Servicio doméstico

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Despertó lentamente por los rayos de Sol que se colaban por la ventana, la cual estaba sin ningún tipo de cortina o persiana

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Despertó lentamente por los rayos de Sol que se colaban por la ventana, la cual estaba sin ningún tipo de cortina o persiana. Al momento de bostezar con pereza e incorporarse sintió algo a su lado, y estaba segura de que no era algún peluche o cojín.

—¿Quién eres? —era una pregunta dirigida a la nada puesto que la otra persona aún seguía durmiendo con un sueño bastante pesado.

Zarandeó levemente un brazo de la contraria y vio como esta comenzaba a despertar con pesar. Frotó sus pequeños y verdes ojos y miró somnolienta a su hermana mayor, la cual había dormido con ella.

—Hola, eres Jocelyn ¿no? —enarcó una ceja y sonrió mientras le extendía su mano para que la contraria se la estrechara.

—Sí, yo soy Jocelyn... Y supongo que tú serás Olivia —estrechó su mano con la de la contraria con algo de fuerza y observó su físico con detenimiento.

Tenía un hermoso pelo del color del mismísimo Sol, era liso y le quedaba algo por encima de los hombros. Sus ojos eran verdes como brillantes y relucientes esmeraldas, y estos soltaban un brillo resplandeciente. Además de todo ello, Olivia emanaba una aura de alegría como ninguna que se hubiera percibido antes.

—Jocelyn, ¿puedo preguntarte algo? —la observó durante indeterminados segundos y después se levantó de la cama de un salto, como si fuera el resorte de un muelle.

—Sí, claro... Dime lo que sea, estoy aquí para responder a todas tus dudas —sonrió dulcemente y observó cómo la contraria se quitaba su pijama azul de conejitos para después ponerse un largo y lindo vestido color rosa pastel.

—¿Por qué no te he conocido antes? —se sentó en el borde de la cama y comenzó a colocarse unos lindos zapatos de color negro.

—Bueno, mi madre era la que debía quedarse conmigo... Y no quería a nuestro padre cerca de mí —rodó sus ojos al recordar las cosas que podía llegar a hacer su madre sólo para que el mayor no se pudiera acercar a ella—. Pero ahora estamos cerca y es lo que importa.

—Oh, entiendo —sonrió y se quedó observando por unos segundos a su hermana mayor para después hablar de nuevo— ¿No te vas a poner otra ropa distinta? Esa ya la llevaste ayer.

—¿Y tú no piensas peinarte? —preguntó en un torno arrogante y burlón mientras que señala el despeinado y rebelde pelo de la más pequeña ahí presente— ¿O acaso quieres tener un nido donde puedan entrar los pájaros?

—Así estoy bien —respondió mientras se cruzaba de brazos y hacía un tierno puchero—. Bueno, ¿vamos a bajar de una buena vez? Que el desayuno ya debe de estar preparado.

—Entonces vamos —dijo sin más y comenzó a caminar algo más animada por haber conocido a su pequeña hermana y que hubiera resultado ser bastante maja, no como las demás chicas del colegio que solo le producían desagrado y asco.

Salieron del cuarto a paso apresurado, no querían perderse el desayuno por nada del mundo. No después de que ninguna de las dos había cenado por la emoción de haber querido conocerse, pero no pudo ser debido a que Jocelyn llegó agotada del viaje en el que habían tardado horas y solo para poder llegar a la casa.

—¿Hacemos una carrera? —preguntó la rubia mientras observaba a su mayor bajar las escaleras con un paso bastante aligerado.

—Perderás, yo siempre gano —sentenció mientras comenzaba a correr y dejaba a Olivia atrás sin que tuviera tiempo de responder a las desafiantes palabras que había dicho.

—¡Ey, eso no vale! —intentó correr más rápido que ella o al menos seguirle el ritmo, pero le fue imposible puesto que era algunos años menor a su hermana.

—¿Ves? Te lo había dicho, yo siempre gano —dijo con un aire de superioridad mientras observaba la comida que había sobre la mesa y que desprendía un atrayente aroma que la incitaba a devorarlo todo sin ningún tipo de escrúpulos.

