Siempre A Tu Lado

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Pov. Normal

Gajeel había llevado a la rubia hasta una posada. Una cualquiera, ya que como fue el primer día de misión, ninguno de los tres habían tenido tiempo de alquilar una habitación. Dio gracias al cielo que la mujer de la recepción no hiciera muchas preguntas sobre la maga inconsciente en sus brazos, y subió a la habitación pedida.

No le puso atención a ninguna de las cosas que adornaban la alcoba, simplemente colocó, con suma delicadeza, a Lucy sobre la gran cama que estaba en el centro y la arropó.

Luego, fue al baño. Tomó una cubeta con agua y un paño. Regresó a la habitación y comenzó a limpiar el rostro de la maga con suavidad. Y tanto Gajeel como Lucy fruncieron el ceño cuando el azabache pasó el paño por una de las mejillas de la fémina. Uno, por el dolor que le causaba al contacto de la tela con su piel a pesar de su inconsciencia, y otro por no haber evitado tal golpe.

«Esto es mi culpa. Si hubiese estado más atento, esto no hubiera pasado» Pensó el azabache con pesar. Recriminándose.

Terminó de limpiar su rostro y procedió con el resto de su cuerpo. La rabia que sentía era inmensa porque su compañera tenía el olor de un macho...

Un macho que no era él.

Hacía que hirviese por dentro. Quería sacarle ese desagradable olor de su cuerpo y marcarla con el suyo.

Quería que tuviese su olor.

Que oliera a él.

Pero no era momento. 

Su compañera necesitaba de él.

Y comenzó a limpiar su cuerpo, dejando todos esos pensamientos y sentimientos de lado. Limpió su cuello... Sus brazos... Su pecho... Su abdomen... Sus piernas...

Todo sin doble intención. Su compañera lo necesitaba, y él estaría ahí para ella.

Cuando terminó, volvió a arroparla y dejó el balde en el baño. Regresó y se sentó sobre la cama, acariciando levemente el rostro de la rubia.

—Perdóname, pequeña... Todo esto fue mi culpa... —Acercó su rostro al de ella, tan sereno... Tan puro... Cerró sus ojos. A pesar de que Lucy estaba dormida, Gajeel no quería que ella viese el dolor, el pesar y la culpa corriendo por sus ojos—No soy digno de ti... —Abrió sus rojizos ojos, contemplando el pacífico rostro de su amada, se alejó y miró sus manos. Escrutándolas. Las apretó, formando puños con ellas. Volvió su mirada a la maga que descansaba—Tú eres tan pura... Y mis manos están demasiado sucias como para tocarte... 

En sus ojos podías notar el dolor y el añoro que sentía. Quería estar cerca de su compañera para mimarla, acariciarla, apoyarla... Pero no se creía digno.

Y así se quedó la noche entera. En vela. Observándola en la oscuridad. Cuidándola, para que esta vez no le pase nada.

Se lo juró.

—Desde ahora, nadie volverá a tocar siquiera una mínima parte de tu piel. Lo juro por todo lo que soy.

La luna fue el único testigo de esa promesa.

La contemplaba con la mirada, esperando que despertase.

Las horas pasaban. Él nunca les puso atención, pero en lo que creía era la madrugada, su compañera comenzó a revolcarse en la cama. Sudaba y tenía escalofríos. Su ceño se frunció y el temblor empezaba a apoderarse de su cuerpo.

Alarmado, se acercó a ella, y justo cuando estaba a centímetros de su rostro. Lucy abrió los ojos y se abrazó fuertemente a su cuello.

—Ga-Gajeel~... Y-yo... É-él...—Lágrimas desbordaban por aquel delicado rostro y al azabache se le hizo un nudo en el estómago al ver a su pareja así, sin embargo, tenía que dejar esos sentimientos de lado. Ella lo necesitaba.

El Dragon Slayer comprendió todo lo que tenía que hacer a la perfección. Su instinto se lo decía. Con algo de duda, posó una de sus manos en su rubia cabellera, acariciándola, depositó un ligero beso en su coronilla y la sentó en su regazo.

