◈ Cαρίτυlσ 3.

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— ¡Hey! — protestó Bickslow, sentándose junto a Evergreen de mala gana. Y es que la última vez que lo hizo, terminó aguantando a la maga por el resto del camino, y no, no era poco decir que hasta su espalda terminó adoptando la forma de la chica. Porque sí, era mil veces preferible aguantar su peso, que hacer algo que pudiera despertarla. Evergreen enfadada, bueno, no era lo que se dice un paseo por la pradera —. Quería ir al lado de...

— A nadie le importa — bufó la castaña, dándose cuenta de sus palabras segundos después —. ¡Oye!  — levantó la parte delantera de la armadura de Bickslow, adentrando su mano para pellizcarle la nariz —. ¡Deberías sentirte afortunado de ir a mi lado! ¿entendido?

Ejerció más presión. 

 — ¡Ou! sí, sí —respondió rápidamente, moviendo sus manos exageradamente.

Freed, quien se encontraba mirando todo desde el asiento de adelante, negó con la cabeza, sin intervenir. Conocía a esos dos, de nada serviría meterse, es más, estaba seguro de que si lo hacía, terminaría pagando los platos rotos. 

No, no sonaba nada tentador. 

— Eh, iré a ver qué pasa con Laxus, ya lleva mucho tiempo fuera — se puso de pie, siendo detenido inmediatamente por sus amigos.

— Ya queda poco para llegar, y sabemos como se pone Laxus, necesita sus momentos a solas — respondió la chica, quien más o menos entendía la situación —. Una vez lleguemos al hotel, será difícil darle ese tiempo. Ya vendrá, no te preocupes, sabe como defenderse. 

Freed la miró sorprendido, asintiendo antes de volver a sentarse. 

No era como si deseara invadir su espacio, mucho menos buscarse problemas con el rubio, para nada, solía ser el primero en respetar sus deseos. Más bien, diría que se trataba de un anhelo un tanto diferente, no le preocupaba tanto que estuviera dando vueltas por los vagones, ni siquiera el tiempo que se tomara recargado en algún rincón por ahí. 

Sólo necesitaba verlo.

Era extraño, pero aquella sensación no dejaba su pecho, era una presión muy incómoda. 

'' ¡Pero..! Ustedes realmente parecen una pareja, actúan como ellas.'' 

Recordó, siendo víctima de las malas intenciones de su mente, que no dejaba de darle vueltas al asunto. Lo afligía, le molestaba tanto o más que cualquier otra cosa, el sólo imaginarlo se sentía como una patada en el estómago. 

 ''Las parejas se besan, ¿verdad? Entonces...'' 

Gruñó, notando como la bestia en su interior resoplaba, y es que muy en el fondo, sabía que era inevitable, porque no era un secreto, muchas veces lo oyó, como la gente hablaba. De momento sólo eran rumores, especulaciones de la gente. 

Laxus y Mirajane, la pareja perfecta.  

Después de todo, ambos siempre se complementaron tan bien. Seguro que el maestro estaría muy contento de ser cierto. 

De alguna forma, era lo natural, ¿no? Lo esperable, y desde luego, la mejor opción para él.

(...) 

Uff.

Ya era tarde, apenas si entraba algo de luz a través de las cortinas, producto de los parpadeos intermitentes de las farolas. Tres, dos, dos, tres, y así sucesivamente. Ni siquiera recordaba el momento en el que se puso a contar. 

No podía dormir, como ya era costumbre, seguía dando vueltas entre las sábanas, deseando entrar en un profundo sueño. Uno de lo que fuera, poco le importaba, mientras no tuviera nada que ver con Laxus. 

Quería sacárselo de la cabeza. 

Y es que no podía evitarlo, se pasaba la vida dando a entender que nada era cierto, que por más que bromeara al respecto, realmente nada era en serio. Daba igual cuánto intentara convencerse de que no le importaba, realmente lo hacía, y el efecto perduraba. 

Demasiado. 

Cerró los ojos un momento, ignorando el sonido proveniente del piso de arriba, ocultando sus oídos bajo un par de almohadas. Era un truco que siempre funcionaba, o bueno, ahogaba un poco el ruido, ya se estaba acostumbrando, no era primera vez que dormían en un motel de baja categoría. 

Tenía lo necesario para pasar la noche, y costaba muchísimo menos que un hotel cualquiera. No es que estuvieran en posición de hacer gastos desproporcionados, si es que se le podía llamar así —que lo dudaba— pero la reconstrucción del gremio estaba primero, ellos mismos lo habían decidido. 

Fue entonces, cuando todo su cuerpo se tensó, aligerando súbitamente la presión de sus oídos. Tragó saliva, con todo su sistema enviando señales de auxilio, ¿Evergreen quizás?  Y aunque realmente intentó convencerse de ello, aquella mínima posibilidad brilló en lo profundo, acelerando aún más los latidos de su corazón

Lentamente alejó las almohadas, girándose casi con miedo, víctima de aquel cosquilleo tan molesto, ese que le hacía perder la cordura, era una sensación extraña, entre ahogo e inconsciencia. Le dominaba. 

No obstante, se detuvo en el momento en que sus sospechas fueron resultas, dudando en si sentirse aliviado, o inmerso en el más absoluto pánico. 

— Volviste — susurró. 

A sabiendas de que en aquel instante, era imposible para él recibir respuestas, lo supo en el segundo en que le miró a los ojos, aquellos ojos... hermosos y vacíos; nublados, vagando entre las maravillas de la impudencia, en la ignorancia más profunda. 

Y conveniente, sobretodo conveniente. 

— ¿Por qué..? — murmuró, reconociendo aquel roce obtuso, casi tan áspero como lo recordaba. Hacía meses desde la última vez, y sin embargo, seguía igual de dispuesto, sus manos se le hacían familiares, el contraste de la textura dura de sus dedos sobre su piel, aquel empuje de su pulgar contra su labios, la fuerza con la que le obligaba a mirarle, enterrando las yemas de sus dedos. 

Jadeó contra su mano, besando mínimamente la piel contra su boca, mirándole fijamente, apenas siendo capaz de parpadear. Aquella era una guerra silenciosa, una guerra que se había estado repitiendo simultáneamente durante los últimos meses. Se reconocían, eran como animales examinando el terreno. 

Entreabrió su boca, apretando ligeramente su pulgar entre sus dientes, rozando apenas su lengua, húmeda y caliente contra la punta, arrastrando al mismo entre la calidez de sus labios, volviendo a dejar un mínimo beso.

Sonrió. 

Y antes siquiera de pensar en su siguiente jugada, este ya había tirado de su quijada, aumentando la rigidez de sus músculos, alzándole lo suficiente como para aplacar las llamaradas, aquellas corrientes eléctricas que aumentaban la sensibilidad de sus cuerpos, enviándolos a ambos hasta el mismísimo infierno. 

..

Aquí nuevo capítulo, me tomó mucho tiempo idear una continuación decente, así que es normal que no entendáis por dónde van las cosas. De todas maneras, no os preocupéis, pronto todo será claro. 

Gracias por la espera, y no os asustéis, esta historia mantendrá el enfoque inicial. 

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— Min_Irresponsable. 



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⏰ Última actualización: Apr 25, 2020 ⏰

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