Capítulo 1: "Mi sueño"

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Una bella jovencita pelinegra se encontraba sentada sobre su cama en una hermosa habitación viendo muy atenta en un gigantesco televisor un programa de luchas.

Como quisiera yo estar en un lugar así y poder demostrarle a mi padre y a todos los que me conocen que una mujer no necesita de un hombre para estar protegida, las mujeres somos valientes, aguerridas, fuertes, podemos ser independientes y luchar por nuestros ideales y sueños al igual que los hombres, las mujeres tenemos los mismos derechos que los hombres, no comprendo porque a veces eso no lo comprenden en la realeza. ¿Por qué las princesas no podemos elegir libremente?, ¿por qué nuestros padres tienen que elegir por nosotras?, ¿por qué los príncipes son quienes eligen a su pareja y las princesas solo nos queda aceptar las decisiones de los demás?, no es justo, yo no quiero para mi una vida así, casarme con alguien sin amor solo para que cuide de mí y de mi reino, es algo absurdo e injusto, si tan solo pudiera cumplir mi sueño, si mi sueño, sueño con ser la primera mujer que gane un campeonato de artes marciales, ¿por qué siempre los hombres tienen que ser los ganadores?, ellos no son mejores que nosotras, bueno tal vez aún no se han encontrado con alguien tan talentosa como yo, pensaba la pelinegra mientras veía a un hombre ganar un combate a una chica.

La pelinegra apago su televisor, bajo de su cama, se ato una cinta azul al gi naranja que llevaba puesto, se coloco sus botas y salio de su habitación a paso rápido.

No puedo perder el tiempo, tengo que seguir entrenando así sea sola para cada día ser mejor, tal vez algún día tenga la oportunidad de cumplir mis sueños, además si me hago más fuerte podré retar al príncipe que mi padre elija para mi prometido, si mi padre pone sus condiciones yo también pondré las mías, yo no aceptare como prometido a alguien más débil que yo, el príncipe que quiera cortejarme y convertirse en mi esposo tiene que superar mi habilidad y fuerza, ese será el requisito que pondré para aceptarlo y como no creo exista algún príncipe más fuerte que yo pues mi padre no podrá obligarme a casarme con nadie y yo podré seguir libre practicando mis amadas artes marciales, pensaba la bella princesa pelinegra mientras caminaba presurosa por un pasillo para salir del castillo.

Capital Oeste:

Un atractivo jovencito de cabello alborotado de vestimenta sencilla caminaba presurosa llevando una pequeña bolsa de papel en la mano.

Luego de algunos minutos el joven detuvo sus pasos frente a una modesta vivienda, saco una llave del bolsillo de su pantalón y abrió una vieja puerta de madera, luego entro a la casa.

Hijo, ya llegaste, dijo anciano, que se encontraba sentado en una vieja mesa de madera.

Si abuelo, disculpa el retraso aquí están las manzanas que me encargaste, decía Gokú tomando asiendo en una vieja silla.

¿Qué te entretuvo hijo?, dijo el anciano.

Es que cuando venía para aquí vi a unos hombres colocando unos carteles y pues me detuve a ver de qué se trataba, decía Gokú mientras su abuelo lavaba las manzanas.

¿Y de qué se trataba hijo?, dijo el anciano con curiosidad.

Una feria que se realizara aquí, dijo con nostalgia el joven de cabello alborotado.

Hijo, no estés triste, ya abra oportunidad para que puedas mostrar tú talento, no sabes como quisiera tener dinero para poder costearte tus estudios en algún gimnasio de la ciudad, de seguro si pertenecieras a alguno de ellos alguien notaría lo talentoso que eres y te becarían para que pertenezcas a algún famoso gimnasio, decía el anciano acercándose a entregarle una manzana al joven de cabello alborotado que la recibió y le dio una mordida.

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