Yuuri observó con desazón la pista con por lo menos cuatro personas practicando en ella al mismo tiempo, siguiendo las indicaciones de un implacable Yakov, que cada vez parecía ser más duro en sus entrenamientos y observaciones, quizás por la presión de tener las competiciones cerca, motivo por el cual presionaba a Viktor para que practicara por más horas al día de lo normal.
¿El problema? Su propio tiempo de práctica se reducía considerablemente, y al no poder tener un buen rendimiento cuando había demasiadas personas en la pista, ni siquiera intentaba entrar. Viktor lo entendía y no lo presionaba en eso, pero ambos sabían que necesitaba practicar un poco más de lo que lo hacían últimamente, por lo que habían decidido que debía practicar aunque fuera sin hielo de por medio.
Los ojos de Viktor y los suyos se conectaron luego de que este terminó de hacer un precioso salchow cuádruple y solo necesitó asentir para que entendiera lo que iba a hacer. Tomó su mochila y salió de la gran estancia que albergaba la pista, para luego caminar por el amplio pasillo que llevaba a la puerta de salida, dicho pasillo lleno de puertas con habitaciones varias, ya fuera depósitos, salas de reuniones, pequeños despachos y lo más importante, salas para practicar ballet.
Se acercó a una de ellas y luego de asegurarse que no había nadie dentro, abrió la puerta cuidadosamente y la cerró tras de él, dejando la mochila en el suelo mientras sacaba de un bolsillo discreto de esta su varita y empezó a moverla con suavidad mientras murmuraba encantamientos para sellar la habitación y hacer que la gente que se acercara a ella recordara que tenía otra cosa que hacer y se apartara. Obviamente los magos eran inmunes, pero a parte de él y Viktor, no había más personas con magia en aquel lugar, de modo que podía sentirse seguro de que nadie más que su pareja entraría al lugar de manera repentina.
Observó su varita, larga, estilizada y ligeramente flexible; era de cerezo, con el núcleo de un cabello de la cola de un Kitsune y bastante buena para las transformaciones, según le había contado el fabricante, que había observado con ojos brillantes como por fin la varita, de una madera mucho más clara que las demás del mismo material, había encontrado a un mago digna de ella.
"Es una varita con una gran belleza y sensibilidad, Katsuki-kun. Fue creada por mi abuelo años antes de morir y me aseguró que el dueño de esa varita tendría un futuro particular de lo que se espera para los demás magos"
Siempre le tuvo cariño a su varita desde aquel día, y al principio no quiso separarse de ella por ningún motivo, aunque sabía bien que su abanico de hechizos fuera de clases era limitado, en especial porque en Mahoutokoro no se solía dejar tarea para el día siguiente, ya que al estar casi todo el día en el hermoso palacio de jade que era el colegio hasta casi el anochecer, se le permitía a los estudiantes descansar y pasar lo que restaba de día con sus familias sin pesadas responsabilidades.
Sonrió ante el recuerdo de su época estudiando, aquella época que al mismo tiempo había limitado ligeramente su introducción al patinaje y sus competencias, debido a lo arduo que era el estudio al combinar clases de artes mágicas y clases que cualquier persona sin magia recibiría en Japón para de esa forma poder decidir en qué mundo preferirían vivir luego de la graduación.
Guardó la varita de nuevo en la mochila, asegurándose que estuviera bien acomodada, y se quitó el abrigo que llevaba puesto para dejar a la vista su camiseta de entrenamiento, además de cambiarse los zapatos deportivos por unos de ballet, y así, listo para iniciar su práctica, se colocó en el medio de la habitación y dejó que la música en su mente empezara a sonar para que su cuerpo iniciara los movimientos en torno a esta.
Practicar en el suelo en vez que en la pista no era exactamente la mejor manera de hacer las cosas y lo sabía, pero al mismo tiempo le ayudaba a estar más centrado en la pista cuando por fin era su momento de entrar, quizás porque su cuerpo ya estaba caliente y su mente enfocada en ello, era menos propenso a caer en los saltos y por sobre todo, la soledad que le daban esos momentos le permitía perderse en sus propios pensamientos.
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Siete Formas de Amar
Short Story[Conjunto de Pompts pertenecientes a la Yuuri!Week. Ambientado en un crossover entre YOI y HP, Yuuri es mago y Viktor es medio Veela.] Existen muchas maneras de amar a una persona, y ellos descubren poco a poco una nueva juntos.