Capítulo 22

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-Zoë Rivaille (Punto de Vista):

Llegué en menos tiempo de lo esperado, sentía que lo que fuera que me poseía, estaba sediento de venganza. Me detuve frente a la enorme puerta doble de piedra, donde habían dos Scuros, se acercaron a mi rápidamente, la bestia gruñó y mis manos con garras largas y afiladas, atravesaron sus asquerosos cuerpos, se quedaron en el piso sangrando, mirándome boquiabiertos, tomé una antorcha de la entrada y les prendí fuego. Todo a mi paso era un caos, mataba a todo el que me encontraba, hasta que llegue a la parte de la torre donde estaban las chicas, arranqué la puerta de un tirón y rompí las cadenas que las pegaban a la pared

-Váyanse, no miren atrás, solo váyanse-dije entre jadeos, me obedecieron, pero a los pocos momentos, escuché más voces, las voces de mis compañeros comandados por la persona más importante para mí y la que menos quería que me viera de esta forma

Bajé hasta el vestíbulo, donde ya se encargaban de hacer una enorme hoguera y juntaban los cuerpos que yo había descuartizado. Me quedé entre las sombras para ver la situación con más calma, pero David ya me había visto, se acercó a mi lentamente, con cuidado tomó una de mis manos y me sacó de la torre.

Ya en el exterior, Matt y el resto discutían sobre donde podían estar los Scuros, ya que los que había matado no eran todos, los demás estaban dispersos o algo similar. De un momento a otro, comenzaron a llover flechas negras, a lo que yo rápidamente alzé las manos para invocar el escudo, pero era tarde: una de las flechas había atravezado a Matt, Andrea se deslizó hasta llegar a su lado, sacándole la flecha y sosteniendo su cabeza. Había un olor nauseabundo en la flecha, un olor que reconocí inmediatamente, los Scuros estaban bañando sus flechas con sangre de licántropo. La bestia dentro de mi gruñó de coraje cuando los cobardes comenzaron a salir de entre los árboles

-Buenas noches-dijo con tono de superioridad Frost, hasta que me vió directamente, su cara se desfiguró por la sorpresa-Veo que no habrá formalidades-dió un chasquido de dedos y todo comenzó

Choqué de garras, puños, patadas, cabezas y otros miembros volando por los aires, tanto morían Scuros y lobos, como algunos de los nuestros. La bestia dentro de mi soreía con cada miembro que arrancaba, golpes que daba o sangre que bebía. Un lobo se acercó decidido a arrancarme la cabeza, salté sobre él para derribarlo, aterrizé en su cabeza, clavé mis garras en su enorme cuello, haciendo que cayera, rápidamente le torcí la cabeza y le mordí. Atravecé a muchísimos Scuros de un solo zarpazo, y hubiera continuado de no haber sido por Frost, que alzó las manos, pidiendo tiempo

-Hemos visto que tenemos un empate, si seguimos, moriremos todos

-¿Y qué es lo que quieres?-respondí con un gruñido

-Tu sangre, ¿es mucho pedir que lo hagas para salvar a los que más quieres?-dijo alzando la mano, apuntando a Matt, Andrea, Tom, David, varios más que estaban gravemente heridos, di un paso en su dirección, lo cual detuvo la respiración de todos mis aliados

-¡No lo hagas!-chilló mi madre-¡No vale la pena!-giré la cabeza hasta encontrarme con sus ojos, le guiñé un ojo y seguí caminando

-David Martin (Punto de Vista):

¡Pero que demonios estaba haciendo!, estaba tirando a la basura todo lo que habíamos logrado, como pude, me levanté y llegué corriendo a su lado, la tomé del brazo y la giré hasta que me viera directamente

-Detente, moriremos si es necesario, pero no lo hagas, todo menos esto-susurré en su oido, ella sólo esbozó media sonrisa, me guiñó un ojo y contestó

-Confía, es lo único que te pido-podía ver en sus ojos rojo sangre como maquinaba un plan, abrí los ojos de sorpresa y ella se soltó de mi agarre

Caminó hasta quedar a medio metro de distancia de Frost, él dió otros pasos, extendió su mano abierta y Zoë colocó su brazo en ella

-Una muy astuta decisión-el resto de los Scuros soltaron risitas, miré a sus padres, ellos sabían algo que yo no por que no se veían nada preocupados, simplemente de rodillas en el suelo, observando, esperando

-Lo que sea, sólo hazlo-respondió tajante

-¿Nunca dejas de ser así de grosera, verdad?, ni en tus últimos momentos de vida-apretó su mano alrededor de su brazo y se giró a ver a sus aliados-Finalmente ha entrado en razón, se ha dado cuenta de nuestro poder, de que no tiene ni la más mínima oportunidad-vitoreos, aplausos, chiflidos continuaron con su estúpido discurso, mientras que el resto de nosotros estaba en shock. Se acercó a Frost una mujer de cabello plateado, ojos gris oscuro, piel verdosa; con una cajita de madera negra, quitó la tapa, mostrando una daga de plata con esmeraldas, bañada en sangre de licántropo, Frost la sacó con mucho cuidado y la acercó a su muñeca-Ha llegado la hora, en la que nunca se volverá a ver ni un rayo de luz-levantó la daga y cuando iba a clavarla, Zoë levantó su otra mano, clavó sus garras en el pecho de Frost, él liberó su otra mano y ésta la puso alrededor de su cuello, clavándole cada vez más las garras en el pecho

-Se siente bien, ¿no?, espero estarte causando al menos la cuarta parte del dolor que nos causaste a nosotros, si no quieres ver ni un rayo de sol nunca más, debiste pedirlo antes-dicho esto, la mano en el cuello de Frost, ella hizo un movimiento rápido en el que arrancó el cuello del cuerpo, lo alzó en el aire y sus padres gritaron: ¡Siempre fuertes!

Corrimos por el resto de Scuros y lobos que habían quedado en estado de shock después de lo que ella había hecho, la miré de reojo, limpió sus garras y manos, se arrodilló y miró a la luna, el efecto de la bestia se estaba pasando, ya había saciado la sed, sed de destrucción. Observé como volvía lentamente a la normalidad, hasta que se levantó del suelo, me miró sonriente, comenzó a caminar en mi dirección y una maldita flecha negra con sangre de lobo golpeó su hombro, haciendola caer de espaldas contra el suelo

-¡No!-grité, me giré furioso buscando al desgraciado que le había disparado, ya estaba corriendo para esconderse en los árboles, cuando lo alcanzé, lo tomé por el cuello, le arranqué los brazos y por último la cabeza, lanzé todo a la hoguera que aún brillaba con todos los cuerpos y regresé a su lado, arrancando la flecha y poniendo su cabeza en mis piernas

-Zoë Rivaille (Punto de Vista):

La luna, Media Luna, me regresaba la tranquilidad, mis manos volvían a la normalidad, mis ojos volvían a ser morados, mis colmillos a su tamaño normal, por fin me sentía bien, sin tanta presión u odio dentro de mi. Al levantarme, lo primero que busqué fue a David, que me observaba a unos metros de mi, di mis primeros pasos a él, pero una flecha que salió de la nada, me dió en el hombro, caí de espaldas al suelo, apenas podía respirar, la sangre de lobo entraba en mi cuerpo, ardía y quemaba brutalmente, con lo poco que podía abrir los ojos, vi a David poniendo mi cabeza en sus piernas, arrancando la flecha, con lo que solté un grito agudo

-¡Andrea, trae a Matt, los curaremos juntos!-gritó David, Andrea apareció a los segundos, poniendose en la misma posición de David. Me pesaba mucho la cabeza, ya no podía seguir despierta, la inconsiencia y el dolor me arrastraban lentamente

-David-susurré y tomé una de sus manos-Te amo y siempre lo haré

-Yo también mi princesa, siempre, por el resto de mi eternidad, pero no me dejes...no...lo...hagas-fue lo último que escuché antes de sucumbir a la inconsicencia, sintiendo un enorme vacío sobre mi

Shooting the MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora