◈ Cαρίτυlσ 2.

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— ¡JAJAJAJA! Debió de ser muy duro, ¿verdad? — se rió Cana, secando sus lágrimas al escuchar como Freed había terminado sirviendo mesas vestido de maid —. Los tacones son cosa seria, todo un arte. 

Charle asintió. 

— Así que bajo esa aura de seriedad, se esconde un orgulloso travesti... – concluyó Happy, quien también se encontraba escuchando la historia junto a los demás  — . Dime, dime, Freed – su rostro se tornó algo más oscuro, ocultando su diabólica sonrisa bajo su pequeña patita –. ¿Quieres que te deje la ropa de Lucy para tu próxima misión?

Los presentes volvieron a estallar en carcajadas.

— ¡Que no soy un travesti!

Gruñó el peliverde, sintiendo como la vena sobresaliente de su frente comenzaba a palpitar, llevaba horas escuchando a sus compañeros reírse de su desgracia, poco faltaba para que explotara. Y con toda razón. 

— Claro, claro – le miró cauteloso, en un intento por ocultar la diversión tras sus palabras –. Tranquilo, tranquilo, tu secreto está a salvo con nosotros.

El aludido le dedicó una mirada furiosa, apartando la vista del gato, quien ya comenzaba a sacarle de sus casillas. Y es que cuando quería, podía llegar a ser muy molesto, sobretodo cuando de ese estilo de cosas se trataba. No tenía remedio. Ignoró sus comentarios, buscando inconscientemente a Laxus por entre las mesas. 

Gran error. 

Volvió a sentir aquel nudo en la garganta. 

— ¿Freed? — le llamó Evergreen, que ya había parado de reír. No era tonta, al contrario, era muy inteligente, la que mejor entendía la situación entre esos dos. Quizás por el tiempo que llevaban trabajando juntos, por su intuición, o simplemente porque eran muy malos intentando ocultar lo obvio, tanto así, que simplemente no podía pasarlo por alto  –. ¿Ocurre algo? 

Pero ni siquiera esperó a obtener respuesta, sólo bastaba con seguir su mirada para entenderlo. Y teniendo en cuenta que el 90% del tiempo, sus ojos recurrían al mismo punto, no es que hiciera falta ser un lumbreras. 

La chica frunció el ceño, observando con pesar la expresión de su capitán. 

— ¿Co-cómo crees, Romeo-kun? — exclamó Mirajane, atrayendo la atención de los más cercanos, incluido Freed. 

Claro está. 

— ¡Pero..! Ustedes realmente parecen una pareja, actúan como ellas  — contrarrestó el menor, en un intento por excusar su error, casi entrando en pánico al darse cuenta de la atención—. Las parejas se besan, ¿verdad? Entonces... 

La albina se interpuso con una risita. 

— Romeo-kun, ahora que recuerdo, creo que tu padre te estaba buscando, ¿por qué no vas a verlo? —  cambió de tema, haciendo uso de sus habilidades sin problema— . Aquí tienes, Laxus. 

Le entregó un par de folletos, los cuales contenían el verdadero trabajo para el que habían sido solicitados. Este asintió, levantándose  y caminando lentamente hacia la puerta, deteniéndose junto a la mesa del peliverde. 

— Freed – le entregó el pedido, aguardando un segundo antes de seguir caminando, después de todo, sabía que con él no hacían falta palabras. Estaban en un punto en el que intuían fácilmente lo que el otro quería. No tenía mucha ciencia, sólo tiempo, tiempo y costumbre. 

¡Él me pertenece! (Fraxus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora