Ultima Cruzada

Capitulo Uno: Asno!

Nathan sabía que la situación actual no tendría un resultado placentero. Quizás pensó que al alejarse de la vista del maestro sentándose atrás, situaciones como esta podrían pasar desapercibidas. Al menos así él pensó, pero no es fácil llevar esta cruz. Miraba el suelo mientras pensaba que iba hacer cuando llegara el maestro al lugar en donde estaba. Los compañeros del salón se miraban, sonreían y murmuraban entre sí. Parecían pequeños diablillos que no tramaban, sino observaban y con ansias anticipaban lo que se desataría en unos minutos. El sacerdote Jean Paul, erudito de la fe y las ciencias, no era el maestro para buscarte pleitos. No solo por su arrogancia y poder satánico o talento de ver si mientes o no, sino que intimidaba con su apariencia física.

El profesor tenía la piel blanca, era delgado ya de tanto ayunar. Tenía una joroba grandísima en su espalda de tanto leer en noches de desvelo la palabra de Dios. Sus ojos eran grandes, que ya, con el pasar del tiempo habían perdido el color azul cielo. Utilizaba un bastón hecho con madera de roble y tenía escrito en latín: "Señor perdónalos que no saben lo que hacen" para caminar y apoyarse. Nathan recuerda que Jean Paul tenía canas desde que tenía memoria y ya tiene 14 años o 15 quizás, realmente desconoce cuándo llego, donde, como y quien lo trajo a este mundo. Su inicio era tan incierto como el rumor que rondaba en los pasillos de la escuela sobre Jean Paul. Supuestamente, le había pedido a Dios la inmortalidad para que los descarrilados (Séase nosotros) reencontraran el camino al señor. Nathan solo pensaba que eran supersticiones pretenciosas con la intención de traer disciplina atreves del miedo a sus alumnos.

Era habitual que el profesor, mientras daba las clases, se paseara entre los asientos de los descarrilados para ver si el ocio, pecado capital, no se había propagado como la lepra. Jean se acercaba a Nathan a paso lento y el tiempo pasaba aún más lento. Sentía que el fin se acercaría, pero no para él, sino para su hermano menor Jerome.

El señor Jean se percató de la postura de Jerome. Se le sonrojo la cara, las entradas de la nariz se expandieron y sus labios se le ciñeron. Y luego de un gran suspiro, Jean dijo "La ociosidad camina con lentitud, por eso todos los vicios la alcanzan" dijo San Agustín. Dijo Jean, al llegar al pupitre de Jerome, quien tenía la cabeza sobre este, con sus dos brazos entrelazados en la frente.

De repente un sonido brusco salió de Jerome, había sido un ronquido. Nathan pensó en ese instante como seria vivir Paris, Francia, sin un hermano menor. Exploro(Acento) las posibilidades de vivir tranquilamente sin preocuparse en la tarde por las quejas de los vecinos y los vendedores. Luego del sonido perturbador, Jean miró a Nathan de reojo levantando la ceja. Nathan sintió como la mirada perpetraba sus ojos causándole estribos en el estómago y, al mismo tiempo, sentía un enorme coraje. Jean levantó su bastón y arremetió contra el pie de Jerome con la base del mismo. Levantó la cabeza de manera repentina exclamando ¡diablos! y al tratar de agacharse para cogerse el pie golpeo su frente contra el pupitre.

Los compañeros de clase comenzaron a reírse en voz baja, algunos sonrojados intentando no explotar de la risa. Nathan no podía hacer nada, esta vez simplemente ve las consecuencias de los actos de su hermano en vergüenza. ¡Silencio! Exclamo Jean. El profesor prosigue a tomar a Nathan por la oreja, ocasionando que este exclame de dolor. Lo levanto y lo encamino fuera del salón a un paso rápido mientras Jerome intentaba alcanzarle cojeando de un pie. Los compañeros del salón se reían y miraban a Nathan de manera burlona.

-Ya me harté de ti Jerome- dijo en voz baja.

Jerome aun atónito y dolido de lo que acabo de acontecer no dice nada. Aún no sabe si es una muy mala pesadilla o si es la realidad.

- ¿Acaso no entiendes? Esta es la única manera que tú y tu hermano salgan del problema en el que están- exclamo Jean con enojo.

Al decir eso, entro al salón y le hizo un gesto a Nathan para que se acercará a donde él. Nathan, obediente, se para rápidamente y se acerca al profesor, quien le toma por el brazo y lo junta a su hermano.