Secreto

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¡UNA NAVE ESPACIAL!

Lo sé porque no es la primera vez que veo una.

Como dije antes, mi padre es científico y cuando era niña su equipo de investigación halló en un frondoso bosque deshabitado, una nave extraterrestre.

Obviamente la noticia circuló por todo el mundo, adquiriendo fama rápidamente.

Me encantaba estar en el trabajo de mi padre, observaba a esas personas de batas blancas con gafas extravagantes jugar con sustancias de diversos colores, ver las reacciones químicas, los nuevos inventos, lo adoraba.

Pero con la llegada del gran objeto alienígena, la Corporación Cápsula se convirtió en mi segunda casa, hasta ahora.

La analizamos por años.

Digo “analizamos” porque estuve metida en la investigación desde el principio, sabía todos los datos de ella. Esa cosa me había dejado tan o más asombrada que los demás y me ponía feliz el hecho de saber que habían otros seres inteligentes allá afuera.

Los sujetos de “batas blancas” comenzaron a tomarme más en serio y me incluyeron oficialmente en el proyecto, a pesar de mi cortísima edad, cuando logré descifrar su lenguaje, es decir, traduje el código lingüístico alienígena y lo adopté a nuestro idioma.

Gracias a eso las cosas se facilitaron, descubriendo cada detalle. Cómo se encendía, la velocidad que podía alcanzar, su combustible. Su tecnología era mucho más avanzada que la nuestra.

Sabíamos todo, excepto quién era el dueño.

Es por eso que no puedo confundirme en esta situación.
Esta nave es idéntica! Solo que es más pequeña.

Extendí la mano para tocarla, pero me detuve al oír una voz que me hizo estremecer:

-Te dije que no podías entrar –se me erizaron los vellos de la piel al instante. Me volteé y mi mirada chocó contra la de Vegeta- Veo que descubriste nuestra nave- se empezó a acercar peligrosamente a mí, mientras que yo retrocedí mecánicamente.

-¿Quie-quiénes son ustedes?- Por primera vez en mucho tiempo tartamudeé- ¿De dónde vienen? –Mi espalda chocó la fría nave, estaba muy cerca.

-¡Por qué preguntas tanto, mujer! –me gritó al tiempo que golpeó con sus duras manos el artefacto volador haciendo un ruido metálico. Me había encerrado con sus brazos, estaba atrapada –Nos descubriste –Bajó el tono de voz, su seria mirada se asemejaba a la de un depredador que está listo para devorar a su presa y YO ERA LA PRESA! –Debes estar pensando que no somos humanos- Hizo una pausa- Pues estas en lo cierto, somos Sayajines, nuestra fisonomía es casi igual a la de un humano.

-¿Casi? –Logré articular, el asombro me había congelado las cuerdas vocales.

- Tenemos una cola de mono que nos permite transformarnos en Ozarus con la luna llena– Obviamente no tenía ni idea de lo que era “Ozaru”, pero en situaciones como esta, mi cerebro solo se puede concentrar en una cosa a la vez.

“Dijo, cola de mono?”

Automáticamente fije la mirada en sus pompas redondas y nalgueables, pero no encontré nada.

-Nos la cortamos al llegar –Sonrió de lado al adivinar mi pensamiento.

-¿Y por qué vinieron aquí?- mi voz comenzaba a normalizarse, al igual que mi respiración.

-La verdad es que no teníamos a donde ir- noté cómo su mirada se ensombreció -Mi padre era el rey de nuestro planeta, el planeta Vegita. Cuando era un niño un tirano llamado Freezer lo mató. Se apoderó de todo y nos convirtió en sus sirvientes, mejor dicho esclavos.

Sus palmas se convirtieron en puños y suspiró pesadamente antes de continuar.

-Años después a Kakaroto, o sea Goku le llegó la información de que el maldito iba a destruir a todos los sayayins! –Su voz se elevó y sus ojos ya no me miraban- Teníamos dos opciones: luchar contra él en una batalla que perderíamos por su inalcanzable poder o…

-O? –Pregunté suave al ver que no continuaba.

-Huir –contestó casi inaudible –Encontré La Tierra una vez, decidí quedarme unos días para ver si era un buen sitio para escondernos y camuflarnos entre su raza y así fue. Intenté volver, pero mi nave fue robada por unos estúpidos terrícolas, así que Kakaroto tuvo que venir en su propia nave.

Con ese dato, pude saber que estaban aquí desde hace 8 años. Pues obviamente la nave en la que vino él, es la misma que está en la Corporación Cápsula.

-Que duro –Dije en un susurro, jamás hubiera pensado que esos muchachos cargaban con algo tan oscuro –Pero no debes mortificarte –No podía dejarlo destrozado, tenía que ayudarlo. Así que con una sonrisa sincera continué- El destino les dio otra oportunidad, una nueva vida, ahora son libres –Por fin me volvió a mirar a los ojos.

Su mirada delataba sorpresa, finalmente me devolvió la sonrisa.

-Me agradas… Bulma -Mil veces oí a personas decir mi nombre, pero era la primera vez que sentí que mi nombre me gustaba, o tal vez, me gustaba por la voz que lo nombraba, esa voz tan atrayente, tan excitante.

-No… te preocupes –Nuevamente mi respiración se volvió pesada y no era por miedo esta vez. Su rostro se acercó al mío, podía sentir el enloquecedor roce de su marcado cuerpo. Fue cuando noté sus labios, tan carnosos y apetecibles, quería probarlos –Tu secreto…está a salvo conmigo.

-Lo sé –Me susurró sensualmente al oído haciendo que sus pectorales chocaran contra mis grandes pechos. Me sentía víctima del más potente hechizo y, sin duda, él era el poderoso hechicero–Porque mi secreto muere contigo. –Adiós hechizo.

Me sujetó fuertemente de ambos brazos y me chocó bruscamente contra la nave haciendo que dé un quejido de dolor, mis pies ya no tocaban el piso.

Me sentía ligera como una pluma, no parecía estar haciendo el más mínimo esfuerzo en mantenerme en lo alto. Sin duda, su fuerza superaba la humana.

Estaba aturdida y dolorida.

Ahora sí tenía miedo, pero no de su fuerza, sino de la sonrisa maliciosa que mantenía frente a mí.

¿Voy a morir?

Mi nuevo compañero de clases.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora