*Cápitulo 1: Ático*

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"Todo lo que tenemos que hacer es amarnos, amarnos el uno al otro sin que nos perjudiquen las miradas de los extraños que vemos por la calle, porque ellos, todos ellos, no saben lo que hemos tenido que pasar para poder estar hoy el uno junto al otro."

FIN

Cierro el libro cuidadosamente y vuelvo a observar la portada junto con el título, el libro que me recomendó, el bibliotecario del pueblo, era el típico romance adolescente en el que una chica y un chico tenían un romance en el que ocurrían engaños y desgracias pero que al final lograban perdonarse y estar los dos juntos para siempre, o por lo menos eso te hacían entender todos los finales de los libros románticos que acababan bien. Deje el libro en el suelo al lado del colchón desgastado donde estaban otras pilas de libros.

Me levanté y mire perezosamente por la ventana llena de polvo, mientras pensaba de nuevo en el libro que acababa de leer. En los libros el amor parecía tan fácil, era como si los personajes supieran que eran el uno para el otro con solo mirarse a los ojos. Hace poco me di cuenta que yo nunca me había enamorado, había sentido atracción por otros chicos pero nada más, nunca algo serio que de verdad me hubiera hecho replantearme pasar mi vida con alguno de ellos.

Para mí el amar y el odiar son los sentimientos más fuertes que alguien puede llegar a experimentar por otra persona, no puedo tomármelos a la ligera como hacen muchas personas diciendo te quiero cuando llevan solo un mes de novios, para luego romper poco tiempo después. O como cuando alguien no les cae bien y ya dicen que le odian, ese odio no lo tendrás dentro de ti para siempre. Simplemente la mayoría toman esos pequeños sentimientos en algo más grande de lo que en verdad son y creen haberlos experimentado en su máximo apogeo, cuando en realidad no saben realmente su verdadero significado.

Pensando así parecerá que soy alguien sin sentimientos, pero yo creo que soy más sensible que otras personas ya que cuando llegue el día en que lo sienta, estaré completa. Nunca se lo he confesado a nadie pero siempre he tenido la sensación de que me falta algo o alguien, y hasta que encuentre eso que me falta no estaré tranquila.

Cansada de mirar por la ventana y tener pensamientos más profundos de los que me gustaría, decido darme una pequeña siesta en el colchón que está en el suelo, ese colchón lo traje de mi casa hasta aquí ya que iban a tirarlo y en el ático de la casa de mi vecina le daría mejor uso. Como la echo de menos, era una señora realmente amable con todos, graciosa y siempre tenía una sonrisa en su rostro. Desde pequeña me ha gustado ir a su casa, nos podíamos pasar la tarde cocinando, tejiendo o viendo películas viejas, era tanta la confianza que nos teníamos que me dio la llave de repuesto de su casa para que pudiera venir al ático cuando quisiera ya que me gustaban las vistas desde allí. Ella sabía que mi relación con mis padres no era ni es la mejor del mundo. Por eso aún sigo viniendo aquí después de su muerte, me recuerda a ella y es un lugar que me trae tranquilidad y paz. Pensando en los buenos momentos que pasé con ella el sueño me vence y caigo rendida en el colchón.

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Abro los ojos lentamente por un ruido y miro por la ventana... ¿¡Es de noche!? Pero, ¿cuánto he dormido? Vuelvo a oír el ruido que me despertó y descubro que son crujidos de madera, más específicamente de la escalera de madera del segundo piso. Aterrada me levanto rápidamente tirando la pila de libros al lado del colchón, lo que provoca que el crujido de la madera cese. ¡La persona que estaba subiendo las escaleras me ha oído!

Después de unos segundos vuelvo a oír las pisadas y el ya familiar crujido, está viniendo al ático. Sin saber muy bien por qué, corro a esconderme en el armario de la esquina que milagrosamente no tiene nada en su interior y me ayuda a poder cerrar sus puertas. Oigo el gruñido de la pesada puerta del ático. Por las rendijas del armario veo la sombra de una persona, no sabría decir si es un hombre o una mujer por la oscuridad de la habitación. ¿Por qué hay alguien aquí? Y además a estas horas, ¿serán drogadictos? Tal vez son okupas que han visto que en esta casa no vivía nadie y han decidido instalarse aquí.

¡Oh Dios se está acercando! Y acabo de percatarme de que es un hombre, va vestido bastante normal solo he podido ver su ropa con claridad por lo que no descarto aún de que sea algún drogadicto o un mendigo. Está revisando todo el cuarto y no parece que se vaya a ir hasta encontrar lo que busca. Busca cerca del colchón y ve los libros en el suelo, se agacha para coger uno, momento en el que puedo ver su cara gracias a la tenue luz que se cuela por la ventana. Parece un chico de mi edad y hasta me atrevería a decir que es atractivo. Me coloco un poco en el armario pues se me están empezando a dormir las piernas, pero él lo escucha y mira rápidamente al armario para luego ir hacia él. Estoy perdida me va a descubrir y a saber que me hará, solo espero que no sea nada doloroso, cuando ya ha puesto una mano en el picaporte para abrirlo cierro mis ojos esperando lo peor. Pero en ese momento una voz se escucha fuerte lo que provoca que el chico no abra el armario y me descubra.

—Taehyung, ¿¡qué estás haciendo ahí arriba!? ¡Baja a cenar todos te están esperando! — El chico llamado Taehyung suspiró pesadamente y salió por la puerta. Mi corazón me iba a mil, nunca había pasado tanto miedo en mi vida. La mujer parecía ser su madre entonces no creo que se traten de drogados ni ocupas sino más bien de nuevos vecinos. Lo extraño es que no he escuchado nada de que ninguna nueva familia se iba a mudar al barrio, y lo que más me sorprende es que en el tiempo en el yo estaba dormida les haya dado tiempo de hospedarse.

Taehyung y tú - Heart Feelings Donde viven las historias. Descúbrelo ahora