—¿Jocelyn? —una voz desconocida para ella se hizo presente y observó a una mujer de unos 35 años que se acercaba hacia ella con rapidez— Hola, soy Victoria, una de las dos amas de casa, la otra es Paola.

Señaló a una mujer de unos 40 o 50 años, se veía a simple vista que era bastante mayor pero su cara no tenía ni una minúscula arruga, tal vez fuera por las múltiples cremas que usaba o por la cirugía láser que se había hecho hacía un mes.

—Hola pequeña Jocelyn, yo soy Paola —le dio un abrazo a la nombrada primeramente y se separó después de unos segundos para poder observarla y examinarla a fondo.

Era una niña muy linda y tierna a su parecer pero había algo que no la convencía del todo. Presentía que la pequeña tenía algo malo, y aunque pareciera resplandeciente y lúcida como el Sol por fuera... Ella juraría que por dentro escondía una oscuridad maliciosa, algo que, seguramente, era capaz de acabar con cualquiera que no estuviera apoyándola. Tragó saliva pesadamente y alejó aquellos raros pensamientos, si bien Jocelyn la miraba con una expresión alegre, por dentro de preguntaba en qué diablos pensaba Paola y porqué se le había quedando mirando por tanto tiempo.

—Id a desayunar pequeñas traviesas, no querréis que las tostadas se enfríen ¿o sí? —Victoria ofreció una sonrisa a las menores, y se alegró aún más cuando las vio sentarse y comenzar a comer con ganas.

—¡Todo está muy bueno! —exclamó Olivia mientras revolvía sus tostadas en el plato y se entretenía en separar la escasa corteza que quedaba en el pan.

—Cierto, todo está muy rico —afirmó Jocelyn mientras asentía con su cabeza en señal de aprobación hacia el comentario que había dicho anteriormente la rubia.

Mientras tanto, Paola comenzaba a pensar en algo que la inquietaba demasiado, a tal punto de lograr estremecer todo su cuerpo y que sintiera algún que otro escalofrío. Había escuchado hablar a July y a Izan sobre Jocelyn y ella escuchó toda la conversación ajena. Hubo algo que la inquietó, una frase que le había dicho Izan a su esposa: "Que no te parezca extraño que Jocelyn mate animales, que se comporte infantilmente, que haga amenazas o que haga insinuaciones sobre intentar matar a alguna persona... Ella es así, una niña muy especial".

—¿En qué piensas tanto? —Victoria la sacó de sus pensamientos, y después de eso volvió a plantearle otra pregunta— ¿Vas a ponerte a limpiar de una maldita vez? Porque no nos pagan por quedarnos mirando hacia ninguna parte.

La de pelo color caoba asintió y consiguió convencer a la contraria, quien sólo se alejó a limpiar la cocina.

—Debo descubrir más de esa niña... Puede ser un peligro y su padre lo sabe, así que yo le demostraré que ella debe irse —habló en voz baja mientras que cogía una fregona y un cubo repleto de agua para comenzar a fregar el salón, aún sin salir de sus pensamientos—. Deberé hacer que todos vean la clase de monstruo que es Jocelyn porque estoy segura de que detrás de esa cara bonita... Se esconde una niña fría, calculadora y psicópata; haré que todos descubran cómo es ella, incluso si para ello debo tenderle una trampa, pero lo conseguiré.

Si tan solo supieras que Jocelyn te estaba escuchando y que estaba pensando en cómo torturarte lentamente hasta matarte...

—Quizá para la próxima no vuelva a meterse en los asuntos ajenos... Oh, es cierto, no habrá próxima —pronunció Jocelyn en voz baja y después de eso le dedicó una fría sonrisa a Paola, seguido de ello comenzó a reír al ver la cara de espanto de esta última.








¡Hola!

Espero que el capítulo de hoy no lo vean muy aburrido... Hice lo que pude, prometido.

Por cierto, la chica que está en multimedia es Olivia.

Jocelyn // Obsesión PsicópataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora