Cuarenta y Tres

448 48 60
                                    

Blake

Mi cuerpo está entumecido y apenas responde a mis comandos. Mis manos parecen estar hechas de piedra, igual que cada uno de mis músculos. ¿Qué demonios me pasa? Abro un ojo, luchando para que mi párpado obedezca y soy golpeando por la luminosidad en el cuarto donde me encuentro. ¿Qué mierda? Me cuesta distinguir lo que me rodea. Solo veo una gran mancha borrosa y oscura.

La cabeza me duele y la garganta me arde, necesitado de agua. Mi costado protesta cuando me remuevo en un vano intento de levantarme. Siento como si un cuchillo se estuviera deslizando en mi estómago y buscara destrozar cada uno de mis órganos internos en su camino. Maldición, no recordaba haber sentido tanto dolor desde mis entrenamientos continuos con Mike y Tino. Oh, cómo golpeaba aquel hijo de puta.

El sonido de metal siendo golpeado lastima mis oídos, igual que el pitar de una máquina. Consigo enfocar mejor de pronto, hallando a una mujer en un uniforme celeste revisándome. Intento moverme de nuevo y lo que más consigo es que una aguja pinche mi antebrazo y que algo se agite cerca. Su mano me ayuda y empuja de regreso a un delgado colchón, sus ojos puestos en el lado izquierdo de mi vientre.

―¿Dónde estoy? ―pregunto tosiendo. Lo que me pasó no debió ser bueno. Supongo que es lo que sienten aquellos que son derrotados en el ring.

―Este... supongo que... ―tartamudea con sorpresa. No esperaba que le hablase―. Bueno... usted...

―¿Dónde jodidos estoy? ―repito y la garganta me pica. Necesito beber un poco de agua pronto.

―Se encuentra en un hospital ―añade la voz de un hombre de cabello oscuro y gafas marrones que apenas si ha levantado la mirada del archivo que sostiene en sus manos―. He de pedirle que tenga más respeto con la enfermera ―me regaña―. Lleva poco más de dos semanas aquí. ingresó con una herida de bala y golpes en la sien así que evitaría agitarme demasiado. No querrá interrumpir su recuperación.

Así que recibí un disparo. Vaya, es bueno saber de dónde obtuve todas las lastimaduras.

―Bueno, supongo que no debería hacerlo ―bromeo sin obtener respuesta de su parte―. Entonces, doctor, ¿cuándo podré irme?

―Acaba de despertar luego de catorce días. Yo que usted no pensaría en salir pronto ―explica y acomoda sus lentes―. Tiene mucho camino por delante, joven. Debemos revisar el estado en que se halla su cuerpo y si existe algún trauma craneano. Hágase a la idea de que pasará mucho tiempo sin poder moverse con tranquilidad o sin dolor.

Los dedos me hormiguean y abro y cierro la mano con cuidado, comprobando que recupero el control de mi cuerpo. Es una sensación agradable la de saber que podré moverme más dentro de poco. Y sobre tener que pasar más tiempo en esta habitación y no poder agitarme demasiado creo que estamos frente a un gran problema. Pasé demasiado tiempo siguiendo un estricto entrenamiento como para que me pidan que calme las revoluciones.

―Parece que no hay dificultades motrices, justo como predije ―murmura observándome. Se acerca a mi lado―. Si me pregunta a mí luce bien, tal vez demasiado descuidado, pero considerando todo lo que pasó es normal ―dice. Deja las hojas a un lado de mis piernas―. Ahora viene lo importante. ¿Recuerda algo, cualquier cosa por mínima que sea?

―Sé mi nombre, donde vivo, que tengo una camioneta. ―Fuerzo a mi cabeza para que recuerde aún más―. también me gusta luchar en mi tiempo libre y asisto diariamente a un gimnasio.

―Eso es bastante. Realmente pensé que perdería muchos de sus recuerdos por culpa de todos los golpes que recibió. La señorita que lo acompañó cuando lo ingresamos mencionó que todos ellos fueron provocados por un tercero. ¿Puede decirme algo sobre esa persona?

El Rastro de Ti [C.O.R. #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora