1 ★ Ojos Chartreuses ★

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El sol teñía de sepia el horizonte y las sombras de los árboles se alargaban sobre el empedrado formando un túnel claroscuro por donde unas pocas personas se paseaban ajenas al par de ojos chartreuse que los seguían hasta que los perdía en el serpenteante sendero. La suave brisa mecía el follaje haciendo que el joven hombre se sintiera acunado, la sensación aterciopelada del césped e incluso las formas en las rosadas nubes, le llenaban de paz. Esa era la razón por la que solía pasar horas en ese inmenso parque, que era como un pedacito de bosque en la selva de asfalto.

A veces lamentaba que a eso se hubiera reducido lo que antaño fue un bosque hermoso, pero también le agradaba que la civilización se adaptara a los cambios que la población requería. Pasaba horas ahí, últimamente más de lo que debería. Suspiró.

“¿Cuánto tiempo ha pasado?” se preguntó. Ya no estaba seguro de ello, podrían ser 20 o quizás 30 años, había recorrido tantas veces el mundo mortal y su búsqueda seguía siendo infructuosa, había recorrido también el Ithis, el Reino de la Tierra en lo Alto, y tampoco había resultado. Sólo le quedaba una opción, Nim, la Tierra debajo de lo Bajo, si estaba ahí jamás podría llegar a él. Viajar entre los Reinos, era una habilidad que nadie más poseía. Suspiró de nuevo mientras se giraba recostado en el pasto. Si se refugiaba en ese tétrico lugar, era por qué de verdad no quería ser encontrado, ¿qué había pasado esta vez que hacía que Muerte lo evitara tan exhaustivamente?

Los pensamientos de Vida fueron interrumpidos por esa sensación que tanto le desagradaba, se levantó de golpe y caminó guiado por su instinto. La llama de una vida se extinguía, y aunque eso le doliera, era una oportunidad de encontrarlo. Podía escuchar su sufrimiento, y el dolor lo llenaba conforme se acercaba al lugar. Debajo de un árbol, casi a la orilla del empedrado, un joven arrodillado le daba la espalda cubriendo de su vista a la criatura que había sentido, Vida dio un par de pasos más hacia su derecha y vio que el alma que sufría era un gato pequeño, el joven temblaba con las manos indecisas sobre si tocar al animal o no, en su rostro vio una gran pena, la agonía del gato causaba en el joven tanto sufrimiento como en él. El chico dejó caer sus brazos resignado, Vida sabía que no podría hacer nada más cuando vio aparecer a un Gream Reaper, uno de los sirvientes de Muerte, en los últimos años ellos se encargaban del trabajo de su amo. Si tenía que recurrir a eso, era una afirmación más de que no quería ser encontrado. Los pensamientos de Vida vacilaban entre esas nubes que él sólo se formaba mientras observaba al Gream acercarse lentamente a cumplir su misión. Entonces algo le llamó la atención, el chico desvío la mirada cuando el sirviente tocó al pequeño y cuándo transformó el alma en polilla, el joven cubrió su rostro con sus palmas.

“Sólo una coincidencia ” pensó Vida, no podía ser nada más. Mientras el sirviente se alejaba, el hombre se puso de pie y giró dándole la espalda al cuerpo ya sin vida, quedando frente a Vida, se detuvo un momento, desvío la mirada y luego se alejó del lugar sin levantar la vista mientras pasaba junto a Vida.

— ¿A caso él...? — se cuestionó Vida, por un segundo creyó que le dirigía una mirada fugaz cuando pasó a su lado. Eso era imposible, los humanos no podían verlos a no ser que ellos decidieran hacerse visibles, cosa que no solían hacer, al menos, no él.

— Él me vio, estoy casi seguro de eso — se dijo echando a correr tras él.

★★★


Movido por su curiosidad, el hombre de ojos chartreuses le siguió hasta una cafetería, se hizo tarde y no lo vio salir, seguramente porque se distrajo con un par de perritos que se acercaron a la banca donde Vida se había sentado a esperar.

Vida volvió la mañana siguiente y lo vio sirviendo mesas en el café, así supo que trabajaba ahí. Sabía que estaría ocupado por horas e intentar acercarse sería en vano. Se sentó en la misma banca de el día anterior para esperar. Lo vio tomar un descanso en una de las mesitas exteriores del establecimiento, leyendo un periódico mientras tomaba una taza de café, a Vida le pareció que sólo fingía leer por qué lo atrapo un par de veces lanzando una mirada furtiva hacia su dirección. Se le veía nervioso, y cuando el Dios decidió acercarse, el humano se levanto de golpe y entró para ponerse a hablar con una mesera.

Un Dios Entre HumanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora