasos, tal vez sesenta, y luego caería derrotada al blando y blanco suelo. Su cadáver se congelaría y serviría como testimonio de lo imposible que era alcanzar la verdad del corazón. El viento y su corazón le habían mentido, la tierra tenía razón.

La chica de mirada brillante y cansada siguió arrastrando los pies, uno tras de otro, una y otra vez. Intento llorar pero su cuerpo estaba helado, intento gritar para que el mundo escuchase los alaridos de una de sus hijas, a la que había abandonado a su suerte, pero tampoco podía, su boca temblaba tanto que no podía articular palabra.

Existe un lugarWhere stories live. Discover now