Doce años de edad
Se habían convertido en los mejores amigos.
Desde hacía tiempo, Joy se había vuelto una persona muy importante para él. A lo largo de los últimos años, ambos se dedicaban a hacerlo todo juntos. Escalaban árboles, construían cabañas, jugaban a soccer y basquetbol, y cada domingo salían al bosque en busca de un río en el que nadar o de una nueva especie de bicho por descubrir.
A ella le gustaba porque cada día aprendía algo nuevo con él, era divertido estar a su lado y era la persona más sincera que había conocido. También se sentía bien con él porque la protegía cuando tenía miedo y le tendía la mano para caminar juntos.
Y a él le encantaba que ella no fuese como los demás niños y niñas de su clase. Sabía ver más allá de las apariencias, más allá de las murallas que él mismo había construido a su alrededor. Joy parecía ser capaz de asomarse a su corazón y ver en su interior, sin juzgar nunca lo que veía.
Eran uña y carne.
Antes de todo aquello, Chase no tenía a nadie más que a su familia. Nunca conoció el significado de la palabra ''amistad'' e intentaba disfrutar de su soledad. Hasta que llegó Joy y se convirtió en su todo. En su primera amiga. En su pequeña luz.
—¡Ched! ¡Ched! —ella lo llamó con el característico apodo que nadie más utilizaba—. ¡Un ángel! ¡Un ángel!
El muchacho dirigió la mirada hacia donde señalaba y pudo advertir una de esas semillas envueltas en una especie de corona de pelusa, que tantas veces habían contemplado flotar en el cielo. Se le escapó una sonrisa al percibir que a su amiga le brillaban los ojos de emoción. Desde pequeña esas cosas la habían fascinado.
—Se llaman vilanos, Joy —contestó él, recordando todas las veces en las que la abuela de ésta se lo había repetido, sin mucho éxito en hacerla rectificar.
—No, esa es su tapadera —le rebatió ella, sacándole la lengua—. En realidad son ángeles que cargan con deseos. —Las comisuras de sus labios volvieron a elevarse hasta formar una de sus radiantes sonrisas, de aquellas que cargaban con toda la inocencia y pureza del mundo.
Desde que era una niña, siempre creyó que aquellos vilanos que contemplaba dejándose arrastrar por el aire, se trataban en realidad de ángeles que portaban deseos, sueños de personas con fe y esperanza. Creía que, cuando caían al suelo sin ser capaces de alzar el vuelo, era porque no soportaban la carga de tantos deseos.
Y es que Joy vivía encantada con sus cuentos de hadas y seres mágicos, por lo que siempre prefirió creer en su original historia de los ángeles y los deseos. Chase, lejos de burlarse de ella, la admiraba. Porque la realidad era mucho más cruda que su imaginación, y mucho más difícil de soportar.
Al verla corriendo y dando saltitos con el objetivo de alcanzar el vilano, el corazón se le estrujó por un momento al pensar que quizá algún día podría perder todo aquello que lo había salvado.
—No quiero que al llegar al instituto nos distanciemos —soltó sin pensar, dejando que las palabras salieran por sí solas—. No quiero que nunca nos separemos.
Justo en ese momento, Joy alcanzó el vilano, a la vez que soltaba un grito de victoria. Se acercó a su amigo y abrió la palma de su mano para mostrárselo con una sonrisa en sus labios.
—Prometo que cumpliré tu deseo —expresó con determinación—. Estaremos siempre juntos.
—¿Siempre?
—Siempre.
Joy se acercó la mano a la boca y sopló suavemente, consiguiendo que el vilano alzara el vuelo de nuevo. Estaba convencida de que, gracias a ese simple acto, su ''ángel'' podría regresar al cielo dejando en sus manos un nuevo deseo que cumplir.
Y mientras lo observaban alejarse, Chase no pudo evitar pensar que a él, ella siempre le pareció la más bella de todos los ángeles.
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Alas De Ángel
Teen FictionÉl vivía con su corazón enmurallado, queriendo impedir que lo conocieran. Ella luchaba contra sus monstruos, esperando volver a quererse. Pero ambos compartían algo que les permitía soportar la realidad: Su distinta fantasía. «¿Puede un ángel volve...