•Capítulo 2•
[ pacto ]El señor Johnson miraba con el ceño fruncido y un semblante preocupado, las carpetas llenas de papeles.
Después de diecisiete años seguía sin entender cómo es que, siendo mellizos, hubiese sido únicamente Ava la mal parada.
Había algo en lo más profundo de el que le decía que podía ser una buena señal. Que, quizás, tras mucho tratamiento, Ava podía ser curada. Era una locura, lo sabía, pero amaba soñar despierto.
Ava había llegado a casa dos horas antes. Había insistido en que comiera algo pero ella se había negado. Había asegurado comer algo en la cafetería del colegio, pero no le creía.
Intentó preguntarle por su primer día, entablar una conversación con su hija, pero ella se había cerrado por completo, respondiendo a las preguntas de su padre con monosílabos y evitando todo tipo de contacto con el.
Las llaves girando una cerradura llamo la atención del señor Johnson, quién se quitó las gafas de contacto, y con una mirada cansada miró a la puerta. Ares y otro chico -quizás algún compañero de clase–, hablando y riendo.
Comenzaron a subir las escaleras, probablemente hasta el cuarto de Ares, pero su padre lo interrumpió.
-Ares -lo llamó.
-Oh, hola papá.
Ambos adolescentes se colocaron a la altura del padre. El hombre de mediana edad los observo.
-¿A dónde ibais?
-A mi cuarto, papá -contestó aburrido Ares.
-Tu hermana está arriba... -advirtió Johnson.
Ava se encontraba en su cuarto, haciendo su tarea de matemáticas. Ella estaba ahora tranquila, relajada, dentro de su entorno. No sabía cómo podía reaccionar si viese a Ares con otro chico.
Los chicos autistas, una de las cualidades que los define, es que son muy exagerados. Todo les parece el fin del mundo, o lo mejor del universo, y eso es algo que sin control podía ser dañino. Ava carecía de control.
Quizás ella pudiese pensar que Ares la había dejado de lado por otra persona, que ya no pasaría más tiempo con ella. Cosas totalmente erróneas.
-Vaya, Ares. No me habías dicho que tenías una hermana -habló por primera vez el rostro desconocido, mostrando una sonrisa pervertida.
En silencio que vino después pareció no importar a ninguno de los tres presentes, que lo masticaron sin problema. El padre de los mellizos se levantó cautelosamente de su silla, haciendo un sonido sordamente lento. Dio apenas tres pasos hasta colocarse a centímetros de los chicos.
Ares estaba pálido. Sabía que su amigo se había equivocado respecto su comentario. Y el inapropiado chico lucía una sonrisa divertida, parecía no ser consciente de su error.
-¿Quién es tu amigo, Ares?
Ares hizo el amago de responder, pero su acompañante se le adelantó, aportando más furor al asunto.
-Soy Athan, Athan Donovan para servirle, señor -contestó, para después hacer una inapropiada reverencia.
El señor Johnson sonrío sin gracia, colocando sus manos detrás de su recta espalda
-Está en mi equipo de fútbol -aclaró Ares.
-Bien, Athan. Que sea la última vez que tu sucia boca nombra a mi hija -contestó su padre, ignorándolo por completo.
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Baila para mí.
RomantikAva Johnson es una entre un millón. Un caso único e impredecible. Algo extraño. Su vida nunca fue fácil, a pesar de que tampoco fue difícil. Simplemente no fue. Su hermano junto con su padre, desesperados, le dieron la espalda a su antigua vida, b...