El alcohol es un arma de doble filo, te impulsa a vivir los mejores momentos, pero también te hace olvidarlos después.
No culpo a los adolescentes de la actual sociedad por embriagarse, te permite experimentar un ser escondido en ti.
He sentido el sabor de la embriagadez en mis labios, la toqué, la hice mía y me divertí con ella como cualquiera lo haría.
Aún recuerdo su nombre, su respiración entrecortada, su risa distorsionada, su manera de besar, su sabor, su esencia.
Lo cierto es que he pasado por el mismo proceso tantas veces, se ha vuelto una costumbre. Botellas, amigas, cama. Exactamente en ese orden.
Me miro al espejo, termino de alistarme para otro martes más. Mis ojeras se empezaban a notar un poco, sinónimo de mi cansancio. Sin embargo, mi vida no viene con un botón de pausa incluido.
Cuelgo mi mochila en mis hombros y me dirijo a la cocina. No es raro encontrarla vacía, mamá siempre se la pasa en su habitación o fuera de casa y mi hermana amanece en casa de sus amigas. Tomo un cambur y salgo del pequeño departamento.
Otro martes que vivir. Vivo cerca del colegio, lo que me facilita movilizarme hasta él. Todas las mañanas camino solo, puesto que mis amigos suelen tomar un bus o llegar en los autos de sus padres, cosa que yo no puedo permitirme.
El clima de la capital es fresco, con brisas habituales. Perdido en mis pensamientos llego al colegio y busco a mis amigos antes de entrar. Veo a Adriana, una de las chicas de la otra sección, formarse en la cancha y al no ver la formación de mi salón, noto que había llegado tarde. Perdería el examen de física, total no había estudiado.
Más estudiantes se unían a los que llegaban tarde, para mí ya era algo normal. El profesor al momento de registrar mi segundo pase mensual, me advirtió que si obtenía un tercero, llamarían a mi representante.
Mi madre no vendría, no tenía de qué preocuparme. Jamás se ha interesado por mis asuntos escolares, incluyendo actos, sólo fue a mi graduación de preescolar ya que en la de primaria estuvo presente mi hermana. No me llevo bien con ninguna, sólo les importa mi vida para pedir parte de mi sueldo. El dinero es lo primordial de mi disfuncional familia, su escazes nos ha transformado. La casa parece un hotel, usado para comer y dormir. Yo no puedo pasar tanto tiempo allí ya que luego del colegio trabajo medio tiempo, así logro asegurar mis materiales de estudio, y tal vez si trabajo horas extras pueda permitirme comprar otros productos.
Muchas personas dicen que soy rudo y sin sentimientos, que me aprovecho de las chicas, todo un mujeriego; la verdad es que nadie tiene derecho a juzgar sin conocer tu historia.
Mi historia no es tan complicada, pocos conocen esa faceta de mí: mi padre nos abandonó, dejándome como el único hombre de la casa, mi madre parece una desconocida, mi hermana no ayuda; toda la responsabilidad cae sobre mis hombros, debo trabajar medio tiempo en una apestosa carnicería cinco días de la semana para poder pagar mis estudios, cosa en la que ni siquiera soy bueno.
Mi vida es una interminable carrera, ¿Cuál es la meta?
Quizás la muerte.
¿Pero quién se imaginaría que el chico malo, el rudo, el mejor jugador, el que sale de fiesta y bebe mucho hasta chancear con varias y elegir una candidata para pasar la noche; tendría una vida tan oscura?
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El Demonio Venezolano
أدب المراهقينMika, la viva esencia del desinterés, su odio a la vida misma, amante del desperdicio de tiempo, arrogante y violento. Lisa, atormentada y dañada, mantiene sus parámetros muy bien definidos. Ella no se enamoraría de "el fracasado Mika". Él no se...