Capitulo 1

2 0 0
                                        

Siempre me considere alguien cerrada, no hablaba mucho y era algo anti social pero desde que el cancer llego a mi vida quise que la gente viera lo mejor de mi. Asique me concentré en eso. Ser feliz. 

Hace dos años descubrieron el cáncer en mi cuerpo.  Una mañana me desperté con un dolor raro en mi estómago,  un dolor que no conocía algo así como un espasmo, una contracción que era dolorosa pero soportable, un dolor que nunca había conocido. Después de eso mi vida se volvió un tanto complicada. El cáncer ya estaba muy avanzado. Tan así que podría existir la posibilidad de tenerlo en otros órganos.

15 años y ya tenía más cirugías que una modelo. Pero jamás se borraba mi sonrisa. No crean que no pase malos ratos. A veces la depresión me consumía y veía solo sufrimiento por todos lados. La peor parte de mí salía en esos momentos.  Odiaba a todo el mundo y nadie se me podía acercar. Era insoportable.

Podría decir que lo peor que me pasó fue perder mi pelo. No quise verlo caer de a poco, sabía que eso me haría peor, asique decidí pelarme unas semanas después de que empecé la quimioterapia. Fue horrible.  Me agarro un ataque de pánico y me encerre en mi cuarto por toda una tarde. Pero fue la mejor decisión que pude haber tomado. Mi pelo era hermoso, era lo que más me gustaba de mi; largo hasta por abajo de la cintura, con ondas, sedoso. Lo amaba. No me lo quede, quise hacer algo bueno con él; lo doné. Al igual que yo, muchos niños padecían esta enfermedad y para ellos seguro era más difícil.

Hace poco menos de dos meses descubrieron que el cáncer había migrado hacía el riñón.  Como no quería ser una carga para mi familia (aunque ellos decían que no lo era) quise como "independizarme" y me interné para estar más cerca por si algo pasaba. Prácticamente mi cuerpo era %40 cáncer asique cualquier cosa podía pasar.

Sí había algo que odiaba de estar internada es que no podías caminar por los pasillos,  bueno al menos eso me decían a mi, según la enfermera podría caerme o algo. No sé cuantos años creen que tengo pero les puedo asegurar que se caminar, eso todavía no lo olvide. Tener cáncer es algo así como si fueras de vidrio, si fuera por los demás yo ya estaría encerrada en una caja de cristal aislada del mundo. Exagerados. 

Escucho abrirse la puerta y acercarse alguien. Con ese olor a perfume insoportable quien no la podría reconocer. Ella.

- Makkena.

Ruedo los ojos al escuchar mi primer nombre.

- Tara, señora Rodríguez.  No sé cuantas veces se lo tengo que decir.

-Señorita. Tara.

- Yo sólo me adelanto al tiempo.  Si sigue así de malhumorada se va a morir sola.

Río por dentro al ver su cara de enojada. Le molesta mucho que le digan eso. Sale de la habitación sin antes mirarme con odio. Salgo corriendo al pasillo y le grito.

- No me dijo para que vino a molestar.

- Te espera la doctora Makkena. - sin darse vuelta o mirarme, se va.

Me meto de nuevo a la habitación, busco mis pantuflas de peluche y salgo tras la doc.

La doctora Lucía es como un ángel caído del cielo. Es un amor con todos. Es como mi segunda madre.  Si no fuera por ella seguro ya ni estaría en este mundo.  Es de esas personas con miradas tiernas y confiables. Pasó por muchas cosas cuando era mas joven, su madre tenía cáncer de pulmón y no pudo sobrevivir, su padre se suicidó un mes después y tuvo que sobrellevar todo eso sola. Es una gran persona al ahora ayudarnos. Debe de ser muy duro cuando alguno se va al otro mundo.

Llego a su oficina. Cuando estoy por tocar una mujer alta sale, me mira de arriba a abajo y sale rápidamente como si fuera un bicho raro. Ignoro eso ya que estoy en pijama en un hospital y debe ser extraño.

Al entrar a la oficina esta igual que siempre,  toda desarreglada y con papeles por todos lados.

- ¿La limpieza nunca fue lo suyo no?.- me siento en su silla y empiezo a dar vueltas. - Amo esta cosa.

-Tara deja se girar. - me freno y le saco la lengua. - Sabes que no puedes usar pijama. ¿Dónde está tu bata?.

- Voló por la ventana. -rueda los ojos.- Le juro que quise agarrarla pero me dijo "Tara dejame ser libre" me dio tanta pena que la dejé ir.

Se agarra el puente de la nariz exasperada.  ¿Qué quieren que haga? Esa bata es horrible,  además que se me veía el trasero.

- En fin cariño. Prepara tu habitación.

- ¿ Por qué?  No está tan desordenada.  Lo que le haya dicho la señora Rodriguez es mentira.

Se ríe tras mi abrupto.  -Tranquila Tara. No es por eso. Vas a tener compañero y vi que la camilla que esta al lado esta llena de tú ropa. Asique ordena.

Salgo de ahí arrastrando los pies. Por parte es bueno tener un compañero en la cárcel, es aburrido estar sola todo el día pero ¿Sí es esa señora malhumorada?  No tenía pinta de tener cáncer.  Bueno a decir verdad yo tampoco, mi peluca parece tan real que ni se nota que tardo horas en que quede así de bien.

Choco con alguien tras estar en mis pensamientos. Ya me acostumbre,  siempre me pasa.

- Lo siento. - digo y me fijo a quien tengo frente mio. Es lindo, tiene unos ojazos azules y no miro más porque la cara de asco que puso me dijo todo.

-Ten cuidado niña. - ruedo los ojos y lo esquivo para seguir mi camino. - ¡Ey! - me giro y veo que viene hacia mí.  -¿Eres enfermera? .

- ¿ Tengo pinta de serlo?.

Me mira de arriba a abajo y se queda mirando mi pelo. - La verdad no, pero tampoco tienes pinta de paciente.

Giro y sigo mi camino sin responder.  Que se quede con la intriga.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 13, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Camilla vacíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora