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Estaba decidido, esa sería mi mejor y última noche

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Estaba decidido, esa sería mi mejor y última noche.

Monté mi corcel y fui a la taberna del pueblo.

Me senté en el mejor lugar rodeado de los más ricos hombres, donde intentaría prodigar mis bienes apostando con ellos, sin embargo, yo les vencía cada ronda.

Jugar con tantos oponentes me había enseñado a predecir sus jugadas, me había hecho el mejor.

Ordené abrir el barril del mejor vino e invité a los demás clientes. Estaba dispuesto a embriagarme hasta quedar inconsciente si me fuera posible.

El ser humano es tan extraño y a la vez predecible.

Hacen lo que sea por dinero.

Cuando ven a alguien despilfarrar su oro, pueden rebajarse hasta lo bajo para obtenerlo.

En unos instantes estaba rodeado de mujeres entregándome sus cuerpos a cambio de algún bien.

Yo deseaba pasarla bien y púes no me negué a ellas.

Algunas eran las rameras locales, otras, las mujeres de los que yacían borrachos.

Tomé a las más hermosas y fui a la bodega del lugar y me llegué a ellas y bebí de ellas hasta no poder más.

Después de haberlo hecho tantas veces y con tantas, humanas, vampiras y otros seres, esto ya no me llenaba.

El sol comenzaba a salir y ellas se quedaron dormidas.

Dejé un pequeño sacó de dinero a su lado y les cobijé con mis vestidos.

Salí hasta el establo y desaté a mi fiel caballo.

Solamente tomé mi daga de plata y salí rumbo a la muerte.

Solo cubrí mi cuerpo con mi capa y me dirigí a un rio cercano.

Subí al puente y baje de mi corcel, quité su montura y le dejé libre.

Me despojé de la única prenda que llevaba y Subí a la cerca que protegía a los transeúntes de caer al río.

Aquella imagen era digna de ser retratada por Rembrandt:

Un hombre de cuerpo perfecto desnudo, frente al río, iluminado por el amanecer.
Con la brisa matutina moviendo sus largos cabellos.
Con un puñal en mano dispuesto a morir,
cual amante que huye de esta vida al ser defraudado por su amada.

Contemplé por vez última esa escena, despidiendome de éste mundo, mientras el sol quemaba mi blanca piel que rara vez fue expuesta a su luz.

Acerqué esa platina navaja a mi pecho con la intención de clavarla en mi corazón.

Pero ese maldito muchacho interrumpió mi momento.

-¡¿Que hace?!-gritó desde su caballo.

Yo traté de ignorarle, pero cuando me di cuenta, el estaba tomado de mi cintura tratando de bajarme.

-¡No lo haga por favor!-gritaba mientras trataba de bajarme-¡Eso es un gran error!

-¡Largo de aquí!-lo tiré al suelo-Este no es tú problema.

Me tiré sobre él para matarlo.

Abrí mi boca y le mostré mis colmillos.

-¡Alejate!-gritó él y sacó su crucifijo de plata.


Continuará...

Ángeles, Ciencia y Demonios #BloodyClan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora