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Su risa suena por todo el baño, mientras que mi enojo va creciendo.

—¡Maldita estúpida, me espantaste!— grito, dándole un golpe que ella esquiva.

—¿Qué pasó, perrita, alguien te perseguía?— Pregunta con sarcasmo, burlándose de mi rostro asustado.

Lauren es una, también, de las más populares de la preparatoria. Es conocida por ser la más odiosa de todos y por creerse la más mierda. Una, desgraciadamente, de las mejores amigas de Aaron. Tengo que soportarla todos los días junto a mí, en los asientos de la cafetería.

—¿Cómo sabes que me perseguían?— Pregunto, intrigada.

Por lo menos, lo que yo noté, no había nadie en los pasillos; todos estaban en clases y podía oírse hasta una aguja caer al suelo: estaba muy silencioso para ser una preparatoria.

—Yo... bueno... yo lo vi.

—¿Ver qué, Lauren?— Quiero confirmar si lo que vi fue real, que no fue imaginación mía, que mi mente no lo creó.

—Que Connor te jugó una broma— Sonríe.

Por algún motivo algo no me cuadraba. ¿Cómo sabían que la misma imagen en la que estaba Connor me pone los pelos de punta?¿De dónde sacaron esos mismos movimientos? ¿Y por qué específicamente a mí? Ellos saben algo, o quizás tenga razón: es una broma. A ellos les encanta hacer bromas muy pesadas.

—Está bien— Contesto. —Que no lo vuelva a hacer.

Salgo del cubículo, y antes de salir del baño, escucho un murmuro de Lauren que no he podido quitármelo de la mente <<Ojalá pudiera>>.


La noche a entrado. Me acomodo en mi cama, pongo las cobijas en mi cuerpo y entro en calor por ello. Las gotas de lluvia se apoderan del momento, y los relámpagos las acompañan, así creando una fuerte tormenta.

Cierro los ojos y poco a poco voy quedando dormida. Hasta que, de igual forma, mis ojos se abren a media noche, observando la oscuridad de la habitación. Pero esta vez es diferente: pronuncian mi nombre en un susurro, como si estuvieran cerca de mi oreja.

—Claire... Claire... Claire...

—¿Connor?— No responden, solo siguen diciendo mi nombre. —Sé que eres tú, Connor.

Quito las cobijas de mi cuerpo, escuchado mi nombre. Él no es Connor, esto no es una broma, ni siquiera es la voz de él, me digo. Camino lentamente hacia la ventana, retiro las cortinas poco a poco y doy un paso atrás al ver al sujeto de la noche anterior.

Mi respiración comienza a agitarse. La máscara negra en su rostro lo hace ver aun más tenebroso. ¿Esto es una broma? ¿Lauren tenía razón? ¿Por qué a mí?

Cierro las cortinas a toda velocidad, corro hasta mi cama y me entro en mis cobijas. Es una broma, Connor es el sujeto, sé que él.

Pero entonces, ¿por qué una parte de mí me contradice?

Un timbre...

Dos timbres...

Tres timbres...

Y ya no suena nada más. ¿Por qué lo hace?

La lluvia sigue su ritmo. El viento es más fuerte, las hojas y las ramas de los arboles se mueven violentamente.

—Claire...— Su voz suena por toda la habitación. Es fuerte y gruesa, que apenas puedo distinguir lo que dice: su voz está distorsionada. —Ven a mí, Claire...

—¿Esto es una broma?— Pregunto, mirando hacia todas partes.—Po...porque si lo es, no es gracioso.

Y entonces, comienza a reírse, como si le encantara asustarme. ¿Es un fantasma? ¿Por qué no lo veo? Él debe estar loco, muy loco para tenerme así y reírse a carcajadas.

Vuelvo a retirar las cobijas de mi cuerpo, camino nuevamente hacia la ventana, deslizo las cortinas y no está. El sujeto no está ahí.

—¿Me buscabas?— Susurra cerca de mi oreja. De pronto, siento su mano con un pañuelo en mi nariz. Su olor es tan irritante, como si te rasparan la nariz y te sangrara.

Lucho como loca para librarme de sus brazos, pero es inútil: mi cuerpo pierde fuerzas y mis ojos se cierran cada vez más.

Hasta que quedo dormida en los brazos del asesino.

DesaparecidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora