Sabía que él era malo para mí. Los demás lo sabían y ellos siempre me advirtieron sobre eso.
Es una cosa rara cuando él es alguien importante. Yo quería estar con él, él quería estar conmigo, pero pertenezco a otro lugar, con otra gente.
La pelea que tuvimos hace poco tiempo no impide mi búsqueda por él. No puedo dejarlo solo. Sé que él no quiere estar aquí, sé que ellos no lo quieren a él; es un asesino, todos aquí lo somos, pero él es peligroso.
Llevo horas caminando en medio del bosque y aún no hay rastro de él. Estoy preocupado, pero viniendo de él no creo que valga la pena. Él siempre parece estar bien.
A metros de mí encuentro autos viejos y edificios abandonados. Se escucha un pequeño murmullo. Sé lo que es pero sigo caminando.
Cuando estoy lo suficientemente cerca lo veo.
Lo veo.
Está ahí.
De rodillas en el suelo.
Comiendo mierda.
Y luego me mira.
Un remolino de sentimientos llega a mi y me ataca con intensidad.
Entonces, lloro.
Como jamás pensé que lo haría.
Él se levanta del suelo y mis lágrimas hacen imposible mi visión. Tengo que detenerlo pero es algo imposible.
Él se acerca a mí. Sé que debo de alejarlo, sé que debo de pararlo, pero no reacciono. Todo en mí duele.
No sé cómo, pero logro darle un empujón lejos de mi. Y luego otro y otro, y otro, hasta que lo tiro al suelo. Saco una daga y lo apuñalo.
Una y otra vez. Estoy destrozado y estoy enojado. Los sollozos no dejan de salir y las lágrimas parecer no parar. He soltado la daga y me tumbo en el suelo.
Mi hermano se convirtió en un zombie y yo lo maté.
Daryl Dixon.
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