Vi que la pareja comenzó a caminar rumbo al orfanato en que vive Greyson, y aunque me pareció obvio que ambos ignoraban sobre la existencia del lugar, me pregunté si es que acaso me estaba equivocado. Como fuese, opté por seguirlos y ver cómo se desarrollaría todo.
Y es que soy curioso, pues. Dicen que la curiosidad mató al gato, pero la curiosidad no sabía que hasta muerto el gato seguiría de chismoso.
Nos acercamos al orfanato en un abrir y cerrar de ojos para mí, y de nuevo tuve la sensación de tan solo haber aparecido en el lugar. Cuando meneé la cabeza para volver a concentrarme en el momento, alcancé a distinguir que Greyson seguía ahí, todavía caminando de un lado a otro. Lo vi darse la media vuelta, quizá para continuar con su caminata reflexiva, y fue entonces que la pareja se acercó a las puertas del orfanato.
Comprendo que sintieran bastante vergüenza de que alguien los viera abandonando a su hijo, aunque en el fondo deseaba que alguien los atrapara en el momento. Alguien que pudiera ayudar a ese pequeñín. Quien fuera. El bebé fue puesto sobre el piso por fin y entonces pude acercarme un poco más para mirarlo. Al hacerlo, me quedé boquiabierto.
La pareja no tenía ni idea de lo que habían llevado al mundo.
Ese bebé, al igual que Susy, tenía el aura de un tono azul tan claro que reflejaba toda su pureza. También noté que tenía un don como el mío. Pero lo que más llamó mi atención, fue darme cuenta de que ese niño podía sanar las heridas de Greyson. Podía aliviar el dolor que cargaba en el pecho y se rehusaba a dejarlo. Incluso pensé que ese bebé había nacido para dicha misión.
Ahora sé que entender aquello es parte de mis habilidades, pero aun así no sé cómo describir lo que vi, solo sé que tenía que hacer algo. Y como el fantasma de mi cerebro seguía creyendo que podía hablar con los vivos como siempre, comencé a llamar a mi amigo una y otra vez.
No sé si me escuchó pero sí se dio la vuelta, logrando ver que la pareja dejaba al bebé envuelto en sábanas sobre el suelo para luego echarse a correr. Di un par de pasos hacia atrás por inercia cuando mi amigo se acercó al pequeño. Lo vi sonreírle. Deseé tanto que Greyson se apegara a ese niño que incluso pensé que, así como hizo con su mejor amigo, lo convertiría también en su hermanito menor. Sin embargo, él solo se alejó.
Yo caí en la realidad. Por un lado, ese pobre pequeño no merecía ser abandonado a su suerte de semejante manera. ¡Merecía crecer en el seno de una familia que lo amara! Por el otro lado, aún con lo que yo había visto, no era justo que Greyson asumiera una responsabilidad que no le correspondía.
Él también era solo un niño luchando por sobrevivir a un mundo que lo dejó solo. Él también merecía una familia que lo amara. Entonces me di cuenta de que Greyson se había detenido. Cuando se dio la vuelta para regresar corriendo por el bebé, pude leer en su rostro una expresión de pánico. Esa misma expresión que tuvo el día en que se armó de valor para confesarme que había sido víctima de violación.
Greyson ingresó al orfanato con el pequeño en brazos y yo lo seguí. Estaba muy preocupado por él. El niño se dirigió a la habitación comunitaria en la que dormía, pidiéndole a su mejor amigo, Nathan, que lo acompañara al baño del segundo piso. Ambos se encerraron ahí, donde Greyson le mostró al bebé para pedirle consejo.
-Lo dejaron en la puerta y me da miedo dejarlo afuera solo -comentó Greyson y yo sentí que pondría quebrarse en cualquier momento-. No quiero que viva lo mismo que yo. Sé que Víctor habría hecho lo mismo.
«Pues sí pero no tienes que ser como yo, peque» pensé. Yo tenía dieciocho años, él solo once.
-Si las cuidadoras lo ven te harán daño. Y cuando te lo quiten quien sabe qué le harán -le respondió Nathan.
Estoy parafraseando en su mayoría, claro, pero la siguiente frase de Greyson me dejó tan impresionado, que recuerdo exactamente todas las palabras que utilizó.
-No me importa, está indefenso. Yo no tuve quien me protegiera cuando estuve indefenso. Pero a él, voy a protegerlo yo.
No tengo palabras para expresar lo orgulloso que me sentí de Greyson, incluso me invadieron las ganas de llorar. Greyson acarició el rostro del bebé y lo miró con cariño, casi de forma paternal, mientras el pequeño le sujetaba la mano y se la llevaba al pecho de forma inconsciente. Ese día vi nacer el amor verdadero. El mismo que nació entre mi hermanita y yo.
No encuentro palabras ideales para expresar mi alegría de que ese niño sea como yo. ¡Soy una influencia grandiosa! Deberían hacerme un monumento o algo bonito. Es más, me merezco mi propio libro autopublicado. Sé que sería un éxito.
Ya, Víctor, no se te vaya a dislocar un brazo con tantas autopalmaditas. Ponte serio, hombre. Aunque me gusta darme cuenta de que estoy volviendo a ser yo mismo. En fin, continuaré con lo que pasó.
Por asares del destino y un bebé que no dejaba de llorar, las cuidadoras del orfanato terminaron por darse cuenta del nuevo inquilino. Sin embargo, luego de mucha súplica por parte de Greyson y Nathan, al final le permitieron hacerse cargo del pequeño. Mano divina, tal vez. Claro que le advirtieron sobre todo lo que eso implicaba, pero el niño no cedió. Y me alegro de que fuera así, porque ese fue el único acto de humanidad que llegué a ver en esas mujeres.
Debo añadir que mientras escribo parece como si el tiempo transcurriera mucho más lento, pero la verdad es muy diferente. No me fue difícil entender que lo que para mí era un minuto, para los vivos podía ser una hora o más. Lo realmente difícil fue aprender a lidiar con ello.
Luego de que Greyson obtuviera el permiso para cuidar del pequeñito, me perdí en mis pensamientos unos instantes, recordando cuando Susy era bebé y yo le daba de comer con el biberón para ayudar a mi mamá. Para mí solo transcurrió un momento, pero cuando reaccioné había anochecido y Greyson estaba acostado sobre su cama con el bebé durmiendo a un lado. Greyson se inclinó y lo vi besar la frente del pequeño, luego de susurrarle que lo cuidaría para siempre.
Si Greyson podía cuidar con tanta devoción de ese pequeño solo por el deseo de hacerlo, entonces yo me encargaría de cuidarlos también desde el más allá. Y no solo a ellos, sino también a mi mejor amigo Hans, a mi querida Jess y desde luego, a mi pequeño troll.
Después de todo, tenía más de un motivo para quedarme.
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Víctor Darnell [S.O. #2.5] (COMPLETA)
ParanormalTenía dieciocho años cuando sucedió. Un incendio le puso fin a mi vida, pero jamás me fui. Me quedé aquí como un espíritu porque mi hermana menor me necesitaba, porque es mi destino proteger a quien amo. Cuando estaba vivo tuve un don especial que...