—Tranquila, pequeña... Todo está bien—Su mano nunca dejó de acariciar el largo pelo dorado—Yo estoy contigo—Le dio otro beso, esta vez en su mejilla. Las manos que estaban aferradas en su cuello, aflojaron un poco y sonrió cariñosamente ante la acción. Le gustaba saber que podía calmar los miedos de su compañera. Le alegraba saber que ella confiaba en él hasta ese punto.

—Ga-Gajeel...—Llamó tímidamente. Su mirada estaba gacha.

—¿Sí?—Respondió inmediatamente. Todos sus sentidos alerta para cumplir lo que sea que se le antojase a su compañera.

Ella no dijo nada por unos segundo y el peli-negro esperaba paciente por lo que sea que quería decirle.

—Yo quisiera, bueno... ¿Puedes...? ¿Podrías...? —Sus ojos se encontraron y el miedo que se veía en esos ojos achocolatados le hería al de ojos rubíes. Lástima que el maldito que osó tocarla ya no estaba con vida, se hubiese divertido mucho torturándolo —Quédate conmigo...

—Ya lo hago, pequeña. Nunca te dejaré sola—Le dijo suavemente, pero en su rostro pudo notarse la confusión al ver como la rubia negaba suavemente.

—Quiero... quiero que duermas conmigo—Decir que estaba sorprendido era quedarse corto. No creía que fuese buena idea. Ella era el pecado en sí, y la época de celo estaba demasiado cerca. No quería forzarla a nada. Quería que su unión fuese por su propia voluntad—Es que... Si estás conmigo, de una manera más cerca digo... Me siento segura—Y ese fue el único segundo en el cual sus ojos mostraron otra cosa que no era miedo. Mostraron confianza, mostraron fe, pero sobretodo, mostraron cariño. Y a Gajeel le dio muchas esperanzas esa mirada.

Sabía que tenía una oportunidad para hacer que su compañera de enamorara de él, y no la desaprovecharía. Así que asintió, recostándose en la cama. Inmediatamente, Lucy soltó completamente su cuello pero se aferro a su cintura, enterrando su rostro en su pecho y rozando sus senos con la parte baja del mismo.

«Mierda» Pensó Gajeel al sentir el suave roce contra su abdomen. Tenía auto-control, sin embargo no era de piedra. «Pero...» Dirigió su mirada a, la ahora pacifica cara de la maga celestial, y sonrió. Solo sería por esta noche, se dijo mientras atraía a la rubia completamente a sus brazos, teniéndola así en un abrazo protector. Solo por esta noche.

Ya después comenzaría a cortejarla como se debía. Por ahora, cumpliría su deseo.

Ese no fue el único momento donde Lucy se levantó histérica y llorando. Toda la noche tuvo esos episodios, y Gajeel se sentía miserable por eso. Lo único que podía hacer era abrazarla con fuerza, y dedicarle palabras de confort. Deseando cargar con el dolor para que ella pudiese descansar en paz.

—Todo pasó, pequeña... Yo estoy aquí para ti...

En alguna otra parte......................

«Maldito seas, Gajeel. Me has abandonado a mi suerte en esta madriguera de pacotilla. Solo te lo perdono porque te llevaste a Lucy de aquí. Pero te juro que me las cobraré. Además de que me dejaste con el cadáver del imbécil ese. ¿Qué se supone que haga con él? ¿Que lo monte en una escoba y se vaya volando?»

Todo esto pasaba por la cabeza de Lily mientras era halado de todas las direcciones posibles por los niños que había encontrado dentro de la base del degenerado que tocó a la rubia. Los había atendido, curado sus heridas, dado alimento y, cuando tuvo que volver a su forma original, a todos los niños les brillaron los ojos y comenzaron a acariciarlo y babearlo. Desde ese momento Lily no había parado de maldecir al Drangon Slayer. Si bien fue Lucy que lo había mandado con los niños, ella acababa de pasar por un momento traumático y lo más sencillo era echarle la culpa al azabache.

Lo cual no dudó en hacer.

—Nos iremos desde que amanezca—Notificó a los infantes. Esperando que, por fin, los soltaran.

—¡SÍ, GATITO-CHAN~!

Cosa que no pasó.

«Oh, sí...» Pensó Lily... Gajeel se las pagaría. Muy caro.

¿¡En serio!? ¡¡¡Gajeel!!! GaLu ♥♥♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora