Capitulo 3

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Manon Blackbeak estaba de pie con su atención ja hacia un extremo del largo y, oscuro puente en Morath, mientras observaba a las brujas de su abuela descender de las nubes grises.

Incluso con las columnas y pilares de humo de las incontables forjas, los ropajes color obsidiana de la Gran Bruja del Clan de Brujas Blackbeak era inconfundible. Nadie más se vestía como la Matrona. Su grupo de brujas barrió sobre la cobertura de nubes, manteniendo una respetable distancia de la Matrona, y un jinete extra anqueando su masivo ser.

Manon, sus Trece en rango detrás de ella, no hicieron ningún movimiento mientras los wyverns y sus jinetes aterrizaban en las piedras negras del patio a través del puente. A lo lejos, el murmullo de un inmundo y arruinado río rugía, haciendo competencia con el ruido del roce de piedras y el crujir de alas.

Su abuela había venido a Morath.

O lo que quedaba de ello, cuando un tercio no era nada más que escombros.

Asterin silbó mientras la abuela de Manon desmontaba en un suave movimiento, frunciendo el ceño hacia la negra fortaleza que se asomaba arriba de Manon y sus Trece. El Duque Perrington estaba esperando en su cámara de consejo, y Manon no tenía duda de que su mascota, Lord Vernon, haría su mejor intento para socavar y sacudirla en cada vuelta. Si Vernon fuera a hacer un movimiento para deshacerse de Manon, sería ahora, cuando su abuela estaba viendo por ella misma lo que Manon había logrado hacer.

Y fallado en hacer.

Manon mantuvo su espalda recta mientras su abuela se encaminaba a través del ancho puente, sus pasos ahogados por la corriente del río, el aleteo de alas distantes, y de esas forjas trabajando día y noche para equipar a su ejército. Cuando ella vio el blanco en los ojos de su abuela, Manon hizo una reverencia.

El crujir de ropas agitándose le hizo saber que sus Trece habían hecho lo mismo.

Cuando Manon levantó su cabeza, su abuela estaba frente a ella.

Muerte, crueldad y astucia, esperaba en esa mirada de ónix y motas doradas.

—Llévame con el duque —le dijo la Matrona en forma de saludo.

Manon sintió a sus Trece ponerse rígidas. No por las palabras, sino por el grupo de brujas de la Gran Bruja siguiéndole sus talones. Extraño, tan extraño de ellas el seguirla, el protegerla.

Pero esta era una ciudadela de hombres, y demonios. Y esta podía ser una estancia extendida, si no es que permanente, a juzgar por el hecho de que su abuela había traído consigo a la hermosa joven bruja de pelo negro que actualmente calentaba su cama. La Matrona sería una tonta si no hubiera traído protección extra. Incluso si las Trece habían sido siempre su ciente. Debían ser su ciente.

Era un esfuerzo no mostrar sus uñas de hierro ante la amenaza imaginable.

Manon hizo una reverencia una vez más y se giró hacia las imponentes puertas abiertas de Morath. Las Trece se separaron de Manon y la Matrona mientras ellas pasaron, y luego se cerraron en rango como un velo letal. No había oportunidades de error, no cuando se trataba de la heredera y la Matrona.

Los pasos de Manon eran casi silenciosos mientras guiaba a su abuela a través de los pasillos oscuros, las Trece y el grupo de brujas de la Matrona siguiéndolas de cerca. Los sirvientes, haya sido por espiar o instinto humano, no estaban por ningún lado.

La Matrona habló mientras descendían la primera de las muchas escaleras en forma de espiral hacia la nueva cámara de consejo del duque:

—¿Algo que reportar?

—No, Abuela —Manon evitó el impulso de mirar de soslayo a la bruja, al pelo negro con rayas grises, los pálidos rasgos tallados con viejo odio, los dientes oxidados permanentemente mostrados.

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⏰ Última actualización: Aug 03, 2017 ⏰

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