Esta historia está ubicada en el humilde pueblo de Roraina, un pueblo que está situado en los límites del estado Zuliano de Venezuela. No es muy grande, no te miento si te digo que el bosque que limita con él es más grande. Pero tiene lo necesario para el confort de su población. Un hospital, un mercado, una biblioteca, un par de escuelas y muchas viviendas. Sí, lo común. Sin embargo, no te fíes, Roraina está fuera, lejos, desviado del margen de lo conocido como común. La vida de sus alegres habitantes lo confirman y aquel que llega de visita cambia su punto de vista sobre lo que normalmente dicen al dirigirse hacia allá por un azar de la vida; de seguro es un aburrido lugar.
Sin embargo, no profundizaré sobre Roraina, sino sobre un par de niños, te contaré la historia de Timothy y Aranza; aunque a la par, terminarás conociendo más de este extraño pueblo.
Y comenzamos todo este lío desde la habitación de Timothy, mientras terminaba lo que más le gustaba hacer en el mundo, o lo que le podría gustar más en el mundo a un niño de 14 años.
-Toma, toma, toma -repetía una y otra vez, mientras acababa con el jefe final del videojuego que le había llegado hace una semana.
Así era con todos los videojuegos que obtenía, como no era el típico joven que salía constantemente a jugar afuera, era capaz de acabar un juego sumamente extenso en tan sólo una semana. El muchacho se volvió un jugador empedernido de los videojuegos hace un año. Cuando del cielo, cayó su Noxbox2001. Si, del cielo. Estaba leyendo un libro (su antiguo hobby) y comiendo un sándwich a la vez, pero fue interrumpido por un cometa que cayó en lo que él cree que es el centro de su patio -si hubiera caído dos centímetros más a la derecha sí sería el centro del mismo, pero es muy joven aun para que le interesasen el arte de las medidas exactas -. Se acercó al cráter que se formó en el suelo arenoso y lo que encontró es lo que lo ha apartado de la lectura tanto tiempo (tampoco es que la apreciara mucho, tan sólo lo hacía para perder el tiempo... a diferencia de la consola, a la cual, de alguna manera le ha cogido cariño), la consola ya nombrada. No se los contó a sus amigos en clase, ya que no tenía ninguno, pero el vecino del al lado vio todo y éste rumoreó lo sucedido con todo el colegio, así que, el callado Timothy pasó de boca en boca por todo el colegio, se podría decir que fue popular un corto lapso de tiempo.
Al lado le acompañaba una chica, delgada y un poco más pequeña que él. No sabría decirle desde cuando se encontraba ahí, aun siendo un narrador omnisciente, hasta su presencia fue repentina para mí -qué locura, ¿no? -.
-¡Timothy! -le gritaba al oído la lánguida niña. Tal vez me equivoqué al decir que no tenía ningún amigo -. ¡Vayamos a jugar afuera!
-¡Cállate, espera a que termine! -le respondió éste.
-He regresado y no me prestas atención, ¡vamos, Timo!
-Nunca te dije que te fueras -dijo, algo desconcentrado. Regresó con más atención y por primera vez la miró directo a la cara -. ¿En qué momento te fuiste? -preguntó un tanto confuso.
-A quién le importa, vámonos.
Ella le haló del brazo y corrieron juntos, en ese instante, el joven Timothy miró sobre su hombro y por un momento su visión se tornaba paulatina mientras miraba al televisor y veía como su personaje perecía ante el jefe final. Había olvidado colocar pausa, el trabajo -digo el juego - de esa semana había sido en vano.
Bajaron por las escaleras de la casa y giraron hacía la cocina.
-¡No íbamos a jugar? -preguntó indignado por lo del videojuego.
-¡Claro! -Respondió entusiasmada -, pero debemos comer primero, Timo. Son las siete de la mañana.
Mientras se preparaban unas tostadas con mantequilla y otras con miel, el papá de Timothy entraba a la cocina.
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La Promesa de Aranza. (En curso)
FantasyEsta es la historia de una amistad que transciende límites inimaginables, la historia de Timothy y Aranza, dos niños muy distintos. Lo contado transcurre en un pequeño pueblo muy misterioso, un lugar en el cual abundan sucesos que ignoran la gruesa...