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Se que no soy la única y por eso lo digo, porque se que no soy la única persona que en muchos momentos siente que algo le falta, que siente un fuerte dolor en el pecho que no se puede borrar sin importar lo que se haga, esos momentos en los que sientes un inmenso vacío dentro de ti y nadie mas lo sabe, y sientes la necesidad de ocultarlo a los demás porque no lo entenderían y tal vez te juzgarian y porque tampoco podrían hacer nada para evitarlo o quitarlo.

Hoy es uno de esos días en los que siento que necesito algo o a alguien conmigo, alguien que comparta mi dolor y sufrimiento a alguien que no me pregunte "¿estas bien? "Si no a alguien que te diga "tranquila, esto se puede ir a la mierda pero yo estoy aquí" necesito a alguien que me entienda, me apoye y aunque tengo a muchas personas que me quieren y me adoran todas me resultan tan falsos que me entran ganas de llorar y mandarlos a todos al diablo, pero ellos me quieren y yo los quiero, pero aún acompañada muchas veces con ellos me sigo sintiendo sola en una batalla dentro de mi que me dice que debería estar feliz con mi vida y agradecer por todo lo que tengo pero otra parte me dice que no me conforme con esta vida, que si algo no me gusta lo cambie, pero es muy difícil tener que hacerlo.

Hay momentos en los que no me veo capaz de soportarlo y no quiero seguir adelante y no me puedo controlar, hoy durante todo el día me sentí así y nadie se dio cuenta, nadie pregunto nada , nadie sospecho nada... Solamente estaba  ahí y no había más.

Mi vida me está aburriendo, me canse de lo mismo, no quiero seguir así, pero no puedo hacer nada más por cambiarlo.

Suspire ya cansada de llorar como siempre, me duele pero tengo que ser fuerte o siquiera fingir serlo frente a los demás, todos piensan que soy la chica alegre, bonita que lo tiene todo y está feliz, pero no comprenden que aveces todo es solamente una máscara para ocultar todo el dolor que siento, ya estoy cansada y antes de darme cuenta me quedo completamente dormida.

Sonó la alarma y no me quiero levantar pero no me quedaba de otra, igual era otro día mas que pasaría casi desapercibido para mi como siempre, y aunque en el día me este muriendo de risa frente a todos por dentro sigo sintiendo el mismo vacío de siempre.

-Kat, ya levantate por favor -Suplica la mujer que me dio la vida.

-Pero no quiero ir- dije aún con la cabeza bajo la almohada, no quiero que me vea así: débil, sensible y llorona.

Antes lo era y no estoy orgullosa pero ocurrieron cosas o mejor dicho hubieron personas que me hicieron cambiar por completo.

-Ya levantate, que llegarás tarde.

-No quiero- me volví a quejar.

-Te levantas y punto no quiero oir más -Dijo ella muy seria esta vez.

-Esta bien -En este momento no me siento con fuerza como para discutir. -Me voy a cambiar, ahora dejame sola- dije cortante.

-No se qué es lo que te pasa, antes no me tratabas de esta forma -Comentó ella dolida.

-Pues tu tampoco eres como antes -Le dije sinceramente ella tenía gran parte de culpa de las cosas que he pasado.

-Esta bien, solo apurate por favor -Nunca le ha gustado discutir y es capaz de agachar la cabeza a quién sea para evitar conflictos.

-Ok -Salió de mi habitación sin decir nada más.

Me levanté y fui frente al espejo y adivine estaba horrible con los ojos rojos y unas pronunciadas ojeras alrededor, además tenia la cara hinchada, aunque nada que no se pueda disimular con un poco de maquillaje, me cambié y me puse unos leggins negros y una blusa pegada al cuerpo blanca con mis converse negros, me deje el cabello suelto con mis ondas en las puntas y agarré un buzo negro que me llegaba hasta los muslos.

Agarré mi teléfono, lo encendí y mire todas las notificaciones, todos los mensajes que tenía todos me saludaban me deseaban lo mejor pero ninguno me hacia sentir mejor por la hipocresía que los rodeaba, lo guarde y cogí la maleta, lista para irme sin siquiera pasar por la cocina.

-Adiós ya me voy -Aviso aunque más para mi misma que para los demás.

-¿No vas a tomar el desayuno? -Mi madre  asoma la cabeza por en medio del comedor.

-No, no tengo hambre- y me fui sin decir nada más.

Decidí irme caminando porque necesito un poco de aire fresco para pensar un poco las cosas.

Iba tan sumida en mis pensamientos que no me fije al cruzar la calle y escuche un freno en seco y sentí unos brazos alrededor de mi, todo fue tan rápido que cuando caí en el suelo ni siquiera me importo, me levante de un brinco y vi a un chico tirado en el asfalto con cara de dolor no lo pude ni ver bien porque me voltie y veo atrás de mi al dueño del carro que me mira muy molestó con el ceño fruncido me dijo algo que no logre comprender y prendió el auto y se fue muy rápido.

Volví a ver al chico y ya estaba de pie y me estaba mirando de pies a cabeza y luego nuestros ojos se conectaron y los de el eran hermosos, eran de un color verde que no vi nunca antes con un brillo especial y el verde de sus ojos un poco pálidos pero hermosos y...

-¿Estas bien? ¿No te hiciste daño? -Me dijo el y tenía una voz realmente hermosa era grave y clara, de esas voces que transmiten seguridad y respeto.

-Aa... s-si yo... -Qué rayos me está pasando yo nunca antes fui tartamuda y ahora estoy haciendo el ridículo- yo lo siento, estoy bien... gracias- y ahora hable con más seguridad en mi voz ( así era cómo yo hablo siempre, con seguridad) y se lo dije mirándolo directamente.

-No hay problema -Respondío el un poco  confundido -Pero deberías prestar más atención por donde caminas- ahora hablo un poco más cortante e indiferente.

-Claro, adiós- y me fui por otra calle, no quería que dijera nada más y mucho menos que supiera donde estudiaba.

Llegué 10 minutos tarde al colegio, pero daba igual no quería entrar a la clase de inglés porque se me da fatal, me quede fuera del salón, ya entraría a la siguiente hora, igual nadie preguntará  nada de eso estoy segura.
Sonó el timbre que anunció que la hora de clases se acabó y luego de que saliera la maestra entre, pero en ese momento me quedo de piedra al ver la escena frente a mí.

Confesiones De Un Alma Rota. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora