Capitulo XI

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"La llamada"

Pov Athenea

Me detengo a unos metros para poder limpiar mis lagrimas y pensar en una excusa para mis padres puesto que ellos ya han sufrido demasiado, pero la suerte no está de mi lado, desafortunadamente mi padre llega al mismo tiempo que yo, quien me mira y baja a toda prisa y esto gracias al simple hecho de llevar el cubrebocas, porque él sabe todo lo que he pasado.

- ¡Mi chiquita!, ¡No de nuevo, dijiste que él ya te había dejado en paz! -

Acurruca mi cara entre sus manos con tanto amor, a lo que mi valor de mirarlo en ese momento se esfuma, su voz es una mezcla de ira con tristeza y lo compruebo cuando tomo sus manos de mi cara para darle tranquilidad y deposito un beso en cada una, pero puedo notar que de nuevo que mi padre tiene esa mirada de no saber que hacer y sentirse culpable de lo que me sucede, al ver sus ojitos con pequeñas bolsas de cansancio de bajo de ellos, mi corazón se estruja y lo abrazo como si mi vida dependiera de ello, la realidad es que si, sin mi padre o madre no soy nadie, ellos son y serán mis héroes y no tienen la culpa de nada, soy yo quien debe de recriminarse por no poder tener un poco más de valor y enfrentar a ese animal con cuerpo de hombre, ¡Por Dios Athenea es solo una persona común y corriente, por que le temes tanto! Me repito una y otra vez.

Nos separamos y en silencio entramos juntos a casa, pero no sin antes pedirle un favor.

-Padre te pido perdón por ser tan débil y dejar que esto llegue a mayores- suspiro y bajo la mirada -Solo ayúdame con ser tu quien hable con mamá y convencerla que no haga algo imprudente en contra de él, por que sabemos que al final será en vano y las cosas pueden empeorar para nosotros, por favor- le suplique, asintió y me dio una sonrisa triste sin mencionar una palabra más.

Como era de esperarse mi madre esta F U R I O S A, lleva una hora sin dejar de maldecir sin mencionar las lagrimas que ha derramado, los mil abrazos que ya me dio y las maletas que ya hizo para irnos hoy mismo, pero como bien se lo explicamos eso es imposible, mi padre recién gasto en la universidad de mi hermana Dhamar y en la escuela de Samira sin mencionar que cambio de auto hace poco, fueron gastos que no contábamos con ellos y tampoco me quiero ver como una cobarde yéndome de mi ciudad por que un psicópata este obsesionado conmigo, entiendo la importancia de la situación pero siempre dicho que "el valiente vive hasta que el cobarde quiere" un dicho típico de México que mi abuela nos decía siempre.

Necesitaba de un baño largo, donde las gotas del agua caliente me relajaran, al finalizar me unto mis cremas y fragancias que realizo con diferente tipo flores, ahora si me visto con mi pijama de seda color gris y tomo mi tiempo para secar mi larga cabellera.

Mi celular comienza a sonar por no se donde y como loca levanto el edredón, las almohadas y nada, corro a mi baño pero no lo logro encontrar, deja de sonar y ahora es más difícil saber dónde jodidos lo deje, hago un recorrido mental para poder recordar y no es posible.

-En el cajón de la ropa interior, ¿Es enserio Athenea? - me reprimo en voz alta.

Lo desbloqueo y es un numero desconocido, quizá se equivocó, pero mi subconsciente como siempre en pánico comienza a decirme que... ¡puede ser urgente y alguien está en peligro! -Es mejor que regrese la llamada- me respondo a mí misma, comienza el sonido de la llamada saliente, pero nadie la atiende, lo intento de nuevo, pero no obtengo respuesta, en fin, dejo de insistir y me dispongo a acomodarme en mi fresca y cómoda cama apagando las luces y cerrando mis ojitos, pero extrañamente no saco de mi cabeza quien quiere localizarme, el número es de otro país.

- ¡Rayos! San Google necesito de ti- menciono al tomar mi celular y emprender mi búsqueda del destino de la lada. - ¡No es posible!, ¡¿Enserio de Rusia?!- suelto una carcajada porque ahora sí que se pasaron estos extorsionadores, bloqueo el número, bloqueo mi celular y llego el momento de bloquear mi mente.

- ¡Athenea! ¡Athenea! - escucho los horrorosos gritos de Dhamar y ahora los de mi madre, somnolienta abro mis ojitos esperando ver la luz del sol, pero espera... ¿Por qué este obscuro? ¿Sera que...? ¡OH NO!

- ¡Mamá me quede ciega! ¡No veo la luz del sol! - digo en tono desesperado a punto de llorar dando manotazos por doquier.

Escucho sus carcajadas mientras mi madre enciente la luz

-Sigo pensando que aún no está lista para vivir sola- comenta en tono burlón, a lo que yo resoplo y las miro con mala cara y el ceño fruncido, obviamente confundida al saber que pasa.

- ¿Puedo saber que hacen- miro el reloj que se encuentra en mi mesa de noche - ¡¿Qué?! 02:00 de la madrugada?! ¿Gritando como loquitas ... bueno, menos tu mami en mi habitación? – no creo que las dos sean sonámbulas, oh oh ¿mi padre sabrá de esto?

Me levanto de la cama y camino hacia ellas pasando mis manos por enfrente de ellas, hasta que Argelia mi madre me da un buen sape.

- ¡Auch! Eso dolió Argelia- le contesto a mi madre quien se pone agresiva por la madrugada

- ¿Qué haces Athenea? No somos sonámbulas- rueda los ojos -¡Nosotros somos quienes deberíamos estar molestas!- comenta la ya mencionada Argelia.

- ¿Y yo por qué? - ahora resulta.

- ¡Tu maldito teléfono no deja de sonar! Es increíble que no lo escuches, estando a centímetros de distancia- no se de que hablan, pero mi hermana está demasiado molesta.

-Por favor, quien te este llamando a esta hora pídele que lo haga mañana por educación, no eres la única que vive aquí- me reprende mi madre dando la media vuelta para retirándose de la habitación, no sin antes gritar desde el pasillo - ¡De seguro son tus borrachones amigos! - cerrando de tras de ella la puerta de su habitación.

- ¿Y tú? ¿Te puedes ir a tu habitación? ¡Necesito dormir! - comencé a decir mientras sacaba a pequeños empujones a mi hermana, pero en ese momento mi celular comenzó a sonar de nuevo a lo que ella bufo y se retiro dando un portazo.

Tomo el celular y ¡vaya que la persona es intensa! Diez llamadas perdidas, el numero es diferente, pero es la misma lada que el que bloquee, así que en este momento dudo en contestar porque no sé si sea un psicópata.

-Lo hare, de lo contrario no dejara de marcar- me contesto mis dudas.

-¿B..uueno?- respondo temerosa, pero del otro lado solo escucho una respiración, esto de verdad es terrorífico sin mencionar que son las 02:30 de la madrugada, pasan los segundos y no recibo respuesta, estoy por colgar cuando una ronca voz me llama por mi nombre detrás de la línea.

-Athenea Casarrubias- una electricidad recorre toda mi espina dorsal, pero no me dejo intimidar y contesto de manera brusca.

- ¿Cómo sabe mi nombre? ¡¿Y quién eres?!- frunzo como si tuviera en ese momento a la persona enfrente de mí, pero admito que está asustada.

-Te sorprenderías de todo lo que se sobre ti "Pequeña Athenea"- corte la llamada, apague el celular para evitar más llamadas y lo avente en medio de la cama.

Algo no estaba bien, mi dolor en el pecho había vuelto y ese presentimiento me invadía, mis ojos pican de las lágrimas acumuladas, la cabeza me explotara y mis manos no dejan de temblar.

- ¡Por favor Dios, solo quiero vivir una vida normal, no quiero regresar al infierno que viví con Bruno por que se que el tiene que ver en esto! - rezaba mientras lloraba sentada en la cama.

El Dolor de una BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora