ANHELO

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Título: SERVA ME, SERVABO TE

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel MCU

Pareja: Winteriron.

Derechos: solamente a vivir.

Advertencias: creo que no está demás repetirlo por si se han saltado las líneas anteriores y no vieron el resumen. Esto es una historia Bucky x Tony, no se humillen, no se azoten contra las paredes ni se desgarren las ropas. Así es y así será. Claro, con el tema Soulmate (Alma Gemela) para darle más sabor junto con cambios por voluntad de la escritora. Hush hush si os espanta.

Gracias por leerme.


Serva me, servabo te ("Sálvame y te salvaré" de Petronio)




A N H E L O

Tony


Los Stark son hombres que no se doblegan, ellos crean su propio destino, ellos no están sujetos a las tonterías que rigen las voluntades de las masas adiestradas en las nimiedades de una vida rutinaria a la que el menor soplo de cambio puede destruir. Los Stark son de acero y no dependen de un estúpido nombre de una persona que probablemente ni conozcas en tu vida. Para los Stark, el asunto de las Almas Gemelas no existe.

Eso fue lo que escuchó cuando niño y se le confirmó al ver su brazo izquierdo limpio sin marca alguna a sus siete años, edad en que debía recibir el nombre de su Alma Gemela según había escuchado de sus compañeros de internado. Pero no hubo nada, tampoco lo esperó más esa tierna esperanza infantil que no se apaga por más fuetazos de maestros o amenazas paternas se escurrió muy en lo profundo de su mente susurrando la promesa de una ilusión a convertirse en realidad. Creció viendo cada cumpleaños su brazo a solas, frente al espejo, la piel lisa sin nombre alguno, luego viendo su reflejo y preguntándose si acaso los Stark estaban condenados a no tener un Alma Gemela, su padre no había tenido nombre, por eso había elegido libremente a su madre, María. No eran un matrimonio feliz, detalle que no le pasaba por alto.

Se suponía que las Almas Gemelas eran el epítome de la felicidad en un estado tal que cuando encontrabas a esa persona que llevaba tu nombre podías sentir cada célula de tu cuerpo vibrar en una música que solamente tu mente escuchaba. Para él siempre hubo silencio. Cuando en el colegio, durante los bacanales de días que realizaban las fraternidades, le preguntaban sobre el nombre que llevaba en su brazo, solía decir que era el suyo. Él era su propia Alma Gemela. Todos se reían, creyendo que tenía un sentido del humor propio de un mocoso genio hijo de un millonario al que la vida le sonreía. Con el tiempo aquella mentira se instaló en su mente como una verdad a la que se aferró para no mirar hacia el pozo de la tristeza y caer en sus aguas profundas.

Una vez, pareció que tendría un nombre, pero fueron imaginaciones suyas porque nada se formó. Luego una segunda, como si su piel estuviese indecisa, sin permitirle visualizar algún detalle, una pista que le condujera a la verdad sobre su Alma Gemela. Para la tercera vez, optó por ignorar aquel hecho y llevarse un buen trago de whisky a la boca, sintiendo el escozor placentero recorrer su garganta con el efecto del alcohol llevándose todo lo desagradable de su vida por unos instantes, incluido aquel nombre fantasmal que nunca terminó de aparecer. Consuelo de tontos ver alrededor a cientos de personas elegir a alguien más al darse cuenta que jamás encontrarían su Alma Gemela. Hizo lo mismo. Al menos con eso podía estar en una misma afluente donde hallaría algo de empatía ante la soledad.





Bucky


En la pobreza, tener felicidad ya se consideraba una fortuna, el amor solía huir por la ventana ante el azote de una crisis económica. Por eso esperó con tantas ansias su cumpleaños número siete para que le fuera revelado el nombre de su Alma Gemela y buscarle por cielo mar y tierra, no tenía nada que perder más sí mucho que ganar. Valía la pena el esfuerzo que aquello implicaba aunque su madre le dijera loco. No hubo nombre alguno esa víspera en su pequeño cuarto a la luz de la luna iluminando su cama donde estaba recostado con su brazo expuesto a la ventana. Se quedó dormido viendo la piel clara sin marca alguna, despertando con la ilusión de ver un nombre más todo seguía igual. Tal vez el siguiente año, le animaron. Pero ni el siguiente ni los diez que siguieron trajeron consigo a su Alma Gemela.

Dejó perder el anhelo, entregándose a la difícil vida de Brooklyn, buscando un trabajo como miles a su alrededor. Vino la Segunda Guerra Mundial, la oportunidad de viajar por el mundo y quizá con suerte despertar ese nombre dormido bajo su piel. Se apuntó con media esperanza en ello, la otra mitad en liberar al mundo de las garras de quienes intentaban arrebatarle al mundo la libertad que con sangre se había ganado. No hubo nombres pero sí muchas aventuras que por un largo tiempo le hicieron olvidar que no tenía Alma Gemela, al punto de un día sentir que no la necesitaba y eso estaba perfecto. Entonces cayó del vagón de carga en un precipicio durante un invierno duro en Europa, dando un giro de 180 grados en su vida. No, no fue un giro. Le destruyeron por completo para convertirle en un monstruo asesino del cual no tuvo escapatoria durante quien sabe cuánto tiempo.

Y sin poder jamás nunca ver el nombre de su Alma Gemela, había perdido el brazo en el cual se suponía podría aparecer. En su lugar tenía un arma espantosa cuyo dolor constante le recordaba que no habría una esperanza de una vida, que solamente se ahogaba en un pozo de sangre, rostros agonizantes, gritos de piedad, torturas, súplicas piadosas ante oídos sordos. Sin Alma Gemela, que de haber aparecido seguramente ya había muerto por la edad, sin una identidad, un hogar al cual volver, una patria que reconocer, una vida que vivir en paz, el único camino que pareció ser el más acertado fue el de esperar por la bala que piadosamente tuviera su nombre escrito y le diera fin a su infernal existencia.

Serva Me Servabo TeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora