Capítulo 5

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Durante la reunión, Percy pude ver como el Augur (Octavio) encantaba a la audiencia haciéndoles creer que si algo salía mal en la misión seria culpa de Reyna.

El hijo de Neptuno debía admitir que Octavio era bueno en eso.

Pero eso no evitaba que quisiera clavarle su espada para que deje de decir sandeces. Reyna estaba acatando las demandas de Marte, patrón de Roma, ella no convertía a Frank en centurión o lo nombraba líder de la misión porque haya querido (Lo lamentaba por Frank pero el chico aún no estaba listo para ir como líder de una misión).

La discusión siguió hasta pasar a los problemas de la misión. Octavio aprovecho la distracción de Frank para dejarlo momentáneamente en ridículo. Pero Hazel fue rápida al responder que la misión los conducía hacia Alaska. Uno de los senadores empezó a reclamar que eso era una locura, que no podían realmente dirigirse allá.

Fue entonces que Percy sabía que debía intervenir.

-No han vuelto desde que perdieron su águila -dice Percy mirando como el patidifuso senador volvía a sentarse sin saber que decir- Miren -continuo parándose con firmeza frente a todo el senado- Sé que soy nuevo aquí y que no les gusta mencionar la masacre ocurrida en los noventa...

-¡LA HA MENCIONADO! -chillo uno de los lares

-... -Percy utilizo toda su fuerza de voluntad para evitar entornar los ojos- La Quinta Cohorte guío esa expedición -continuo ignorando las miradas indignadas de los presentes por atreverse a hablar del tema- Fallamos pero ahora Marte nos ha dado la responsabilidad de corregir los errores. Este gigante, el hijo de Gea, que se enfrentó a nuestras fuerzas hace treinta años sigue sentado ahí. Y ahora nos está esperando con un dios de la muerte encadenado, seguramente a sus pies -deslizo sus ojos por todos los presentes hasta que choco con los negros ojos de la Pretor- Está reuniendo un ejército para enviarlo contra el campamento. Si no vamos y completamos la misión estaremos perdidos. Los monstruos siguen sin morir y si llegan aquí podríamos considerarnos aniquilados

-¿En serio? -se burló Octavio- Pareces saber mucho sobre los planes enemigos, Percy Jackson

Percy podía pasar muchos insultos, tales como débil, estúpido o lo que fuera. Pero le molestó de sobre manera que Octavio le llamara en pocas palabras un espía, un traidor. Aquél era un término que por alguna razón erizaba la piel de Percy por completo, definitivamente no le sentaba bien ser llamado así.

Sus hombros se tensaron y sus ojos se oscurecieron como las aguas turbulentas. Su fría mirada se centró fijamente en la de Octavio.

-La reina Juno fue quien me trajo hasta aquí -comento con voz helada- Espero que no estés insinuando que ella traería a un traidor a este campamento -cruzando los brazos observa con satisfacción como el delgado cuerpo de Octavio tiembla notoriamente- Vamos a enfrentarnos a este hijo de Gea -continuo hablando para todos- Traeremos de vuelta el águila y desencadenaremos al dios de la muerte

-¿Esperar lograr esa hazaña y volver para el festival de la fortuna? Deberán estar aquí como máximo en el anochecer del 24 y estamos 20 -dice el embajador de Plutón, Nico Di Ángelo, hablando por primera vez- El gigante que había en Alaska es diferente a los otros gigantes. Durante la primera gigantomaquia, los dioses llamaron a los semidioses para que los ayudaran...

-¿Dioses y semidioses luchando codo a codo? -interrumpe un asombrado Dakota

-Si -confirma Nico- pero Alcioneo, aquel gigante que los espera en Alaska, es diferente a sus hermanos -explica- él nació para enfrentarse a Plutón. Era el mayor y el único inmortal que no podía morir a manos de un dios o semidiós, independiente de si luchaban juntos o no...

Mas que un recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora