Mi nuevo compañero de clases.

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Mi nombre es Bulma Brief, seguramente han oído hablar sobre mí.

Una mañana de mayo,  como cualquier estudiante de 17 años, estaba en la escuela aburrida en mi mesa con la cabeza sostenida con la palma de la mano, fingiendo oír lo que el profesor decía. Pues ese día tenía mejores cosas en que pensar… o por lo menos eso me decía mi cerebro sino supongo que lo estaría escuchando.

En fin, me considero distinta al resto de los adolescentes, ya que soy alguien muy inteligente. A mi corta edad ya he ayudado a mi padre a crear varios de sus inventos y he creado propios exitosamente.

Mi papá es uno de los mejores científicos que hay y también es el creador y dueño de la famosa Corporación Cápsula. De él supongo que heredé mi superior intelecto.

Como dije me considero alguien distinta, pero eso no significa que lo sea completamente. Pues he estado pensando últimamente en algo que los jóvenes piensan muy a menudo. No, no hablo de las aplicaciones del celular, no tampoco del acné. Hablo del otro tema…

Amor.

Sí, leyeron bien, amor. No es que no tenga pretendientes o algo por el estilo, ME SOBRAN ya que soy muy bonita. Así es soy la combinación perfecta: bonita e inteligente. ¿No es genial?

Pero por más que me “caen hombres del cielo”. Tampoco significa que  “caen hombres PERFECTOS del cielo”. Ya que al parecer todos se sienten atraídos de mi indudable atractivo, y aunque me gusta recibir halagos, no por eso voy a quedarme con un chico sin cerebro o sin actitud que solo le gusto por fuera.

“¿Dónde estará mi príncipe azul?, El muchacho hecho para mí” ”¿si quiera existirá?” “¡PERO QUÉ RIDICULECES ESTOY PENSANDO!”.

De pronto entra una secretaria de la escuela y me saca completamente de mis absurdos pensamientos, esta le susurra algo  al profesor.

Me quedé expectante mirando y tratando de descifrar lo que decían. Soy muy curiosa.

-Alumnos- se dirigió el profesor a nosotros- A partir de hoy tendrán dos compañeros nuevos, sus nombres son Vegeta y Goku. Pueden pasar –habló mirando hacia la puerta que ya se encontraba abierta.

Entró un joven de tez bronceada, cabello azabache en forma de flama y ojos de igual color, con músculos bien desarrollados pero no exagerados. Seguido de un muchacho más alto, tez blanca, cabello en punta y ojos negros.

-¡Hola! ¡Soy Goku! –habló enérgicamente el más alto, mientras que el otro solo suspiró.

Goku se sentó atrás junto a mi amiga Milk, esta le sonrió “al parecer le gusta” pensé divertida. Sentí que alguien ocupó el asiento junto a mí, era obvio que se trataba de Vegeta así que me giré para saludar.

-Un gusto, soy Bulma –le extendí la mano

-No me toques- ladró sin siquiera mirarme, obviamente esa frase me puso de mal humor. “¡¿Pero quién se cree que es?!”Igualmente decidí no contestarle e ignorarlo.

-Bien, tendrán que formar parejas para hacer un trabajo de germinación –habló el maestro

-¿Escuché bien? ¿Dijo germinación? –Me alteré y exageré quizás un poquitito…- ¡¿ACASO TENEMOS OCHO AÑOS?! ¡¿SÉ CONSTRUIR AUTOS VOLADORES Y ME PONE A HACER UNA GERMINACIÓN?! - Ok tal vez amanecí con el pie izquierdo.

Nadie se sorprendió que levantara la voz o que me quejara de algo, ya que es algo monótono. Vegeta en cambio, me miró de reojo fingiendo no prestarme atención, pero sonriendo de lado susurró: “no tan solo es vulgar sino también es agresiva”.

Lo sé, soy agresiva… ¿¡PERO VULGAR!?

-Como son números pares –Me ignoró por completo el docente- lo tendrán que hacer con su compañero de banco- “oh…no!” – Sin excepción – dijo mirándome, al parecer notó mi cara de disgusto.

En ese momento tocó el timbre y todos salieron como gacelas perseguidas por guepardos. Tomé mi mochila verde para hacer lo mismo pero Vegeta me tomó del brazo sin delicadeza.

-Nos juntaremos hoy en mi casa a las seis de la tarde –la verdad es que no sigo las ordenes de nadie, pero al encontrarme con esos brillantes ojos petróleo por alguna razón no pude negarme -esta es mi dirección –me entregó un papelito- no te atrevas a llegar tarde- me advirtió antes de irse, mientras que yo me quedé clavada en el piso sin moverme.

“Que… es esta sensación, me siento como una idiota! entonces… por qué estoy sonriendo?”

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