4to Capítulo

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Loco, esas cuatro letras y dos silabas forman la palabra que más me saca de quisios y ultimamente la más dicha hacía mi persona. Mi esposa me ha dicho que me va a poner a prueba mis reacciones, la verdad no le entiendo mucho pero me hace preguntas raras a las cuales yo reacciono de manera normal pero ella al final termina diciendo esa palabra que tanto me molesta loco, y lo dice repetitivas veces aunque en ocasiones hasta la chica con traje blanco le invita a que salga del cuarto por lo alterado que me pongo por sus palabras, gracias a ella y a sus disparates le ha metido temor a mis hijas sobre mi y no me quieren venir a visitar por ello, les doy miedo.

Mi única acompañante es la soledad y el tiempo mi dos buenas amigas. De vez en cuando me visita mi querida nieta ya que su madre no le gusta que me visite, es una niña hermosa, la única que me pregunta cómo me siento aquí, la única que me cree lo que digo y no me dice loco y me hace sonreír hasta en mis días grises que mayormente son todos.

- Abedo ¿po qué no pimtas das padedes? Estan feas.

- ¿De que color me recomiendas hacerlo?- le pregunto de forma cómplice.

- ¡De todos!- Grita la niña entusiasmada, yo me rio por mi parte- estas padedes me ponen tiste, no tienen sentimientos, están vacias- la pequeña niña me abraza mientras ve las paredes- abedo ya sé po qué mami dice que estás siempe tiste y es pol ellas- señala la pared de color blanco- yo te ayudade.

La dulce niña se para de la camilla y se baja de ella, agarra una caja de creyones que estaban en la mesita de dormir y se acerca a la pared. Yo ya sabía que quería hacer la niña pero no quise detenerla.

Ella duró un tiempo corto haciendo su obra de arte en la pared y cada segundo me decía "no mides es una sopesa" y trataba de tapar su dibujo para darle más misterio a su sorpresa hasta que luego de un momento a otro corrió a la camilla con una gran sonrisa en el rostro, sus mejillas estaban de un tono carmesí, y se sentó conmigo.

- ¡Soplesa abedo!- grito con alegría mientras me abrazaba- El sod eles tú y da nina soy yo.

-Uh pero que hermosa obra de arte- sonrío de verdad- y ¿por qué yo soy el sol?- le pregunto.

- Po'que tú edes mi sod- me abraza con mas fuerzas y desde hace mucho tiempo vuelvo a sentir esa sensación de felicidad.

Veo la pared y observo detenidamente el sol (color amarillo) que tiene un sorprendente brazo largo y delgado que toma de mano a una niña con el cabello marrón, la cabeza redonda, el cuerpo forma un triangulo (de color verde manzana) y las piernas líneas. El sol no está arriba de la niña si no al lado de ella tomados de mano y arriba de ellos dice: De polly, con las letras mal formadas, desiguales de tamaño y para nada recta, pero era suficiente para que me gustara.

Duramos horas en la camilla acostados hasta que nos quedamos dormidos ella al lado mio con su brazo en mi estómago, hasta que no siento su brazo y abro los ojos con pereza y veo que mi hija la levanta de mi lado medio dormida.

-Despidete de tu abuelo- dice mi hija.

- Me quiedo queda con el- dice con la voz dormida mientras se restriega los ojos.

- Dejamela- le digo de una forma tranquila.

- Ni en tus mejores sueños- escupe como veneno de serpiente.

Ella se da la vuelta y camina hacía la puerta con pasos firmes y escucho de lejos que polly me llama entre unos llantos más, pero hasta ahí llegan mis recuerdos.

Unas cuantas lágrimas rebeldes enpañan mis retinas por lo cuál cierro los ojos con fuerza para poder ver nitidamemte en lo que me permite mis ojos y estas diminutas gotas de agua salada caen por mis ojos y hace un recorrido a llegar a mis mejillas y yo quitarmelas rápidamente con las palmas de mis manos.

Nunca pude decirle a Polly en ese momento ni en ninguno que ella era mi luz, mi sol y yo sólo era la pared que ella solía decir que era vacía, aunque para sus ojos no era así.

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⏰ Última actualización: Sep 19, 2017 ⏰

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