Not all princesses have pure minds

151 10 0
                                    

Las tostadas esa mañana de 1954 se habían quemado, la pequeña Roxan hacia cosas sucias en la habitación del final. Si pasabas por el pasillo podías escuchar sus gemidos, no había nadie en casa. Era una chica dulce, sana, pero con pensamientos algo inapropiados para la época. Su madre le pidió que se hiciera su desayuno ya que no estaría en casa todo el día. Pero ella no aguanto las ganas de tocar su joven intimidad, privilegiada por una corta virginidad que aun poseía. Ella sólo quería hacer ruido, ella quería que alguien la tocase, alguien que haga ronronear. Pero sabía que ella misma podría permítaselo. Con su rosácea mano se acarició subiendo su mano por su pierna, llego al fino hilo de bragas debajo de su vestido. Sentía presión, por sentir, sentir ese cosquilleo delirante que sucedía cada vez que se tocaba, deslizo su mano por dentro de la tela, se percató de que estaba húmeda y suave. Minutos después experimentó lo excitante que era tocarse, se penetraba una y otra vez con sus dedos, con impulsos eléctricos que llevaban sus cadenas en diferentes direcciones queriendo más y de su boca salían gritos pidiendo ser saciada de su éxtasis.

Más tarde a la hora que llegaba su madre del trabajo...

–¡Hija! Umm huele divino, tuve un día largo– dijo su madre entrando a la casa con su pañuelo limpiando el sudor.

–Estoy haciendo sopa ¿Cómo estuvo tu día? –le cuestionó Roxan mientras daba vueltas a la olla con un cucharon.

–¡Primero cuéntame tú estás muy radiante! ¿Cómo estuvo?

–Gracias –le sonrió con un filo de malicia –, estuvo perfecto –siguió con dulzura y acomodó con cuidado su vestido el cual estaba un poco desordenado desde la última vez que se tocó.

–Gracias –le sonrió con un filo de malicia –, estuvo perfecto –siguió con dulzura y acomodó con cuidado su vestido el cual estaba un poco desordenado desde la última vez que se tocó

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Besos, Sexo y Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora