Decidí hacer caso omiso a lo que decía Drew. Caminé hacia la entrada y salí por las grandes puertas, mucha gente estaba amontonada porque querían retirarse del lugar.
- Solo vas a marcharte e ignorarme ¿en serio?
- Tienes toda la razón Drew.
- Vamos, Aisha. No será tan malo ir conmigo hasta tu casa.
- Si a cada rato tendrás que abrir tu gran bocotá... entonces no.
- Si eres cara dura vire -coloque los ojos en blanco y prosiguió. -Prometo no hablar durante todo el camino -extendió su dedo meñique.
- ¿Y eso qué?
- Tienes que entrelazar nuestros meñiques para completar la promesa, ¿no lo suelen hacer las chicas? -pregunto dudoso.
- No las chicas como yo, estúpido.
Seguí caminando hasta la parada de autobuses y esperar el siguiente, Drew se ha quedado atrás y lo más probable es que ya se haya montado en su auto. Tan cierto como mi nombre era Aisha, un carro color azul marino estaba frente de mí.
- Vamos fresita -grito desde el otro lado de la calle.
- No voy a subirme -negué con la cabeza.
- Rayos, no te hagas de rogar. Llegaras a tu casa después del almuerzo, el próximo autobús llega en dos horas más o menos.
Era cierto aquello que el chico que estaba montado en aquel auto estaba diciendo. Mire a ambos lados antes de cruzar la calle, ningún auto se aproximaba así es que he decidido pasar la calle corriendo de igual forma; no fuera a aparecer un auto de la nada. No espere que él me dijera un "súbete" porque ya lo había hecho, ya estaba dentro.
- Sabías que no te podrías resistir a mí.
- Hay demasiado sol, no hay bancas para sentarme ni mucho menos sombra por alguna parte -mire a mi alrededor. -Ningún taxi pasa por acá y tú eres la última opción que tengo, así es que no eres tan importante.
- Eso me ha dolido -llevo su mano derecha a su pecho y fingió dolor.
- Que bueno campeón, ahora coloca el carro en marcha.
- A mí no me mandas.
- Tu insististe de quererme llevar a mi casa y ¿me dirás que no puedo mandarte? Puedo mandarte a la mismísima mi...
Me ha interrumpido. -Ya, esas no son palabras de una señorita. Mejor coloco el auto en marca.
Lance mi mochila hacia atrás y me acomode en el asiento. Lo que llevamos de camino, lo hemos pasado en silencio. Yo miro por la ventana y él mira el camino, por un momento volteo y decido observar sus facciones.
Tiene pequeñas pecas, sus pestañas son largas y sus cejas muy pobladas, el color de sus ojos es tan lindo que hace que lo quiera ver más de cerca. Él es muy llamativo. De repente gira su vista hacia mí, me ha cachado observándolo. Me he sonrojado.
- ¿Se te ha perdido algo? -pregunta.
- Que estúpido -coloque los ojos en blanco.
Él se echa a reír y al finalizar me regala una sonrisa con esos dientes tan blanco como las perlas.
- Su sonrisa es hermosa.
- ¿Qué? -pregunto.
- ¿He dicho eso en voz alta? -me he sonrojado aún más, siento que mis mejillas arden.
Sonríe. -Sí dijiste eso en voz alta.
Un largo silencio incomodo abordo el auto, volví a mirar por la ventana y comencé a reconocer las casas ya faltaban solo seis casas para llegar a la casa de mis padres.
Antes de que pueda bajarme del auto, él ya ha abierto la puerta del copiloto y solo tengo que extender mi brazo para agarrar mi mochila. Al bajarme el cierra la puerta detrás de mí y sigue mis pasos.
- Supongo que esos son tus padres -señalo el auto que está aparcado a un lado de la casa.
- Estas en lo correcto, niña.
Mi madre abre la puerta, supongo que ya nos estaban esperando. Entramos y miramos en dirección a la cocina, su familia junto a la mía estaba sentados en la mesa, estaban hablando de un tema interesante ya que mi padre estaba inspirado hablando.
- Niños, vayan y se lavan las manos para que nos sentemos a comer.
- Ok mamá. Drew, sígueme.
- Vamos.
Iba pisándome los talones, pasamos la primera puerta, la segunda y ya venía el baño, decidí entrar primero, lave mis manos y mi cara, la seque con una toalla que estaba al lado del lavamanos y decido salir, pero una mano detiene la puerta antes de que pueda cerrarla. Drew se ha colado al baño y me arrastra adentro.
Tapa mi boca antes de que pueda gritarle que me deje ir, me pega contra la pared y agarra mis manos.
- No voy a besarte, así es que deja de mover la cara -pare de moverla. -Mañana te espera una gran sorpresa.
Abrió la puerta y me deja salir.
- ¿Y ya sabes que te pondrás en el baile de mañana? -Me mira y pregunta dudosa la madre de Drew.
- Claro, ya lo he comprado con mi mejor amiga.
- ¿Y de que color es? -pregunto Drew.
- Ella no puede decir nada -responde mi madre. -es una sorpresa.
Ríe. -Tiene toda la razón, señora.
- ¿Y alguien te ha invitado al baile, Aisha? -me hizo nuevamente una pregunta la madre de Drew.
- Pues -pensé dudosa lo que iba a decir, no sabía si decir aquello era adecuado. -Si.
- ¿Cómo se llama? -Drew miro en mi dirección y pregunto desafiante.
- Como si no lo supieras, Drew.
- De verdad que no lo sé, Aisha.
- Ni nosotros tampoco -dijo mi padre. -Deberías contarnos un poco -asintieron todas las personas presente la cabeza en señal de que prosiguiera.
- Es un amigo de Drew, es todo lo que diré -respondí algo nerviosa.
Esta conversación al rato la seguiremos, señorita -dijo mi madre.
Siguieron hablando de un tema que no lograba entender, utilizaban palabras técnicas o simplemente hablaban en clave el señor Ou y mi padre, por otro lado, las madres estaban hablando de maquillaje, mi hermana estaba terminando su postre y Drew solamente estaba tratando de vivir al igual que yo.
Decidí levantarme y puedo observar con el rabillo del ojo que Drew no me quitaba los ojos de encima y hace lo mismo que yo, se levanta y me sigue.
- ¿Qué quieres? -digo tirándome en el sillón.
- ¿Ya sabes quién es tu admirador? -me ataja y no sé cómo responder eso.
- ¿Acaso tu sí?
- No puedes responder eso con otra pregunta.
- ¿Y el niño si lo puede hacer? -pregunte juguetona.
- A mí no me digas niño. No sabes con quien estás hablando -levanta la mano y me señala con su dedo índice.
- Ahora eres amenazador. Increíble, puedes enseñarme todas tus fases después del baile. Hasta luego.
- ¿A dónde va...
No deje que terminara y decidí dejarlo allí plantado con las palabras en la boca, subí las escaleras y me recosté a mi cama, coloque música para seguidamente quedarme dormida.
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Encontré tu sujetador.
Povídky"Que mala costumbre de Aisha de ponerle nombre a todas sus cosas. A su sujetador por ejemplo. El chico popular de su escuela lo ha encontrado en el vestidor de niñas ¿qué hacía el allí? Nadie lo sabe. Ahora ella pasara una terrible vergüenza con c...