U n o

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Me despierto a mitad de la noche, veo por la ventana la fuerte tormenta y los relámpagos que iluminan mi habitación, sintiendo un escalofrío por el dorso de mi espalda.

Quito las cobijas de mi cuerpo, apoyándome con mis manos en la cama para ponerme de pie. Siento lo frío del suelo y camino hasta la ventana para cerrar las cortinas, pero antes de hacerlo, un relámpago explota en el cielo, iluminando la calle y aquel sujeto que está bajo la lluvia, parado entre la línea divisora de la carretera y sus ojos aferrados en mí. Su rostro está oculto en la oscuridad, sólo puedo ver cómo su cuerpo respira agitadamente y sus manos haciéndose puños. Es como si estuviera deteniéndose asimismo, o controlando su furia contra algo.

Cierro las cortinas con rapidez, regresando de nuevo a la cama, envolviéndome con tanta fuerza en mis cobijas, sintiendo mi corazón acelerado y un enorme calor en mi nuca que abarca hasta mis mejillas. Pero la silueta de la persona... esa silueta se me hace conocida, como si la viera todos los días, pero no recuerdo quién.

Los parpados se me cierran, sintiéndolos pesados, cayendo en una gran sueño... hasta que el timbre de la casa suena.

Mi corazón comienza a acelerar con tanta fuerza, mi respiración empieza a cortarse poco a poco, sintiéndome vulnerable ante todo.

¿Y si era el sujeto? ¿Quién más estaría tocando nuestro timbre a media noche?

Un timbre...

Dos timbres...

Tres timbres...

Y dejan de hacerlo. No se escucha más que sólo la lluvia y los relámpagos explotar en el cielo, al igual que los latidos de mi corazón.

(...)

Salgo de la sala, me dirijo hasta mi casillero con mis libros pegados a mi pecho. Los guardo en él y lo cierro, encontrándome con Aaron, quien está apoyado al casillero de al lado, con su fina sonrisa y su ego que siempre va tras él; Aaron es mi novio.

—¿Qué tal, hermosa?— Su gruesa voz hace que mis tímpanos me duelan, aunque claro, nunca se lo he dicho. Nunca lo haría.

—Hola, Aaron— Digo con una sonrisa.

Aaron es el popular de la escuela: buenas calificaciones, es el típico mariscal de campo en su equipo de futbol americano, y aun no sé por qué somos novios. Cada vez que le pregunto, él evita el tema, o solo dice:

—Bueno, Claire, tú sabes la respuesta.

Pero ni siquiera la sé. Y tengo la impresión de que ni él lo sabe. Pero, ¿qué importa? Puedo conseguir y besar a los chicos que quiera, ya sabes, suena tentador besar a la novia del mariscal, ¿cierto?

—¿Cómo has estado, Claire?—Pregunta, cerca de mi oreja, haciéndome cosquillas.

—Bien. Aaron, me tengo que ir, llegaré tarde a mi clase— Ni siquiera espero a que me responda, solo camino hacia algún lugar, excepto a mi clase.

Y entonces lo veo. Connor me observa con furia, sus manos están hechos puños, respirando agitadamente. Está del otro lado del pasillo, caminando lentamente hacia mí, mientras se le forma una sonrisa en el rostro.

Camino más deprisa, con mi corazón a punto de colapsar.

Connor es el mejor amigo de Aaron. Él siempre fue indiferente conmigo. Nunca hablamos, sólo me veía de manera rara cada vez que Aaron comenzaba a hablar y él se callaba. Y yo siempre evitaba su mirada.

¿Es él? ¿Es el sujeto de anoche?

Entro al baño, y me meto en un cubículo cualquiera. Me siento en el retrete, pongo mis codos en mis rodillas y apoyo mi cara en mis manos, tratando de tranquilizar mi respiración.

Pero en ese momento, la puerta del baño se abre delicadamente, caminan con pasos de tortuga, y cuando menos lo espero, la puerta de cubículo se abre y muestra a la persona detrás de ella.

—Hola, Claire.

DesaparecidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora