Estás aquí. De un momento otro en la conversación apareces y para mí es como si hubiese habido un milagro. Quiero contarte tantas cosas...
He conocido a alguien. Te digo que soy feliz y que todo está bien. Debe de estar bien, lo mereces. Te pinto el mundo todo lo bonito que sé ponerlo, te describo las mil maravillas y hago mi mayor esfuerzo para que veas que no soy horrible.
De repente dices que no te necesito, que ahora no te necesito y que me vas a dejar para que haga mi vida. Te borro el cuadro: yo no amo a esa persona, yo no quiero que te vayas, no puedo pensar en eso... Eres lo único que me mantiene a flote. ¿Acaso no lo ves? Intento explicártelo todo.
Creo que lo has entendido.
Es divertido estar contigo, eres único... Sólo quiero que seas feliz porque me haces feliz. Dan igual cuántas cosas pasen y cuántas tenga que hacer por verte, a tu lado todo está bien. Mirarte es una mis mayores aficiones... Dices que te doy miedo cuando digo estas cosas y yo me río. Tu también das miedo. Intimidas y eso me encanta.