Capítulo 3 - La Flor de Polvo

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Naldryc contuvo el aliento unos segundos. Se frotó los ojos con la esperanza de que no fuese un sueño. Y efectivamente, no lo era.

Gritó como si hubiese encontrado un animal del bioma Misureano con colores variados, de esos que sólo hay uno entre mil o así.

- ¿Qué ocurre, Naldryc? - preguntó la abuela forzando la voz desde el piso de abajo.

- ¡La Flor de Polvo, abuela Rekuto - le respondió, procurando no gritar más, ya que se haría daño en la garganta -, he encontrado algo sobre la Flor!

- ¿La Flor? - preguntó Leretta - ¿Es bonita, mami?

Mami era el nombre que Leretta utilizaba para hablar a la abuela, cosa con la que las dos estaban de acuerdo porque la hacía parecer más joven según ellas.

Rekuto era una anciana de alta estatura y ojos felinos color miel, que siempre con el fino cabello plateado sobre sus hombros sonreía haciendo que las arrugas de su cara temblasen.

Leretta no era tan optimista como su abuela, había sacado eso de su padre que hace poco se había ido a ver mundo. Era más bien tranquila y estudiosa, siempre la primera de la clase y siempre compitiendo con Areila, a su igual, la primera de la clase de al lado. Tenía los ojos café y el pelo muy rubio, tanto que no se distinguía casi del color blanco.

- Naldryc, ¿porqué te interesa de repente tanto esa flor? - siguió la abuela, haciendo caso omiso de la niña de 9 años.

- Abuela Rekuto, yo tengo esa flor - le replicó, dejando la casa en silencio.

Parece ser que a la abuela le molestó el comentario, porque empezó a subir las escaleras que conducían a la planta alta, donde Naldryc estaba.

- Siempre igual - la regañó, al entrar en el cuarto - sabes que no está bien mentir.

- ¡Abuela Rekuto, no es mentira! - le gritó con lágrimas en los ojos - ¡y bien sabes que ya no miento!

- Dame una sola razón para creerte - añadió, frunciendo la boca, a lo que le respondió, señalando con la mano, la superficie del escritorio que tenía en frente, donde estaba la flor en un jarrón fino, transparente y alto, todavía con el agua sucia que debería haber cambiado hace rato.

La abuela ahogó un grito, abriendo mucho los ojos y con la boca, tapada por sus manos, abierta como una puerta.

- Dime como has conseguido eso - le soltó, pasados unos momentos - no puedes robar. Pensé que lo sabías.

- Abuela... yo... no lo robé - entonces le contó la historia de Kawazen Bladeeyes, Lashdeh Rainarrow y la flor, todavía llorando.

- Te creo - dijo finalmente - no porque seas mi nieta, si no porque veo en tus ojos el brillo de la inocencia - se hizo un sepulcral silencio, y rápidamente la abuela cambió de tema -. ¡Bueno Naldryc! Pronto es tu cumpleaños, ¿verdad? - Naldryc permaneció en silencio dando a entender que sí - ¿qué quieres que te regale?

- Abuela, quiero hacer magia... - empezó a decir, con el rostro inexpresivo.

La abuela quedó en estado de shock, no se esperaba eso de ella. Se fue de su cuarto diciendo algo como "Bueno, es joven, todavía tiene que pensarlo un poco"

- Abuela - habló entonces, antes de que se fuera, ya, recuperando su rostro risueño de nuevo - ¿me puedes traer el cubo de agua que hay en la cocina?

- ¿El cubo verde? - hizo una breve pausa - voy.

Pasaron dos o tres minutos, la abuela ya subía con el agua.

- Gracias - le agradeció, con expresión de felicidad

- No hay de qué, pero la próxima vez vas tú - se rió ella.

Le devolvió la risa, y una vez se fue del cuarto cambió el agua a la flor. La miró atentamente, era muy bonita, y sus pétalos brillaban a la luz de la luna.

[...]

El chico pelirrojo se acercó a la chica rubia. Tenía unos ojos bonitos, eran como de un verde claro y brillante. El pelo lo llevaba hasta la nuca. Tenía muchas pecas en la cara.

–¿Quién eres? - preguntó Naldryc –¿qué haces en mi sueño?

El chico no habló, estaba completamente callado y no se escuchaba apenas su respiración. Esta persona era pálida, pero era de una belleza sobrenatural. ¿Se trataría de un dios?

–Perdona, pero, ¿quién eres? - le cuestionó, entonces.

El chico no hablaba. Cada vez que se quedaban en silencio a la chica le cruzaba por la cabeza un pensamiento diferente. "Aparenta unos catorce años" Pensó entonces.

- Soy humana - le explicó -, ¿tú eres una deidad?

Un humo blanco se extendió entre los jóvenes, la mirada penetrante del chico la seguía perforando, pero no dijo nada.

[...]

Naldryc despertó sobresaltada, quería saber quién era ese chico, tenía algo que le llamaba mucho la atención. Aunque no sabía explicar el qué.

Avisó a la abuela de que salía de casa, y se dirigió a la biblioteca.

No encontró ninguna información que le dijese si los dioses se podían meter en los sueños de los humanos.

–Qué extraño... –murmuró, dubitativa.

Todo esto había pasado muy rápido.

Primero una chica con el pelo rosa le había dado una flor con los pétalos de colores. Después había conocido a un elfo que se ofreció a serle de guardaespaldas. Y ahora conoce a un chico raro que le recuerda a una deidad. Naldryc no sabría decir si su sueño había sido real o, eso, un simple sueño.

Holiii, ¿qué os ha parecido? Os daré una pista, el chico es parecido a una deidad, pero no lo es del todo. Su nombre empieza por "H"

Misurea - La Flor de PolvoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora