Capítulo 4

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Despierto y aún parece de noche, veo la hora, 4:30 a.m. vuelvo a recordarme y me quedo viendo el techo, creo que necesito un cigarrillo, estuve muy estresado estos días y ya siento que me estoy volviendo loco.

Saco mi cajetilla de cigarros de mi cómoda y me dirijo a la ventana, enciendo uno y  siento como el humo va rebajando mi mente. Acabo uno y saco otro, no quiero acabar la cajetilla, pero en serio me calman, y lo único que quiero por ahora es estar en paz.

Acabo mi tercer cigarrillo, cierro la ventana y tomó mi guitarra. Se me quito el sueño, y tocar me parece la mejor manera de pasar el tiempo. Toco un par de acordes sin saber que canción interpretar o que componer, lleno mi cuarto con los ligeros sonidos de cada nota, suena interesante pero sólo juego, no tengo ideas para componer. Vuelvo a ver el reloj y ya son 6:18 a.m. es increíble que mi música pueda abstraer todo mi mundo.

Escuchó el silencio y lo siento tan raro, solía apreciar estos momentos de paz, cuando ningún ruido corta este pequeño momento de tranquila, pero desde hace días que no me siento bien con ello, puedo hasta decir que le tengo miedo, miedo de no escuchar nada, miedo de sentir como el vacío forma parte de mi, de como esta maldita soledad que siento a pesar de todo lo que tengo me invada y me sienta en la nada, que tenga tanta paz para escucharme y terminar decepcionandome de todo lo que soy, de todo aquello que pocos conocen, y que si todos lo hicieran nadie querría tener.

—Estas tan muerto..— Escucho de nuevo esa voz, algo diferente pero la misma voz, salgo de mi cuarto deprisa y no veo  a nadie, vuelvo a mi habitación y reviso todo, me desespero buscando a alguien en mi casa, pero al parecer estoy completamente solo, no se quien está jugando conmigo, que está haciendo está broma de mal gusto, sólo se que pagará por meterse en mi casa, en mi cuarto, en mi vida, y peor aún en mi mente.

—.... que niño más estúpido, ¿no lo notas?— Miro a mi alrededor ya asustado pero no hay rastro de alguien, ya bastante asustado y nervioso salgo de casa, tan desesperado de escuchar o ver a alguien real que nisiquiera saque mi chaqueta.

No veo a nadie en la calle y me desespero—.....estas sólo pequeño, siempre lo estuviste a pesar de quienes quisieron fingir lo contrario— Cierro los ojos y me ciento en el borde de la acera, me topo los oídos para dejar de escuchar, de pensar, de alucinar, de lo que sea que me está pasando.

—Para ya Stevhen por favor.... para. No es real, nada es real, sólo piensa en tu música, es lo único real que tienes y que conoces, sólo... piensa en lo único que sabes que... existe y que suele hacerte existir, existir siendo completamente tú.

EsquizofreniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora