Dr Strange

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Titulo: Sólo té, con un toque de miel.
Partes: 1 de ?

- ¡Estoy harta Stephen!

Camino por todos lados de la planta baja del penthouse de mi novio. Recorro la sala, pasando por las escaleras hasta llegará a la cocina de mármol. Stephen detrás de mí tratando de explicar lo inexplicable, ¿Por qué demonios me ha dejado plantada las últimas tres veces que hemos quedado? Y para variar he quedado como idiota en el restaurante que reserve, por tercera vez.

Stephen abre la boca para tratar de explicar mientras lo observó expectante, sin embargo la cierra después de un par de segundos.

- ¿Sabes que? Mejor no me expliques, mejor aquí dejamos todo y que tengas una buena vida...

No se si estoy molesta, triste o incluso alegre. Desde que comencé mi internado en neurocirugía quede idotizada por este hombre, y no solamente por su atractivo <<que sin duda alguna era un gran incentivo a caer rendida ante él>> sino por su inteligencia, su maldito cerebro brillante y su inigualable técnica quirúrgica. Este hombre lo tenia todo. Todo hasta ese maldito accidente.

Mis pensamuentos viajan mientras hago el recorrido de vuelta al recibidor, Stephen sigue tras de mi, en silencio. Cuando llegó a la puerta tomó las llaves de la mesita junto a esta y me calzó mis zapatos.

- Si tan sólo me dejarás explicarte...

- Stephen en serio.

- Te juro que todo tiene una explicación- responde.

Da un paso al frente y trata de tomar mi mano, pero no lo dejo, no lo dejo por que estoy decidía a salir lo más ilesa de la situación como se pueda, y se que si el me toca me voy a romper.

- Escúchame bien Strange- comienzo apuntandole acusadoramante-. Esta es tu maldita última oportunidad para explicarme que carajos esta pasando.

Él suelta un suspiro y me invita con un gesto a volver a la cocina. Me vuelvo a descalzar y lo sigo ansiosa por saber que le pasa. Cuando entramos a la cocina me señala uno de los bancos junto a la isla para que me siente mientras él se dedica a poner la calentadera.

- No es necesario el café- resoplo más ansiosa-. Solo dímelo y ya.

Se gira un momento y me lanza una mirada que me atraviesa los ojos y electrifica mi cuerpo entero. Este idiota sabe como hacerme callar.

- No puedo sólo decirtelo- responde-. Tengo que mostrartelo.

Mi paciencia cae y mis piernas comienzan temblar un poco.

La calentadera comienza a silbar y Stephen la saca de la estufa para verter agua en dos tazas, después de dejar la calentadera de vuelta en su lugar y saca un par de frascos de los anaqueles y pone un poco de cada cosa en las tazas, ¿que fregados esta haciendo?

- Es té- responde a mi pregunta no formulada-. Te va a gustar, te lo prometo.

Un gruñido con intención de afirmación sale de mis labio y de pronto mis dedos de mi mano derecha golpean consecutivamente el mármol de la isla causando un ruido muy molesto, pero estoy ansiosa y sacada un poco de mis casillas así que lo ignoro.

Él hombre pone una taza humeante frente a mis ojos y toma un sorbo de la suya mientras se siente junto a mi en los bancos, gira el mio para quedar frente a frente, y me hace una seña para que beba.

Lo observó cautelosa.

- No vas a drogarme o si?- espeto-. En serio Stephen dime que no te convertiste en dealer. 

- ¿De donde sacas esas ideas Henley?

Me encojo de hombros mientras una sonrisa traviesa aparece en mi cara, Stephen niega levemente y se aclara la garganta para comenzar su historia, yo bebo té aún desconfiada. Sorpresivamente esta bueno.

Stephen me cuenta todo lo que yo ya sé, sobre como ocurrió el accidente que acabo con sus nervios, literalmente, y sobre todo el calvario que fueron las cirugías.

- Stephen no tienes por qué recordar todo eso- le interrumpo mientras aprieto cariñosamente una de sus manos-. Recuerda que yo estuve ahí.

- Y no sabes cuanto lamento haber sido un idiota contigo- responde.

Luego de inhalar y exhalar continúa contándome todo su sufriemento y hasta que punto todo eso le afecto, por mi parte reprimo unas cuantas lágrimas.
Yo pude haber estar a su lado, pero jamás sabre a ciencia cierta lo que él siento, por un momento siento culpa por todas las recriminaciones que le he hecho.

- Estaba harto de todo- dice cansado-. Incluso la muerte parecía más atractiva que seguir luchando.

Una lágrima resbala por mi mejilla y ya no aguanto más, me abalanzó sobre él y lo abrazo mientras lloro en su hombro.

- Oh Henley- dice y me devuelve el abrazo.

Me acaricia la espalda, y sube por mis costados, hasta llegar a mis mejillas y las limpia con el dorso de sus manos. Lo miro directo a los ojos, esos que me atraviesan y me electrifican.

Mando al carajo todo; mi enojo, mi tristeza y mis ganas de seguir luchando, lo mando a volar lejos por que no quiero seguir escuchando el maldito infierno que Stephen, mi Stephen Strange, sufrió. Tomó su cara entre mis manos y sin querer una explicación más lo beso desesperadamente, con urgencia y decisión. Él me responde inmediatamente, con energía y emoción de estar tan cerca de nuevo, mis manos desaparecen en su cabello y las suyas bajo mi blusa.

Estoy más ansiosa que antes y llevo mis manos a su camisa tratando de desabotonarla sin romper nuestro desesperado beso, las manos de Stephen encuentran las mías y las detienen, al igual que detiene su beso y me separa ligeramente de él. Lo miro perpleja.

- No tienes idea de cuanto desearía quitarte la ropa en este momento y hacerte mía sobre la isla- dice sin pena, mi cara arde como el sol-. Pero aún tengo que contarte lo más importante preciosa.

Me sonríe y yo me siento un tanto resignada en el banco de nuevo, hago pucheros.

- Te prometo que cuando termine de contarte- hace una pausa-. Y si tu aún lo quieres tendremos toda la noche para hacer lo que queramos en todo el penthouse.

Me sonrojo ante las ideas que vienen a mi mente.

- Ahora termina tu té- ordena.

Marvel [One shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora