Todo empezó por mis padres. Ellos, en vista de que pasaba más tiempo con un libro que con una persona real, decidieron que pasaríamos lo que quedaba de verano (dos meses y medio) en casa de mi tía. Obviamente, cuando me lo contaron por la mañana, me quejé:
-¿Dos meses y medio? Tengo proyectos con la banda para el mes que viene, no puedo simplemente dejarlos tirados-
-A la banda no la ves desde marzo, no me vengas ahora con cuentos- replicó mi madre mientras me servía un huevo frito
-Te vendrá bien salir, y seguro que te lo pasas bien con tu primo- agregó mi padre sin apartar la vista del periódico
-Papá, Josh tiene diez años- dije, remarcando las palabras "diez" y "años"
-Vamos, cielo. El chalet de tu tía es gigante, y está a primera línea de la playa.-insistió mi madre mientras bebía un sorbo de su café- Te lo pasarás bien
No quise seguir hablando con ellos. ¿Dos meses y medio? Me obligarían a pasar tiempo con mi primo pequeño. No podría componer, leer, jugar al ordenador... Me levanté y me fui corriendo a mi habitación, y cerré con llave. Escuchaba a mi madre gritar "Dante, baja aquí!" desde el piso de abajo mientras cogía mi teléfono. Abrí el grupo de Whatsapp y envié un único mensaje. "Mis padres me llevan fuera lo que queda del verano. No podré estar para acabar el álbum. Lo siento". Tiré el móvil contra la cama, y me senté con la espalda en la puerta. Un par de minutos después, escuché un par de golpes en mi puerta
-Dante, abre la puerta- susurró sereno mi padre
-No quiero. Vete- respondí fríamente.
-Vamos hijo, solo quiero hablar- insistió sin perder la calma
Nos quedamos callados unos segundos, y finalmente decidí abrirle. Total, ¿qué tenía que perder?
Me senté en la cama mientras mi padre cerraba la puerta, y después se sentó a mi lado.
-Tu madre y yo estamos preocupados por ti, ¿sabes? No sales con tus amigos, no vas a fiestas, no nos has presentado a nadie...
-Porque no hay nadie quien merezca la pena conocer- mascullé
-¡A eso me refiero!- dijo papa furioso, y suspiró. Se quedó un momento callado, como si buscara las palabras adecuadas. Posó su mano en mi hombro, y me giré a mirarle por primera vez desde que había entrado en la habitación.- Dante, sabes que nos parece muy bien que te apliques tanto en los estudios, y estamos muy orgullosos de ti... Pero eres joven, y no queremos que recuerdes esta etapa solo por haber leído un montón de libros que ya ni recuerdas. Queremos que hagas alguna locura, que te enamores, que te sientas vivo
Pude ver a través de sus gafas las lágrimas a punto de salir de sus ojos, y me invadió un sentimiento de remordimiento. Ellos preocupándose por mí, y yo comportándome como un crio. Decidí que iría para que estuvieran tranquilos.
-¿Y... cuando salimos?- pregunté esbozando una sonrisa
Mi padre me abrazó y me susurró un "gracias". Supe que se le había escapado una lágrima. Le respondí De nada, y nos quedamos unos segundos así. Cuando se separó de mí, me informó de que mañana por la mañana nos iríamos.
Me pasé el día entero pensando qué llevarme y qué no. Después de cenar, hice la maleta definitiva. Tomé como lectura "La catedral del mar", que me entretendría por un par de semanas releérmela y guardé el ordenador con dos series enteras descargadas. Busqué unos auriculares, y me puse a escuchar música con el móvil. Abrí el grupo de la banda. Leí dos mensajes. El primero era de Tyler, el cantante y "líder". "Tranquilo, no contábamos contigo igualmente. Has faltado mucho, y hemos decidido buscarnos un teclista que te reemplace. Ya tenemos varios candidatos. Lo siento". El segundo decía "Tyler te ha expulsado del grupo". Cerré el móvil, y me sequé una pequeña lágrima. Luego, sequé otra, y otra, hasta que me dormí sollozando.
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En busca del horizonte
Teen FictionDante es un chico "rarito". Siempre ha preferido pasar una tarde jugando videojuegos, tocando el teclado o leyendo a salir de fiesta por ahí. Le cuesta hacer amigos, y sus padres lo saben. Por eso, han decidido llevarle a Palms, una ciudad costanera...