Entonces, ahí estaba, caminando por los pasillos del hospital. Hay mucha gente a mi alrededor, pero me siento completamente desolado. La luz iluminaba mi rostro, pero realmente no prestaba atención a nada que no fuera los recuerdos que tengo de él. Los momentos que he pasado junto con él invaden mi mente y no puedo dejar de llorar.
Llego a su habitación y lo veo, recostado en esa camilla con los ojos cerrados, jamás lo había visto peor. Deseo tanto poder hablar, pero él ni siquiera puede verme.
Es tan jodidamente difícil. Me informan que tuvo una recaída, que lo encontraron en el suelo. Dicen que él es fuerte. Lo sé.
Ella hace el trabajo por mi, se sienta en la primera silla cerca de él y toma su mano. Tomo su mano. Él toma la mía.
Él abre sus ojos. Pregunta quién soy. No me reconoce, es obvio, pero me duele demasiado.
Y me disculpo, me disculpo porque él me necesitaba y yo no estuve ahí. Me disculpo porque deseo tanto poder ir... Me disculpo por la veces que le mentí diciéndole que estaba bien... Me disculpo porque él esta muriendo y yo no estoy ahí...
Willie...
Él dice, dice que estoy ahí, que sabía que iría. Cree que estoy ahí, él puede verme, él puede verme... y yo lloro aún mas.
Jugábamos a la pelota...
Lo recuerdo. Recuerdo que nos la lanzábamos uno al otro y él me felicitaba por ello.
¿Por qué paramos?
Él tenía que irse, "el deber llama", tenía que irse a trabajar y yo siempre le pedía que se quedara, pero se iba con un sonrisa en su rostro y se despedía. Y yo lloraba.
No lo sé.
Esto es igual, él tienes que irse, tiene qué y yo no puedo hacer nada para evitarlo. Y vuelvo a llorar como un niño implorándole que se quede.
Ve por tu guante.
Y me sonríe, pero él ya se fue.
No puedo dejar de llorar, porque mi padre acaba de morir y yo ni siquiera estoy ahí.
Will Gorski.
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