Entiende Que Te Quiero- Foxangle

En el parque

Miré el reloj: eran las cinco menos diez.
Yo estaba sentada en un columpio, a la espera de que Foxy apareciera.
No sé si queria seguir con la mentira; el que me gustaba era Springtrap, y a lo mejor, al creer que a mi me gustaba Fox no querría nada conmigo.
De repente oí a alguien gritar:

-¡Mangle!

Me giré y allí estaba Fox. Llevaba el pelo revuelto, como siempre, y unos vaqueros rotos, acompañados de su habitual sudadera roja.

-Hola  -dije, evitando mirarle a los ojos-  ¿Qué es lo que querias?

-Lo primero, que me mires a los ojos.
-enrojecí un poco, pero le sostuve la mirada- y lo segundo: ¿Por qué me mandaste esa carta? ¿Por qué no me lo dijiste en persona?

-Pues... porque quise, ¿Tanto te importa? Por lo menos te lo he dicho. Joder, no se por qué estás tan molesto conmigo. Me gustas y punto.

El rió un poco, y me sentí bastante humillada. Vale, no era la mejor actriz, pero creo que lo hice bien.

-No entiendes nada, meg.

Y se dio la vuelta, dispuesto a irse.
Yo no se por qué pero me sentía disgustada. Porque Foxy estaba bastante enfadado. En otras circunstancias, yo tambien estaría cabreada, pero aquello era diferente. Una parte de mi gritaba que le parara y que habláramos. La otra que pasara de él como de la mierda.
Pero, sinceramente, no sabía que hacer.
Decidí llamarle antes de que se fuera para aclarar las cosas, y no pasar de él como una niña de 10 años.
Corrí hasta él, y se giró.

-¿Qué pasa ahora, Mangle?

No sé porque lo hice. Solo se que lo necesitaba en ese momento.
Así que cogí a Foxy de la manga de su sudadera roja y acerqué su boca a la mía. Sus labios acariciaron los míos, y me cogió de la cintura, acercándome a él. De repente, todo el enfado o los rastros de la discusión se esfumaron: Solo éramos él y yo. Su boca con la mío. Sus labios acariciando los míos.
Entonces él se apartó repentinamente, y la realidad me calló como un vaso de agua fría: No debería haber hecho eso.
Fox me miró a los ojos, y me dijo:

-Ten cuidado con lo que haces, Meg.

Y se marchó, dejándome con una cabeza llena de dudas, y un suave hormigueo recorriéndome los labios, en donde minutos antes, Foxy me regaló el mejor beso del mundo.