C I N C O

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Pasado:
(8 años antes)

"Juró que  la mato"

Se prometió enfadada subiendo apresuradamente las escaleras de aquella vieja biblioteca, y una vez llegó al último peldaño de las gradas, no perdiendo tiempo se adentró en el vestíbulo dando grandes zancadas. Mientras más rápido encontrará lo que buscaba, mejor.

Lo que le hizo recuerdo de que nadie la ayudaría a terminar el proyecto. Inhalo profundamente al chocarse con la realidad, estaba más que enojada con esa pelirroja teñida que se hacía llamar su amiga. La cual solo minutos antes acababa de avisarle vía mensaje de texto que no llegaría al lugar que habían acordado para hacer el trabajo la semana pasada. Sin duda alguna se arrepentía enormemente de haberla elegido como su compañera. Si tan sólo hubiese sabido lo pésima que era trabajando en pareja, ni siquiera se le hubiera ocurrido sentarse a su lado.

Decidida a terminar con aquello lo antes posible, buscó con casi  desespero la ayuda de una de las encargadas del lugar, quien amablemente le dio una guía sobre los mejores libros del tema que ella tenía que investigar. Siguiendo cada una de las indicaciones al pie de la letra, se encaminó por uno de los estrechos pasillos que la conducirían hacia lo que suponía era el estante donde encontraría lo que necesitaba.

Pero a medida que avanzaba comenzó a sonar la melodía de su celular, con los dientes apretados se dispuso a buscarlo dentro de su bolso y cuando estaba a punto de dar con el teléfono el cierre de uno de los bolsillos se trabó. Y para su mala suerte, ninguno de sus improvisados intentos por arreglarlo funcionó, por el contrario termino arruinándose el esmalte en unas de sus  uñas. Cuando recién pudo tener el teléfono en sus manos tuvo que contener las ganas de arrojarlo al suelo.

—No estoy de humor Fernanda—fue lo primero que dijo una vez descolgó la llamada.

—¡Cuando lo estás es la pregunta! —se  burló su amiga al otro lado de la línea.

—Mira realmente estoy ocupada, así que dime ¿Tu llamada es importante?—increpó brusca, sin importarle sonar desagradable.

—Mejor dime a que se debe ese humor de perros que te cargas hoy. —ofreció conciliadora Fernanda al otro lado de la línea.

—Un sólo nombre—murmuró de mala gana — ¡ANDREA!—grito colérica. —La desgraciada esa, no se va salvar. Voy a hacer que se arrepienta por haberme dejado a mi todo el trabajo.—sentenció con rabia

—Que casualidad...— al escucharla usar ese tono jocoso, supo de inmediato que no le agradaría escuchar lo siguiente. —Te llamé porque quiero que te enteres de primera mano sobre el pequeño secretito que nuestra querida amiga lleva ocultando de nosotras. —intentó ignorar la burla oculta, pero no fue capaz. Fernanda era experta en meterse en la cabeza de los demás, y ella no era inmune a sus habilidades, es más en ese instante se sentía como una presa fácil.

—¡Habla de una vez!— demandó gruñona, importandole muy poco si sonaba pesada.— Porqué para eso me llamaste ¡no!—debía comenzar a calmarse reconoció de repente, apoyándose sobre los estantes. — ¿Me lo  dirás o tengo que ir a preguntarle a ella?—preguntó más relajada.

—Tu sexi rubio tiene una nueva admiradora. —Sam se quedó callada esperando a que continuará. Pero Fernanda  no lo hizo, en su lugar guardó por un momento silencio. De seguro esperaba que sacará los celos a flote. En ese caso se tendría que quedar sentada esperando.

— ¿Y cómo te enteraste?—interrogó con sequedad rompiendo el tenso silencio.

—Los vi muy acaramelados en una cafetería. — contó indiferente. —Comenzaba a creer que tu amigo no le daría pelota, pero tal parece que me equivoqué. Lo que un par de tetas hacen...— no pudo seguir escuchando más, la noticia de que esos dos se estaban enrollando se repetía en su cabeza, haciéndola incluso sentir enferma.Colgó la llamada sin importarle los reclamos al otro lado de la línea.

Puntadas AbiertasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora