2. Rumbo hacia Palms

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Me despertó el ruido de mi madre golpeando la puerta
-"Dante, hora de levantarse. ¡Hoy es el gran día!"-gritó desde el pasillo
Me levanté algo aturdido de la cama, sin darme cuenta de que tenía el móvil encima y si no hubiera sido por los cascos se hubiera caído (y probablemente dañado). Cogí el móvil, y me quité los cascos. Intenté encenderlo, pero no respondió. Sin batería. "Ahora tendré que aguantar la radio del coche todo el trayecto, genial" me dije a mí mismo mientras me ponía los pantalones (unos de chándal bastante cómodos). Después, me vestí con una camiseta en la que estaba escrita la frase "I love books", una de mis favoritas. Cargué con la maleta hasta la puerta, y me dirigí a la cocina para desayunar. Cuando entré, me sorprendió el aspecto de mis padres. Si no supiera que son ellos, les hubiera confundido con unos turistas. Mientras comíamos, me explicaron que la ciudad se llamaba Palms, y estaba a unas cinco horas de viaje. Cuando empezaron a hablar de los lugares turísticos que querían visitar me dediqué a asentir con la cabeza mientras comía y pensaba en mi banda, o más bien mi antigua banda. ¿Todos habían estado de acuerdo en echarme? ¿Tanto me había ausentado últimamente? Lo cierto era que sí, llevaba unos meses sin asistir a ensayos. Simplemente, me aburría ir. No era como en nuestros inicios, que todos estábamos ilusionadisimos porque nuestro vídeo había llegado a los diez likes en Youtube. Ya no me llenaba tanto tocar con ellos, pero eran lo más parecido a amigos que tenía. Mis padres tenían razón, me costaba horrores hacer amigos.
Escuché a mi madre decir mi nombre, y salí de mi burbuja
-¿Qué?- pregunté despistado
-Que si ya has acabado-respondió ella
-Ah, sí- dije
-Muy bien, son las nueve. -se unió a la conversación papa- Si nos ponemos a cargar las cosas ahora y no hay mucho tráfico, deberíamos llegar sobre las dos y media.
Mientras mi madre acababa de lavar los platos, mi padre y yo empezamos a cargar maletas al maletero. Él y yo tan solo llevábamos una cada uno para nuestra ropa y cosas varias, pero mi madre necesitó tres maletas para llevarlo todo además de una extra con las toallas y cosas de la playa. Antes de guardar la mía, saqué el libro y lo puse en mi asiento. Si no podía tener música, al menos pasaría el rato leyendo.
Antes de arrancar el coche y empezar el "tan soñado" viajecito, mamá se puso a preguntarle a papá si estaba seguro de haber cerrado todos los grifos o haber cerrado las persianas, preguntas a las que respondía con un monótono "sí" mientras buscaba una cadena que le gustara. Se decantó por una de música clásica, lo cual me sorprendió bastante ya que apapá normalmente le iba más el rock, pero no podía quejarme. Un piano era mucho más tranquilo que una guitarra eléctrica. Pasé todo el viaje sumergido en el libro, escuchando a Beethoven de fondo.

En busca del horizonteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora