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Dios, dios ¡DIOS!

Jesús venía de regreso de la tienda, insultando a su amigo Ángel de mil y un formas, preguntándose el porqué había hecho aquello, se sentía demasiado confundido por todo lo que estaba sintiendo en el pecho. Esa extraña calidez que le provocaba verlo, sus manos temblorosas y sudorosas.. y sobre todo, su increíble perfume tan masculino.

Eso era algo que no sentía con ningún otro. Sólo con él, a sus demás amigos los quería y se llevaban súper bien, pero con Ángel siempre había sido diferente, eran un poco más unidos, y solía ir a su casa más a menudo.

La sensación era similar a cuando una compañera de su salón le había llamado demasiado la atención, justo ahora ya no se acordaba de su nombre, aquello pasó cuando estaba en secundaria. Pero creía que esta situación se estaba volviendo un poco más intensa.

A tal grado de querer huir.

En ese momento paró en seco enmedio de la calle, y con su bolsa de papas enchilosas en la mano, se quedó en shock ante el repentino pensamiento fugaz que atravesó su mente. Acaso.. ¿Era amor? ¿esto es amor? Demonios, ¿encerio le gustaba Ángel? Agh, ¡Esto no le agradaba para nada! Estar confundido por sus acciones, y que todo ello le provocara cosquillitas en la panza.

Comenzó a jalarse el cabello con exasperación, pareciendo loquito haciendo berrinche él solo. Y justo cuando había híper jurado que no era gay.

—¡Hey! —Jesús terminó por pegar un salto ante el repentino toque que sintió en el hombro.

Y también por el grito, claro.

—¿¡Qué pasa?! —exclamó asustado, volteando para ver a la persona causante de tal susto.

No le había hecho nada de gracia.

Lo primero que vio el castaño fue una cabellera negra, larga, lacia y envidiablemente brillosa. Después, a esa chica de piel morena clara, con una sonrisilla.

—Si te quedas en medio de la calle podría pasar un carro y atropellarte, sonso. —Jesús apreció a Rosa con su típico gesto burlón.—¿Que traes? ¿Enserio te asusté demasiado?

El chico soltó un gran suspiro.

—Pf, claro que no.. solo fingí para no hacerte sentir mal. —está más que obvio que mintió, y eso lo notó la muchachita.

Esta negó lentamente con la cabeza, posando ambas manos sobre su cintura.

—¿Estás seguro? Porque saltaste bien chistoso, y ese gritillo de niñita que diste.. —rió con todas las intenciones de ofenderlo, Jesús hizo un puchero.

—Que mala eres, nunca cambias. —se cruzó de brazos completamente afectado.

Rosa se tomó unos segundos para retomar la compostura, regresando a estar más calmada, mirando con curiosidad al chico.

—Y dime, ¿qué sucede? —preguntó mientras colocaba un auricular en su oreja, se lo había quitado para hacer su hazaña.

Jesús la miró con incertidumbre.

—¿Yo? Nada, ¿por? —esperaba que ella no lo haya notado tan pronto.

Rosa suspiró, comenzando a caminar para que el otro la siguiera. Y así fue.

—No te hagas el que no sabe, yo se que tú algo tienes —soltó mirando al frente. —Venías peleando contigo mismo como todo un esquizofrénico. —y lo volteó a ver, con esos ojos de chica sabelotodo. —No es algo que suelas hacer tú, no que yo sepa.

Siempre sabía leerlos a todos.. a Luis David casi no, pues era bastante bueno escondiendo las emociones de su cara.. y quizá a otro amigo que ahora estaba de vacaciones, aunque bueno, ellos eran con quién menos hablaba. Quizá era por eso.

Creo que ¡TE AMO! [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora