Capítulo 3: Una chica misteriosa.

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-Iré a llevarla a la habitación.

Anunció Matthew y me acerqué a la puerta seguida de él, sentí como sujeto mi brazo.

-Está bien. -Cameron asintió.

Ambos salimos pero está vez me llevó a la sala o lo que parecía serlo, me soltó justo al lado del sillón y sólo lo seguí con la mirada hasta que se sentó.

-Siéntate.

Me senté algo confundida mientras él buscaba algo en una caja. Tomó unas vendas y me las arrojó.

Las tome lentamente sin dejar de mirarlo.

Mostró su mano y mi boca se quedó entreabierta, lo miré confundida.

-¿La puedes vendar? -soltó.

-¿Porqué querría hacerlo?

-Porque te lo ordeno yo, se infectará y no quiero eso.

Desenvolví la venda y empecé a envolverla en su mano, por primera vez toqué su mano, me puse nerviosa porque me sentía con miedo y estaba haciéndolo mal.

-¿No sabes?

-Sí, sé, pero te estás moviendo

Contesté seca e ignorando su mirada clavada en mi, sin levantar la vista.

-Creó que ya está.

Miré sus ojos oscuros y él no dejaba de mirar mis labios ¿qué está haciendo?

-¿Me puedo ir a la habitación?

Pronuncié casi en susurro, para evitar lo que ocurría.

Se acercó a mi rostro poniendo una mano en mi mejilla y me hice atrás, por un momento sus ojos cerrados no lucían aterradores, empezó a olfatearme, yo no me seguí moviendo, los abrió de golpe  matándome con su mirada y mis ojos se aguadaron, no quería que se acercará a mi.

-Vayamos a la habitación. -dijo seco y controlando su respiración.

Me jaló fuertemente lanzándome adentro, entró conmigo y cerró la puerta.

-¿Aquí hay agua?

Asentí y el caminó al baño.

Mi vista se dirigió a la puerta, la cuál no se cerró por completo, inmediatamente me levanté corriendo y al llegar me detuve, la abrí con cuidado y corrí por el pasillo.

Mi corazón estaba bombeando rápidamente, sentía que me iba a tropezar como la otra vez, quise abrir la puerta principal pero ésta estaba trabada con varios candados, las ventanas bloqueadas y cerradas.

Golpee la puerta con molestia y corrí por las habitaciones, ¡dios mío no encontraba nada! 

La desesperación estaba llegando a mi.

-Jade ¿quieres jugar a las escondidas?

Una voz salió del pasillo y lo primero que hice -además de sollozar- fue correr a una habitación, después cerré la puerta lentamente y el olor a tabaco inundó mi nariz, odiaba ese olor, era lo peor.

Corrí a la ventanas buscando alguna abierta, pero todas estaban cerradas, escuchaba como los pasos se acercaban a la puerta de la habitación donde me encontraba. Corrí debajo de la cama y me escabullí abajo, lo que me delataba era el sonido de mi respiración, jamás me había sentido tan aterrorizada como ese día.

Sus botas se miraban desde aquí, dieron unos pasos entrando por una puerta, el baño.

Lo primero que hice cuando salí de abajo de la cama fue tomar una silla. Me escondí a la vuelta de la pared, apenas salió y le di en toda la cara con la silla.

 Entre Cuatro Paredes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora