ACTO ÚNICO

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El viento que golpeó el rostro del Doctor al salir de la TARDIS era acompañado por diminutos copos de nieve que se quedaron atorados en su cabello y ropa, haciéndole temblar por unos momentos.

Pero no, el Doctor no temblaba sólo por ello. Todo su interior se sacudía violentamente, lidiaba una guerra contra sí mismo, porque moría. La radiación contenida en su interior seguía allí, y aquella era la única recompensa que obtenía al final: la oportunidad de visitar y ayudar a unos de los cuantos que le habían brindado compañía en muchas de sus aventuras, sus fieles y queridos amigos, antes de morir. 

Un fuerte dolor golpeó su pecho, obligándolo a retroceder y esconderse en las sombras, cerca de una pared. No, pensó, no ahora. No quiero morir.

—Llego tarde, me lo perderé. Es medianoche—escuchó de pronto—. Mickey me va a llamar de todo y es tu culpa.  

Reconoció al instante esa voz. Rose, su querida Rose Tyler. Las palabras empezaron a amontonarse en su cabeza, luchando por formas oraciones coherentes, algún pensamiento cuerdo.

—No, no lo es, es de Jimbo—replicaron en respuesta. Esbozó una leve sonrisa. Jamás había sido tan feliz de escuchar a Jackie Tyler—. Me dijo que él nos llevaría, luego dijo que se le rompió el eje... No puedo hacer nada.

¿Qué se suponía que debía hacer? Rose no lo reconocería, por supuesto. ¿Cómo se pararía frente a ella a despedirse y controlar todo lo que deseaba decirle?

—Deshazte de él, mamá, es un inútil.  

El Doctor volvió a sonreír. Oh, Rose y su buen carácter. Amaba a su madre con fervor, y aún así, cuando tuvo que hacer una elección, lo había escogido a él por encima de ella. 

Pero él la había perdido.

—Escúchate, sales con un mecánico—la sonrisa se borró del rostro del Doctor. Jackie tenía razón. Mickey había sido el novio de Rose antes de conocerla, otra razón por la que debía controlar su boca y mejor mantenerse apartado. Al menos, tenía el privilegio de verla una vez más—. Se justa, con mis años no voy a conseguir nada mejor.

Se detuvieron cerca de él. Podía verlas desde donde se encontraba. De pronto se sintió como el ser más feliz y afortunado del universo. Rose Tyler estaba frente a él, a unos metros. Fue como si la luz lo alcansase en su escondite en medio de la oscuridad y la agonía.

—No digas eso. Nunca se sabe, podría haber alguien por ahí.

El Doctor recordó brevemente uno de sus primeros encuentros con Jackie, durante su anterior regeneración. Ella se le había insinuado, y luego estaba toda su extraña relación dónde al principio creía que sólo debía soportarla porque se trataba de la madre de su amiga, aunque después aprendió que en realidad le había cogido cariño. Jackie Tyler y sus regaños, Jackie Tyler y sus gritos, Jackie Tyler y sus interminables cuestionamientos...

Y ahora ella era feliz, en otro universo. Tenía a su esposo, un nuevo hijo —el cual llegó a engañar al Doctor diciéndole que le había puesto su nombre, vaya mujer— y a Rose. La feliz familia. También, como olvidar que Rose, de alguna forma, lo tenía a él igual. Pero el Doctor no la tenía a ella, no como deseaba. Seguía tan solitario como al inicio.

—Tal vez, algún día...—Jackie sonrió y abrazó a Rose—. Feliz año nuevo.

A pesar de que no veía directamente el rostro de Rose, imaginó que igual sonreía al desearle feliz año nuevo a su madre. Tras unos segundos ambas se separaron y despidieron. Jackie se fue en una dirección, Rose en otra, y el Doctor debía hacer exactamente lo mismo.

Light; Décimo DoctorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora